Basil Grantello, reconocido explorador, alcanzó fama en el mundillo de los aventureros y los cazadores de tesoros al publicar su compendio de manuscritos titulado: Los senderos olvidados por Vitalis. En estos escritos, Basil recopila toda la información obtenida de sus viajes a los lugares más inhóspitos y peligrosos de todo Vitali y los clasifica por nivel de peligrosidad real, basándose en la información local y sus propias experiencias. Entre los más altos en la escala, catalogados como infiernos terrenales, pocos destacan tanto como el infame monte Grottar Nox o como se le conoce desde entonces: la Montaña de los Tormentos.
Situada en el continente Doxa, en la región de Grottar; la Montaña de los Tormentos se alza solitaria desde el interior del milenario bosque de Grottar, que se extiende por muchas millas a la redonda. Siendo un monte de colosal altura, destaca enormemente debido al relieve predominantemente llano de la zona y la coloración oscura de las rocas que lo forman le dan a su silueta la apariencia de una tétrica espina que se abre paso desde las entrañas de la tierra. Relata Basil que, tras abrirse paso entre la tupida vegetación y los típicos peligros que acechan en los bosques (bandidos mugrientos, bestias salvajes y uno que otro espíritu primigenio de la foresta), su expedición llegó finalmente al enorme claro desde donde nacía la descomunal eminencia. Lo primero que resaltó a la vista fue el cambio en la vegetación, ya que todas las plantas que crecían a su alrededor habían adoptado un extraño tono rojizo opaco y predominaban las especies de ortigas, hiedras y otras hierbas venenosas. La poca información obtenida de los habitantes de las aldeas y ciudades de la región se limitaba a describir el lugar como un nido de muerte y por eso solo lograban prosperar en él las formas de vida intrínsecamente asociadas a esta. Poco después de iniciar el ascenso por un sendero visiblemente esculpido en la roca, claro vestigio de la presencia de una civilización ya olvidada, el paisaje fue cambiando para peor. A medida que el sendero asciende rodeando la montaña, la vegetación se hace más lúgubre y escasa, las rocas adquieren la tonalidad negruzca de la obsidiana y una extraña neblina amenaza con engullir toda la ladera de la montaña; ya nada va quedando del antiguo, aunque agradable en comparación, bosque de Grottar. El ascenso llevó sin contratiempos a la expedición por la ladera hasta la mitad del camino, donde el sendero se desvía de repente y se adentra en una peculiar gruta, la cual presuntamente atraviesa una sección de la montaña con el fin de evitar el intransitable terreno del siguiente tramo de ladera. Apenas se pone un pie en entrada de la gruta, salta a la vista que no es una creación natural, dada la perfecta simetría de las paredes, el techo y el suelo; obra de seres con claro talento para la arquitectura y la escultura, teniendo en cuenta los elegantes acabados que carecían del menor desnivel. Resaltan a la vista múltiples incrustaciones de joyas en las paredes y el techo, las cuales emanan un brillo mágico que ilumina toda la estancia y la hacen parecer como la cámara de los tesoros de un palacio. Un enorme arco de piedra pulida hace la función de entrada y en su superficie se hallan grabadas diversas runas, posiblemente a modo de advertencia para los intrusos, pero que hasta el momento son imposibles de descifrar. Basil confiesa en sus notas su arrepentimiento por no tomar esto como una señal de que no debían continuar el ascenso, dado que a partir de este punto es que la Montaña de los Tormentos comienza a hacer honor a su nombre.
Apenas se atraviesa el umbral de la entrada, la gruta revela su verdadera naturaleza. Desde el punto de vista de la retaguardia de la expedición, pareciera que sus camaradas de enfrente se adentran tranquilamente en la gruta maravillosa; sin embargo, aquellos que cruzan el arco de piedra descubren que donde se encuentran, la palabra tranquilidad pierde todo sentido. La ambientación de la gruta cambia al instante, desapareciendo todas las hermosas luces de piedras preciosas y dejando el lugar en penumbras. El portal de la entrada también desaparece en la nada, imposibilitando a quienes están dentro el poder regresarse o comunicarse con el exterior. Solo queda como ruta posible el camino que se extiende a lo largo de un túnel, el cual es visible gracia a un tenue brillo fosforescente de color purpura acumulado a ambos lados de este. Ninguna otra fuente de luz, común o mágica, es capaz de iluminar las tinieblas que los rodean. A medida que se avanza a ciegas por el camino, diferentes sensaciones desagradables invaden a los viajeros: sensación de asfixia, claustrofobia agravada, frio o calor extremo, escuchar susurros en la oscuridad, alucinaciones constantes, entre otras; agravándose cada vez por cada segundo que pasa. Tras aproximadamente media hora de trayecto (dado que resulta imposible determinar la distancia usando el sistema métrico), el túnel comienza a ensancharse hasta llegar a una espaciosa cámara, al final de la cual el camino inicia un ascenso pronunciado hasta lo que se puede interpretar como una posible salida al exterior. Al acercarse al centro de la cámara, se puede apreciar como el suelo está manchado de algún tipo de sustancia pegajosa no identificada que parece escurrir del techo y dificulta el avance. Es en este punto en el que un repulsivo olor y escalofriantes alaridos alertan a los expedicionarios del inminente ataque de criaturas desconocidas. Aunque no se puede identificar su forma, dada la absoluta oscuridad que reina más allá del camino, los sonidos que emiten las criaturas dejan en claro tres cosas: son numerosos, agresivos y pueden moverse con agilidad en la oscuridad. Imposibles de combatir en tales condiciones, Basil confiesa que la única opción real de supervivencia en tal situación consiste en lanzarse a toda carrera hasta la presunta salida, ya que cualquier otra alternativa tiene asegurado un desenlace funesto. El escape se consigue a duras penas, aunque cuesta la vida de varios expedicionarios (mayormente escoltas), que fueron rápidamente derribados y arrastrados a las sombras sin siquiera poder ver a las criaturas a las que se enfrentaban. Los desgarradores gritos de los agonizantes desdichados dieron a entender que la muerte no les llegó lo suficientemente rápido; aun así, al grupo sobreviviente no le deparaba un destino mejor, dado que apenas habían experimentado el menor de los horrores que tiene la montaña para ofrecer.
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Historias de Leyenda
FantasyEl libro se basa en el Universo de Obsidian Edge, en la misma trama de Eternal Journey, pero no en el mismo tiempo, sino que muchos años atrás, centenares de años antes de que Viator existiera. Describe pequeñas historias redactando sucesos importan...