Extra.

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—Ya está —se miró por última vez en el espejo mientras esparcía la crema hidratante en los labios

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—Ya está —se miró por última vez en el espejo mientras esparcía la crema hidratante en los labios.

TaeHyung había estado junto a JeonGguk durante tres días y hasta ahora eran los mejores tres días que había experimentado en mucho tiempo.

El jueves que llegó a la casa de la familia Jeon, la madre de aquel chico lo había recibido con una gran sonrisa en su rostro, expresando su placer por volver a ver al pequeño TaeHyung; cómplice de las travesuras de su hijo. Aunque estos meses hayan hablado por videollamada y ya no queda casi nada del pequeño pelinegro.

El viernes a partir de las dos de la tarde, Jeon le había dedicado todo el tiempo que le sobraba, divirtiéndose en un árcade.

El sábado dedicaron la mañana a la llamada de sus padres mientras desayunaban, por la tarde fueron a una exhibición del cómic favorito de ambos y por noche con la energía decayendo en cada paso que daban, tomaron la invitación del señor Jeon y jugaron al parqués, además de otros juegos de mesa.

Actualmente se encontraba sentado en la orilla de la cama del menor, su vista iba de aquí para allá en él, quien se arreglaba para la salida que planeaban.

La nueva estadía de Kim ponía de nervios a JeonGguk. Recibir elogios y besos del mayor cada que hay oportunidad, le causa un colorete carmesí en sus mejillas y cuello. No tenía compasión de él.

El chico pelinegro se acercó y se detuvo entre las piernas de Kim, sus manos colándose en su cabello castaño y, obtuvo como resultado, unos brazos alrededor de su cintura.

—Te ves tan bonito —besó su cadera.

—Tú también te ves guapo —asintió, reforzando su cumplido con una sonrisa. —Ya nos podemos ir —admirándose en el espejo por última vez, esperó a que el otro se pusiera de pie.

TaeHyung, detrás de él, fijó sus ojos en el espejo alborotando su propio cabello y al estar satisfecho con el resultado, palmeó suavemente la espalda baja de JeonGguk dos veces para dirigirse hacia el campo floral.

JeonGguk estaba realmente entusiasmado.

Ver a Kim con los brazos extendidos hace un par de días aún revive en su memoria e inevitablemente una sonrisa se hace paso en sus labios. El saber que ahorró bastante dinero para aprovechar una corta estancia juntos le hacía mal a su corazón, pues sentía que pronto se le saldría de la caja torácica.

Le habían gustado personas, sí, pero nada más que eso. No pensó en una relación o algo más profundo sobre sus conquistas de adolescente, sin embargo con Kim sentía que le dolían los pómulos al no dejar de sonreír. No podía controlar sus sonrojos cada vez que tomaba su mano o dejaba besos cortos en sus mejillas. No podía controlar el temblor de sus manos y labios cuando Kim TaeHyung le dio su primer beso de reencuentro.

En el colegio tuvo varios pretendientes a decir verdad. Tanto mujeres como hombres le pedían tener el deleite de una u otra cita, él por su parte, de inmediato aclaraba el no querer tener pareja por ahora; ya era decisión de esa persona seguir teniendo la propuesta en pie o no.

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