Una mañana más... Loud?

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El sol en lo alto, relucía con su calidez habitual, iluminándolo todo, mientras las aves de fondo, cantaban una nueva y dulce melodía matutina, tan serena y tan relajante, como lo permitían sus coquetas voces. Sin dudas, una típica mañana más se desenvolvía para todos en Royal Wood, donde la tranquilidad y la calma, se mostraban como el telón principal para todos sus habitantes...

– Niños! ¡¡Arriba o llegaran tarde...!! – El grito de una voz maternal resonó, repentinamente, asustando a las aves.

Oh, bueno..., para casi todos... sus habitantes...

En una casa de un aspecto algo descuidado, un gran alboroto tomaba vuelo en el primer piso.

Una mujer de rubia cabellera, y de la quien, se podía intuir fácilmente, era quien había alzado la voz en alerta hace tan poco, iba de un lado a otro, mientras cargaba a un risueño bebe.

– Eso es cariño, mantente tranquila, mientras mami intenta poner en marcha a la familia..., otra vez... – Menciono la rubia mujer a la niña que tenía en brazos, mientras no perdía el ritmo y continuaba con sus labores hogareñas acumuladas.

– ¡¡¡Vamos niños, arriba!!! – Menciono nuevamente la matriarca para sus hijos, quienes, sin responder, parecían ignorar el llamado de su madre. – Niños no me obliguen a publicar sus fotos de cuando eran pequeños...!!! – Menciono la matriarca en amenaza, al tiempo que, en respuesta, se escuchó un repetido retumbar provenir desde el segundo piso, uno que consto de nueve golpes.

La matriarca al escuchar, aquel reiterado golpeteo resonar por sobre su cabeza, pronto un suspiro dejo escapar, y alzando su vista hacia el techo, nuevamente hablo.

– Lincoln tú también...! – Menciono la matriarca, mientras doblaba la ropa y limpiaba la cocina, todo mientras aun cargaba con su pequeña hija.

Instantáneamente luego de aquel llamado, un nuevo retumbar se escuchó porvenir del segundo piso, siendo este el décimo golpe en sonar.

– Niños... – Dijo la matriarca con una tenue sonrisa, para luego retomar un ritmo acelerado con sus tareas hogareñas.

En el segundo piso, en uno de los siete cuartos, en el más pequeño si somos precisos. Un joven muchacho de dos dígitos de edad y con un particular cabello blanco, se hallaba estirando su cuerpo pesadamente, luego de que fuese despojado de la calidez de su cama, ante el llamado de su madre.

El nombre de este joven era Lincoln, como ya lo había mencionado su madre, Lincoln Loud si agregamos su apellido, y ahora mismo, este joven muchacho de blanquecina cabellera, estába a punto de iniciar otro día junto a su familia.

– Otro día y siempre Loud... – Menciono el albino, mientras escuchaba el alboroto a las afuera de su habitación.

Soltando un extenso bostezo, mientras tallaba uno de sus ojos, el joven, pronto miro en dirección al reloj de pared que tenía colgado en su cuarto. Sorprendido al ver la hora que este marcaba, rápidamente se propuso el salir de su habitación.

– Diablos...– Refunfuño el joven albino, mientras abría la puerta de su cuarto y la atravesaba estando aun en ropa interior.

Saliendo de su habitación para encontrase en el angosto pasillo del segundo piso, Lincoln contemplo, una vez más y nuevamente, el tan cotidiano caos y alboroto que se desenvolvía en su casa, por parte de sus compañeras de piso.

– Donde está!? – Repuso una pequeña niña de rubia cabellera y de un cuarto aledaño al del albino. – ¡¡Hoy tengo que ir a un evento y necesito mi mejor vestido, para verme esplendida!! – Refunfuño la niña molesta, mientras lanzaba varias prendas por el aire.

Su hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora