Capitulo # 5

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Mi celular vibró sobre la mesita de noche, abrí los ojos con pereza, miré que el reloj marcaba la una de la mañana, estiré la mano en busca de mi teléfono y al tomarlo, con un solo ojo miré lo que la pantalla mostraba. Era un mensaje desconocido. Lo abrí y leí.

«Veo que te gusta gritar. ¿Qué tan fuerte gritarías si te follara?»

Mis ojos se abrieron completamente, leer aquello me había despertado en menos de un minuto. Leí el número por si lograba reconocerlo, pero nada y tampoco recordaba haberle dado mi número a alguien. No sabía si responder, pero la curiosidad me mataba, así que comencé a escribir la respuesta: "¿Quién eres?". Esperé a que respondiera, pero pasaron varios minutos. Decidí darme por vencida y dormir ya que mañana empezaría a trabajar. Dejé el teléfono debajo de mi almohada, me acomodé y cerré mis ojos. Justo cuando entraba en un sueño reparador, abrí mis ojos de golpe al sentir una larga vibración debajo. Tomé el teléfono y vi que era una llamada del número del mensaje desconocido. Respiré hondo y tragué.

— ¿Hola? — Me senté en la cama, escuché una respiración pausada pero profunda. — ¿Hola?

— Hola, Katherine. — Su voz me despertó de nuevo, me destapé y comencé a aventarme aire porque sentía sus efectos sofocarme.

— ¿Jimin? — Pregunté sin poder creer que fuera él. — ¿Tú me has enviado el mensaje?

— Sí... — Dijo con voz ronca — Y no lo respondiste, ¿entonces...? — Abrí mi boca todo lo que pude, me puse de pie y miré por la ventana, no sabía que responder, yo... estoy sorprendida... ¿qué le digo?

— ¿Estás ebrio? — Pregunté, me estaba mordiendo las uñas, pero en el fondo mi interior estaba temblando de ansia, de excitación y adrenalina. Mordí mi labio al recordar su erección sobre mi vientre, sus labios suaves y carnosos frente a mis ojos, haberlos sentido sobre mi frente y mi cuello. Sentí una fuerte oleada de calor cubrir mi cuerpo.

— No, estoy sobrio. — Su voz sonaba normal, y como él dice, sobria. — Responde mi pregunta, hermosa pequeña mujer.

— Pues no entiendo por qué me preguntas eso, Jimin. — Comenzó a reír, fue como música para mis oídos, sonaba tan sonoro y perfecto. Me pregunto qué estará haciendo ahora mismo... y si es lo que tengo en mente, ¿requerirá de mi ayuda?

— Gritaste enfrente de todos en la presentación. — Hizo una pausa, y durante esa pausa, recordé a lo que se refería. — Ahora, ¿qué tan fuerte gritarías si...?

Interrumpí. — Ya, basta, me parece inapropiado. — Regresé a mi cama — ¿Cómo conseguiste mi número?

Él se echó a reír. — Tu no respondes mi pregunta, entonces yo tampoco respondo la tuya. — Bostezo — Nos vemos en la mañana, preciosa.

Colgó. Aventé el teléfono a la cama y después me aventé yo. No podía creer lo que acabase de pasar, y más de él, del sexy extraño, de mi Jefe. Traté de dormir pero mi cerebro reprodujo todo lo que había pasado en estos últimos días sobre él. ¿Y saben qué es lo peor de todo esto? Número uno, ya firmé el contrato; número dos, mañana tendré que verlo. Respiré hondo. Va a ser un largo día...

***

La alarma sonó, abrí mis pesados ojos, anoche no había logrado dormir mucho, me desperté un par de veces y justo ahora viene a sonar. La apagué pensando seriamente si ir al trabajo o no, caminé hacia el cuarto de baño y comencé a hacer mi rutina de aseo. Al salir, me sentía más que despierta, el agua fría había causado gran efecto. Me puse mi ropa interior de encaje, mi brassier y luego comencé a aplicarme crema humectante. Llaman a la puerta.

— Pasa, Madisson. — Escuché la puerta abrirse, no fue necesario mirarla ya que era habitual que ella entrara a esta hora para arreglarme. Aun no entiendo por qué lo hace, creo que es porque le encanta. Aplicaba crema en mis piernas cuando noté unos zapatos negros caminando hacia mí. Mi corazón se aceleró. Miré asustada hacia arriba poco a poco, pensando en Madisson, cuando miré su rostro abrí mis ojos completamente, tomé la toalla y me cubrí.

— ¡¿Por qué rayos estas aquí?! — Caminé lejos de él, me sentí intimidada por su altura, sin mis tacones yo era una cosa pequeña que él podría cubrir completamente en un abrazo. Jimin sonrió con picardía.

— Te dije que nos veríamos, ¿recuerdas? — Tragué duro, no pensaba que se refiriera a esto, tenía que salir él de aquí.

— ¿Dónde está Madisson? — Le pregunté asustada, sé que él no le haría daño, pero no entiendo cómo rayos lo dejó pasar y aún más importante, dejarle subir hasta acá.

— Oh, tu amiga está en buenas manos, solo te diré que no está aquí. — Caminó hacia mí, mi corazón comenzó a golpear salvajemente mis costillas, mi respiración estaba acelerada mientras que yo estaba en bragas y sostén con él aquí.

Olvidé agregar que no estaba alejándome, estaba en shock, impresionada, jadeando, afectada por su presencia, su perfume, su voz... Cuando lo tuve cerca de mí, mis ojos veían su torso, era alto, tan grande para mí. Su dedo índice levantó mi quijada, me hizo mirarle a los ojos, a sus ojos que estaban dilatados, profundos, llameantes, llenos de deseo, de lujuria... Tragué la saliva que se estaba produciendo en litros dentro de mi boca, sus ojos bajaron a mis labios y como consecuencia, los mordí suavemente, él sonrió con picardía y agregó con voz ronca:

— Como decidiste no responder mi pregunta, decidí descubrirlo por mi cuenta. — Sus largas manos me tomaron por la cintura, me enrolló en sus brazos alzándome y así permitir estar a su altura, yo estaba hipnotizada, consciente de lo que pasaba. Acercó sus labios suaves y esponjosos a los míos. Sus movimientos fueron lentos, luego fueron tornándose más apasionados, su lengua acariciaba mi labio inferior, le dejé entrar comenzando un sexy jugueteo, puse mis brazos alrededor de su cuello para profundizar el beso, estaba empezando a disfrutar sus labios, comencé a morderlo, a succionarlo, a aprovechar que estaban sobre los míos. Su mano derecha bajó hacia mi pierna, la subió y entonces lo abracé con mis piernas por las caderas, sentí su erección punzar mi zona intima, solté un gemino entre sus labios, él gruñó de satisfacción al oírme, se separó de mis labios y comenzó a besar deseosamente mi cuello, hice mi cabeza hacia un lado para darle más acceso, sentí todo mi interior temblar de excitación, la corriente de lujuria y de excitación se alojaron en mi centro haciendo desear más. Jimin

comenzó acaminar, me llevaba hacia la cama, cuando estuvo cerca, poco a poco se fuebajando conmigo encima apoyándose de su mano derecha.
Él estaba entre mis piernas, sus dedos medesabrocharon hábilmente mi sostén, se deshizo de la prenda admirando missenos, mordió su labio y entonces me miró. Mis manos subieron hacia su nuca, loacerqué a mí y lo besé como tanto había deseado hacer, bajo sus labios hasta micuello dejando rastro hacia el medio de mis pechos. Comencé a quitarle el saco,él me ayudó quitándoselo, luego desabroché su camisa mirándole a los ojos, y alfinalizar, alejé la prenda de su cuerpo y nuevamente se deshizo de ella, mismanos acariciaron su hombro desnudo hasta llegar a su tórax, él cerró los ojosdisfrutando del toque, se acercó a uno de mis senos y mordió levemente mipezón, succionó mientras que con la otra mano acariciaba mis piernas, mi manoderecha viajó hacia su cinturón. Él me miró y sonrió negando.

Siguió besando, mordisqueando y succionando ambossenos, se sentía tan bien la manera en que lo hacía, estaba jadeando, suerección estaba presionando mi entrada. Joder, deseaba tenerlo dentro,mostrarle que tan fuerte podía gritar, que tan bien podía hacerle sentir. Sealejó y besó duramente mis labios, si, esto estaba siendo genial, pero queríamás, mucho más. Se alejó nuevamente, sus manos bajaron hacia mis bragas deencaje, introdujo un dedo debajo de la tela, acarició mi piel y me miró.

— ¿Quieres más? — Preguntó con voz ronca,excitado, deseando escuchar mi respuesta. Asentí. — Quiero escucharte, hermosa.

— Si, por favor. — Dije jadeando, mordiendo milabio inferior, él sonrió satisfecho, sus dedos bajaron la tela hastaquitármela. Ahora estaba desnuda frente a él, sintiendo un poco de vergüenza,él sonrió con picardía, de la puta forma que me encanta, si, mordiéndose ellabio inferior.

— Eres muy hermosa, Katherine. —Dijo analizandocada parte de mi cuerpo. — Demasiado diría yo.

Abrió mis piernas, resistí la tentación decubrirme ya que él estaba mirándome allí alucinado, con lujuria, como si setratara de algo delicioso que estaba por comer. Santo cielo. Acercó su bellorostro a mi feminidad, joder, mis mejillas ardieron como nunca antes. Sentí suslabios y su lengua acariciar algo tan privado. Me arqueé y comencé a gemir, asoltar pequeños gritos de satisfacción. Dios, era un maestro, lo hacíademasiado bien, su lengua hacia un trabajo excelente; me aferré a las sábanas,estaba arqueándome con fuerza, tanto que pensé que iba a romperme por la mitad,estaba gritando, gimiendo mientras que mis dedos acariciaban su cabello, gritécuando sentí un dedo largo introducirse dentro de mí, luego fueron dos, losmetía y sacaba de mi con rapidez, sus labios y su lengua jugaban con mi clítoris.Sentí algo apretar con fuerza mi interior, empecé a temblar, estaba por llegar,por explotar; él estaba haciendo algo excelente, lo estaba disfrutando tantocomo yo, él sabía que estaba cerca. Apreté con más fuerza las sábanas, estabagritando de placer y justo en ese momento, algo explotó dentro de mí. Unaoleada de satisfacción llegó a mí y salió como un grito delicioso. Había tenidoun orgasmo, el primero de toda mi vida, y había sido excelente. Él se alejó yse acercó a mí rostro, sonreía, había un brillo increíble en sus ojos, no pudeevitar sonreír también, me besó apasionadamente mientras que rozaba nuestrosórganos sexuales, movía sus caderas de arriba hacia abajo, como si loestuviéramos haciendo, pero de igual manera se sentía genial, era excitantesentir su miembro palpitante y caliente sobre mi parte íntima. Se habíadesabrochado su pantalón y no me había dado cuenta, estaba en ropa interiorfrotándose contra mi piel desnuda. Oh dios... no quiero que esto termine. Suslabios besaban mi cuello, y sus manos acariciaban mis piernas. Vaya formaincreíble de tener sexo.

Me miro. — Ahora eres mía, Katherine, mía parasiempre.

Asentí disfrutando de este momento, él siguióbesándome, moviéndose contra mí, sus palabras eran un misterio, pero ahoramenos me importaba. Quería seguir así, todo el tiempo, todo el día, hasta elanochecer, hasta el amanecer

MI CUERPO EN TUS LABIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora