Pov Namjoon
- ¿Seguro que estás bien? – Me preguntó Jin desde la puerta del estudio, a mis espaldas.
- Sí, estoy bien, sólo debo solucionar este verso. Ve a comer.
Pude sentir como se me quedó mirando unos segundos más, analizando si era buena idea irse, al final tomó sus cosas y salió por la puerta, dejándome solo.
En cuanto lo escuché llamar al ascensor, tomé la libreta frente a mí y la dejé caer en el bote de basura al lado mío, junto con el lápiz con el que se supone tenía que escribir el próximo mejor álbum del año...
Me dejé caer en el respaldo de la silla, con los ojos cerrados y un dolor punzante en las sienes. Los miembros no lo sabían... los productores menos, ni siquiera mi familia o mis amigos fuera de la empresa, pero desde hace un año no podía escribir ni una canción decente, todo con lo que estábamos trabajando para el nuevo álbum era hecho por Yoongi o sacado de mis viejas composiciones que estaban en espera de ser trabajadas. Tal vez Yoongi ya lo sospechaba, cuando lo notaba viéndome de reojo en el estudio y los tics nerviosos que cargaba yo últimamente, pero tenía la decencia de no decir nada porque sabía que no estaba listo para aceptarlo.
Estaba bloqueado, y no sabía por qué. Últimamente odiaba cada minuto que pasaba en el estudio, dolía no poder sentir la música como en mis años de debut, donde podía pasar diez horas componiendo canción tras canción con Jhope y Yoongi.
Necesitaba estar solo, los chicos estaban comiendo igual que los productores, así que subí a la azotea, revisando con precaución que no hubiese nadie ahí.
Estando ya recargado en la orilla y viendo las edificaciones bañadas de azul cerúleo, evité pensar en cualquier cosa que tuviese que ver con el disco, y recordé a la señorita Astrid...
Un día antes, me habían consumido las ganas de preguntarle porqué estaba llorando, pero me contuve. Sabía perfectamente que, si lo hacía, se encerraría en los muros que acostumbraba, así que con la curiosidad matándome, tuve que quedarme callado viendo como le resbalaban más lágrimas por las mejillas y lloraba en total silencio, estática, mirando fijamente sus zapatos.
Había algo en su manera de actuar que me recordaba a mí... siempre recelosa a abrirse más de lo debido con el exterior, como si escondiese algo a toda costa. Pero ¿qué?
Con todo y la curiosidad, me sentí como un completo inútil ahí parado sin saber cómo actuar; apuesto que Jimin habría manejado mejor la situación, de los siete, era el más empático con todo el mundo, la habría abrazado con cuidado haciéndole saber que podía contarle lo que quisiera, a pesar de ser dos desconocidos. Me habría gustado al menos ponerle una mano en el hombro para detener la rapidez con la que gotas caían en picada desde su rostro... pero no me pude mover, así que sólo me limité a quedarme donde estaba, al menos ya no estaría sola.
Pensar en la señorita Astrid no estaba aliviándome el punzante dolor de cabeza que estaba cargando, así que, rendido, bajé al comedor con los chicos.
El resto del día le dejé el estudio a Jhope y Jungkook, y me fui a mi estudio personal, viendo cualquier cosa que encontrase en Netflix, aunque después de tres capítulos, seguía sin pensar en otra cosa más que en el álbum y las lágrimas de la nueva traductora que tanto adoraba el señor Jang.
Cuando fue lo suficientemente tarde, tomé mis cosas y decidí darle la noche libre a Minho, mi chofer, me haría bien regresar sólo a la residencia en bicicleta. Tomé el camino largo, atravesé todo el parque que estaba cerca de nuestra casa y le di tantas vueltas innecesarias como podía, para aclarar mi mente y no regresar con un humor de los mil demonios como últimamente me ocurría, todos en casa exceptuando a Yoongi me habían estado evitando, y no los culpaba.
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Sólo dame 90 días
FanfictionAstrid se mudó a Corea huyéndo del pasado para comenzar una nueva vida, pero con una sóla promesa: No acercarse bajo ninguna circunstancia a la famosa empresa Big Hit Music, ni mucho menos, a los "siete chicos" que trabajaban ahí. Sin embargo, Ast...