La Princesa de Sol Radiante

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Leyenda de Sol Radiante y el Terror de Oborastor

(cuento popular derivado de balada de autor anónimo)

Hoy voy a relataros la historia de Sol Radiante, princesa del fantástico reino de Oborastor y su trágica relación con el Terror, un poderoso dragón rojo que asolaba esas tierras. Una historia de inocencia; una historia de dolor; pero sobre todo esta es, una historia de amor. Pongan todos atención; así comienza esta canción:

Una hermosa princesa; Sol Radiante la nombraron,
pues la luz que ella emanaba al propio astro eclipsaba.
Vivía llena de lujos y su pueblo la adoraba,
Mas su mente y espíritu, lejos de ellos volaba.
Sus insólitos gustos y desbordante imaginación,
La hacían siempre anhelar ser la esposa de un dragón

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No lejos muy lejos del palacio, en un volcán apagado
Mora un ser despiadado; mora el Terror de Oborastor.
Recluido en su caverna, sumido en profundos sueños,
Él revive sus memorias  y se jacta muy altanero,
De poseer flama más caliente, que la que arde en los infiernos
Más pronto se ensombrece y despierta aún cansado;
Cansado de ser temido; expectante de ser amado.

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Así abandona su cueva y alza el vuelo el dragón,
En busca de una razón para lanzar fuego ardiente.
Y sin rumbo definido, volando alto y despacio
Sobrevuela pronto un palacio; el centro de una nación.
-Nido de insectos creídos- pensó el Terror sobre ello,
Pero la vista de algo muy bello, esfumó toda su malicia.
Una humana; no, una diosa lo observaba sin espanto
Y al Terror ella ofrecía, una sonrisa; no, un encantó.

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Nadie más lo había notado, solo la joven dama,
Que surcando entre las nubes una bestia la observaba.
Debió temer por su gente o lucir más preocupada;
Pero en cambio, la princesa, solo lo observó extasiada.
¡Un dragón había venido; un bello ser de la llama!
Seguro busca tesoros; maravillas que resguardar,
¿Tal vez le interese tomar a una princesa antes que oro?

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Para decepción de la joven, el dragón no descendió,
Tampoco lo vio alejarse, simplemente se esfumó.
Pero no todo él desapareció, para ilusión de Sol Radiante,
Ya que un fragmento de escama, de color zafiro llameante,
Cayó a los pies de la dama, cual rosa ofrece un amante.
Ella aún no lo sabía o habría gritado de la emoción,
Pues al aceptar este gesto, fue prometida al dragón.

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Nadie nunca le creyó; pues su padre llamaba un cuento;
Que tuviera ella un fragmento del poderoso dragón.
Asumiendo forma humana, ilusión muy superior,
El Terror de Oborastor a la joven cortejaba.
Hablaban de muchos temas; ya que el bribón era un sabio

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Y su saber milenario a Sol Radiante ofreció .
La princesa, nada tonta, de sus palabras se nutría;
No temía ni  juzgaba al ser que era el Terror;
más no caigan en un error, pues firmemente reprendía,
a la bestia que, en su día, a su reino devastó.

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El Terror enamorado; cansado de ver de lejos
la gran belleza de su amada,
Dejó al reino perplejo, por su tamaña osadía,
Pues solo llegó un día y se llevó a la princesa.
La joven, despreocupada, se dejó atrapar por su amado
Y antes de partir a su lado, se dirigió a la población.
-Este ser es mi prometido -declaró ella con decisión.
-Yo elegí a este dragón como compañero de vida;
Soy la luz de su existencia, no rehén de su prisión.
Os ruego dejarnos en paz, pues no deseo miseria,
Pero si alguno me persigue, él desatara su furia.

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El dragón llevo lejos a su esposa, pues como tal se había portado,
a un remoto palacio, ya por el hombre olvidado.
Allí vivieron felices, solos los dos esposos;
Estando tan bien cuidados, por la magia y su amor,
Que no notaron su error a causa de tanta dicha.
Pues a traer de vuelta a su hija, el rey campeones mandó. 
Terror el reto aceptó, priorizando antes que nada
Que su princesa radiante estuviera bien resguardada.

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En la torre la ocultó, siendo ella y solo ella,
la guardiana de la llave que accedía a su refugio.
Sol Radiante, temerosa, le suplicó a Terror no luchar
Y en vez de eso intentar, un osado subterfugio.
Pero el dragón orgulloso, de su enorme poder confiado
Quería zanjar rápido el asunto y regresar a su lado.
Voló rumbo al enemigo, que avanzaba con presteza,
Pues el horror de la batalla no es agradable de ver
Y aún menos digno de ser presenciado por su princesa.

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Sol Radiante esperó, ansiosa, el regreso de su amor,
Pero los días pasaban y acrecentaban su temor.
Su dragón tan poderoso, que a nada le temía,
Se había ido muy lejos y eso a ella la hería.
Pero peor fue la herida, cuando un día vio llegar
Al ejército de hombres armados, que la venían a buscar.

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Mucho habían combatido; era algo bien notable,
pero superar a su dragón, eso sí era impensable.
Toda la zona aledaña, los soldados registraron;
Pero el hechizo del dragón, ellos siquiera notaron
Y la pobre Sol Radiante, que solo los podía odiar,
Nunca su torre oculta les permitiría encontrado.

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Meses y años de angustia, han continuado pasando
Y  la más leal de las princesas, aún lo sigue esperando.
El brillo de su juventud, puede que se haya apagado;
Pero nunca lo hará la pasión, por ese especial ser amado.
-Mi tierno dragón carmesí, déjame oír tu rugido;
Haz que mi vida, ya mustia, recupere su sentido.
Mi amor de llamas eternas , tan fuerte e incomprendido;
Ven a buscarme, cariño y llévame siempre contigo.

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Alejado del castillo, se encontraba un descampado,
En el cual era evidente, que una batalla se había librado.
Todo el lugar mostraba, un estigma de destrucción,
Pero nada era más inquietante, que el cadáver de un dragón.
Yacían solo sus huesos, pues su carne se había deshecho
Y una flecha colosal, le atravesaba su amplio pecho.
Al momento de su muerte, quedo mirando hacia el cielo.

Como si en él plasmara, el último de sus anhelos.
Así concluye la historia de este inusual amor. Ella espera eternamente la llegada de su dragón, sin saber que este nunca más surcará los cielos para encontrarse con su amada. Solo en la muerte podrán reunirse y poner fin a su dolor; esta es la triste historia de Sol Radiante y el Terror de Oborastor.

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