Aquella tarde, "Y" había estado jugando con su pequeño conejo blanco llamado Chocolate, soltó una juguetona risa viéndo cómo éste se ensuciaba de un tono rosado al comer las fresas que le estába dando como alimento, miró unos instantes al pequeño animalito y se levantó emocionado, dando pequeños saltos.
—¡Ya sé!
Corrió con emoción desbordante hacia la alacena, buscando un pequeño bote de chocolate líquido que había comprado hace unas semanas, con la esperanza de que su pareja quisiera pasar una tarde divertida con él. Buscó un pequeño plato y la bolsa de fresas, una vez las tuvo corrió de regreso hacia su habitación cerrando la puerta de ésta con cuidado.
Ese día, "J" había decidido trabajar desde casa, ya que por la noche saldría a una "cena de negocios" por supuesto que a "Y" no lo hacía idiota, él sabía que hacía un par de meses "J" lo estába engañando, pero había tontamente, dejado pasar aquello.
Sonrió con ilusión irradiante, comenzando a poner varias fresas en el plato, virtiendo un poco del chocolate líquido sobre éstas. Estuvo comiéndolas mientras veía una película en la tv.
"Y" no tenía mal cuerpo, él mismo se consideraba atractivo y lindo hasta cierto punto, no entendía cómo es que "J" podía decir que era gordo. Aunque, lentamente aquellos pensamientos cambiaron, haciéndole sentir peor día con día.
Una tarde, "J" llegó ebrio, recién había tenido un encuentro con su amante, pero vámos, eso no lo había dejado ni por poco satisfecho. Dejó sus cosas de lado, yendo hacia la habitación, mientras "Y" se encontraba viéndo su móvil tranquilamente.
—Oh, llegaste.
Sonrió tiernamente, pero aquello cambió de inmediato al notar el estado de su pareja, la ropa desordenada y ese feo aroma a otro Omega. Definitivamente la suerte no estába de su lado, bufó con molestia tratando de ignorar al chico frente a él.
—Quítate la ropa.
Ordenó con brusquedad. Al ver la negativa de su pareja, caminó hacia él jalándolo de la playera.
—¿Acaso no me oyes?
Preguntó, mirándo al menor con intención de intimidarle.
—Hoy no...por favor...
Rogó en un pequeño susurro, bajando la mirada. No sería la primera vez que hacía eso, lo forzaba a mantener relaciones sexuales con él y claro, como "Y" era más pequeño que él en estatura no podía poner réplica u objeción.
—¡Te he dicho ya demasiadas veces que no me gusta que desobedezcas!
Gritó empujando al menor contra el colchón, comenzó a quitar su ropa a la fuerza. "Y" comenzó a llorar, aquello solo le hacía sentir naúseas de sí mismo ¿Cómo podría sentirse bien si únicamente era un juguete? ¿Acaso eso quería la vida para él? Realmente comenzaba a arrepentirse de todo.
Así pasaron varios días más, "J" llegaba ebrio, lo golpeaba y se íba a casa de su amante, dejándo al pobre "Y"... Sólo.