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Despierto otra vez de un sueño profundo, ahora si que me siento mejor; y últimamente el profesor Michaelis es el que más a venido a cuidarme, de hecho, prometió venir con mi uniforme a ayudarme salir de la enfermería hoy, no debe tardar mucho ya...

-Joven Phantomhive ¿Puedo entrar? - Hablando del rey de Roma... Mi supervisor abrio la puerta luego de preguntar a lo que yo le di permiso con un sonidito, a la vez que me bajaba de a pocos de la cama.

-¿Cómo te sientes hoy? - Preguntó dándome una mano para poder terminar de levantarme.

- Mucho mejor, más ahora que te veo... -Conteste murmurando lo último y sin mirarle. - ¿Ese es mi uniforme?- Pregunte de manera estúpida como forma totalmente imporovisada de evitar que me dijese algo respecto al tema, por que si, pareció notar que algo salió de mi boca.

-Si, ten, ve y vístete, te estaré esperando aquí. - Dijo, yo asentí y tome el uniforme, dejándolo solo allí.

Al llegar al baño de la enfermería yo finalmente suspire, pero no por mucho estuve tranquilo y controlado, mi mente me traicionó y me dio un pequeño recuerdo de su última expresión... Su ceja alzada, su mirada intrigada, su sonrisita allí y hasta podría jurar que vi un pequeño brillo inusual en aquellos ojos color rubí que tanto amo.

Y ahora, si actuaba como una niñita enamorada, mis cara, inclusive mis orejas estaban de un color rojo, mis ojos brillan, mi corazón late rápido y un grito ahogado sale de mi garganta. Y ustedes no me pueden juzgar, porqué si estuvieran en mis zapatos entenderían totalmente mi estado de enamoramiento algo obsesivo.

Bueno, ya es suficiente, ahora si debo controlarme

Y con eso en mente suspiré una vez más, lavé mi rostro y me cambié aquel camisón para dormir por mi habitual uniforme, verifiqué que yo me encontrará impecable y salí del lugar.

- ¿Estás listo? -Me pregunto al verme el hombre de mi sueños con su característica sonrisa que tanto me hipnotiza. -Bien, entonces podemos ir al comedor, te acompañaré a almorzar. - Avisó luego de que yo diera un leve asentimiento, entonces le sonreí de vuelta, tome aquella libreta y el lápiz y me fui junto a él.

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Ya en el comedor, tomamos asiento uno junto al otro, comimos y él, me comentó y adelantó sobre lo que debía hacer acerca de mis estudios, dijo que en cualquier momento podía buscarlo y pedirle ayuda de lo que fuera, que lo viera como alguien cercano en quien confiar.

Luego le agradecí, tome un libro que me prestó para leer y me retire con una sonrisa, para después verme con McMillian.

-¡Hola Phantomhive! ¿Y esa sonrisa? - Preguntó extrañado y entusiasmado de por fin poder volver a ver esa expresión en mi cara.

-No es nada. -Corte allí, quite mi expresión y vi para otro lado, tratando de ocultar mi sonrojo. -¿Trajiste tus libretas? -Le pregunté cambiando de tema rápidamente.

A manera de respuesta recibi un asentimiento junto una vista de su rostro sonriente, como diciendo: "Aun asi no te salvas de esta". Aun así, para mi sorpresa el camino a la biblioteca y el tiempo que estuvimos allí él no mencionó nada respecto al porqué de mi repentina expresión.

-McMillian ¿Te puedo hacer una pregunta? - Le pregunte de repente al de pecas sentado en frente de mí.

-Claro, lo que sea. - Contestó dejando de mirar su libreta y ahora mirándome a mi a la cara.

Mis nervios estaban aumentando poco a poco, no por él, si no porque sinceramente no sabía cómo se tomaría mi pregunta. -¿Tú... Has notado algo extraño últimamente en el profesor Michaelis?

-Mmm... En verdad si, aunque creo que tal vez soy solo yo pero, últimamente le he visto sonriendo mientras lee hojas, hasta le he visto con las mejillas rojas. -Confeso, como si de un secreto se tratase, mientras yo por mi lado trataba de no mostrar mis mil sentimientos causados por él recuerdo de su rosto rojo. -¿Porque? -Me pregunto de vuelta, ahora interesado en mi.

-Por nada, tan solo... también le he visto actuar extraño y quería saber si no era él único. -Mentí.

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Jueves 21 de noviembre de 1889.

No sabes cuanto agradezco que no me hayas dejado solo en estos días que tuve que quedarme en la enfermería. Y si, es bastante claro lo poco que deseo compañía, pero también he dejado claro cuando adoro la tuya, no me molesta en absoluto tenerte junto a mi cuidándome, hablándome, leyéndome y hasta alimentándome.

Pero aun así, no logro tranquilizarme si tu imagen leyendo aquellas misteriosas hojas aparece una y otra y otra vez en mi cabeza. Y de tanto que ha estado ese tema en mi cabeza hasta he empezado a pensar en cosas molestas y estúpidas.

Como la teoría de que tengas esposa y que ella te este enviando constantemente cartas... Dios, no, no quiero convertirme en el tipo que se enamora de alguien mayor y tras del hecho casado y aun peor ¡Hasta podrías tener descendencia ya!

Bien, ya basta de la paranoia, porque al fin y al cabo tu y yo jamás lograremos ser nada, soy demasiado normal, antisocial, un enano y además de todo soy hombre; así más que otra cosa tu solamente me verías como un hijo tuyo ¿No?

Y es totalmente entendible que seas tan inalcanzable por que ¿Te has visto? Eres demasiado perfecto, cada que te veo siento como si mis ojos estuviesen siendo bendecidos.

Nunca terminaría de hablarte sobre lo mucho, mucho que ansío tenerte a mi lado, poder besarte, adorarte; contemplar de manera más cerca todas tus facciones, tocar tu sedoso y algo largo cabello... tocar y acariciar tu piel, tus labios, todo tu cuerpo, quisiera poder tomar todo de ti, estar pegado a ti y saber todo acerca de ti.

Con amor, Ciel Phantomhive.

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VetitiumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora