Capítulo Único

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Regalo para: haruaoiakabane123

—Esto es ridículo, Hyuga—Las palabras de Hikaru parecen ir en vano cuando su hermanito ya se ha colocado en posición de pelea. Hikaru emite un suspiro frutrado, era obvio que el chico no le iba a hacer caso pero no evita molestarse por ello.

—¿Listo, Hikaru?—pregunta ahora el pelirrojo, más enfocado en lo que hace mientras toma varias bocanadas de aire, y se golpea las mejillas para bajar el color de éstas, dándose ánimos—, ¿Recuerdas lo que tienes que hacer?

—Insisto en que es estúpido—exclama—, ¡Es la idea más estúpida que has tenido! Y créeme que eso es decir mucho.

—¡Ay, vamos! ¡No es tan complicado, sólo debes empujarme a la piscina!—Hyuga reprocha, girándose para encarar al mayor.

Hikaru vuelve a negarse, pero esta vez ya no es por lo idiota que le parece el asunto, si no más bien por la seguridad de un 'brillante' hermano menor.

—¿Para qué? ¿Para que te ahoges por no saber nadar?—expresó con enfado, cruzándose de brazos—. Definitivamente no. ¿A quién crees que harán responsable si todo tu plan falla?

La estupenda idea del más pequeño era simple y sencilla, pero mal formulada. Teóricamente, debería funcionar, en opinión de Hyuga.

Ambos se encontraban en la piscina abierta al público, en uno de los extremos del inmenso cuerpo de agua, y en un sitio donde las personas escaseaban, por mera conveniencia. Justo frente a ellos, en el lado opuesto, había una silla, elevada, parecía una torre de vigilancia, y sentada en esta estaba el supervisor, Silas Karlisle; un hombre alto, de buen cuerpo, que tenía delirando al pelirrojo entre lo real e imaginario desde la última vez que fueron al lugar, sobre todo cuando traía puesto aquel uniforme del trabajo que marcaba su bien trabajada musculatura.

El plan de Hyuga era llamar la atención de aquel chico de ensueño y conseguir una cita, ¿Cómo? Muy sencillo; haciendo el cuento de "damisela en apuros".

Aunque si le salía mal, realmente se estaría poniendo en peligro.

Por eso es que Hikaru se oponía tanto a la idea.

—¡Reacciona, Hyuga, papá y mamá nos van a matar si no es que antes te mueres!—el rostro de su hermano palideció.

Podría sonar cruel, pero razón no le faltaba. Hikaru no consentía el arriesgar a su hermanito simplemente por un capricho veraniego. Era estúpido, ni él cuando estuvo en esa etapa se comportó así.

—¡Estaré bien! ¡No pasará nada!—insistió el más pequeño—, ¡Sólo debes hacer ruido y empujarme! ¡No es tan difícil!

—Ya sé, pero-…

—¡Hikaru, por favor!—Hyuga hizo un puño sus manitas, acercándose a su hermano para abrazarlo poco después, importándole poco que ninguno de ellos tenía camiseta y era algo extraño de ver para los pocos que pasaban por ahí—. ¡Eres mi hermano mayor, tienes que ayudarme…! ¡Además…! ¡No puedo confiar en nadie más que no seas tú! Por favor, Hikaru—rogó.

—Ay, no, ni se te ocurra hacerme ojitos—habló el de cabellera azul, desviando su mirada de él.

Y Hyuga, como si hubiera hablado en otro idioma, lo ignoró haciendo exactamente lo que se supone no debería. Cambiando su expresión a una que debería ser adorable, como la de los perritos cuando bajan sus orejas al regañarlos.

Pero Hikaru ya era prácticamente inmune a ello. Así que hábilmente se zafó, dándose la vuelta para irse.

—Lo siento, Hyuga, no pienso hacerlo—dijo al fin, bajando su mirada como si realmente estuviera arrepentido siendo que honestamente, le daba lo mismo.

Operación Salvavidas (Silas/Hyuga)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora