Parte 4

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La tarde estába lluviosa, relámpagos resonaban por la gran casa. "J" en ese momento no se encontraba pues, horas antes había salido del hogar.

Había pasado por lo menos un año, un año de que había llegado ahí, a ese maldito lugar. Si tan solo pudiera irse... Volver a su antigua vida antes de todo eso...

Se sentía destruído, física y emocionalmente. "J" por fin había llegado a casa pero, un sentimiento extraño se le instaló en el pecho, no podía ser de nuevo, "aroma a leche" pensó. Soltó un pequeño gruñido mientras caminaba hacia aquella habitación que compartía con el Omega ¿Qué había de malo con esperar una cría? Nada, realmente nada. O al menos así era para "Y", él sería feliz teniendo un pequeño cachorro entre sus brazos, lo ansiaba demasiado, quería sentirse feliz después de tanto tiempo en aquél mísero lugar. El día que supo que esperaba un cachorro trató de hablarlo con su pareja recibiendo de éste un simple: "No tengo tiempo ahora, debo salir de emergencia." y así lo dejó, ese día el pequeño Omega se sintió mal, dudó unos instantes y decidió tirar cualquier prueba que pudiese dejar al descubierto su embarazo, "lo ocultaré" pensó, aquello no sería cosa fácil puesto a que "J" tenía controlada cualquier cosa que hiciera. Los días transcurrieron y cualquier pizca de esperanza que hubiera por tener ese cachorro cada vez desaparecía más, los golpes tenían más constancia pero hacía lo posible por que ninguno de los golpes fuera a dar a su vientre, él no perdería tan fácil la esperanza.

Esa tarde, "J" entró bastante molesto a la habitación, en busca de eliminar cualquier cosa que pudiera hacerle "mal" a su ahora dudosa pareja. Porque ya parecía más un prisionero pero aquello no lo iba a aceptar. Tomó del cuello al Omega, pegándolo a la pared con violencia.

—¡¿Planeabas ocultarlo por mucho tiempo, ah?! ¡Responde!

Gritó, asustando al Omega, bufó molesto al no obtener ninguna respuesta, dejando caer al suelo al menor.

—¿Que puta parte no entiendes? Nadie va a querer a un estúpido Omega inútil. Tan solo mírate, eres un asco, simplemente generas asco.

Miró al menor quien yacía en el suelo, tosiendo y tratando de recuperar el aire arrebatado

—¿Tanto lo quieres? ¡¿Tanto deseas esa put*∆ criatura?!

Gritó aún más molesto, pateando al menor con fuerza, causando que éste se hiciera una pequeña bolita. "J" sabía realmente cómo lastimar al menor.

—Espero que ésto te sirva de lección, yo no quiero crías.

Miró desde arriba el inconsciente cuerpo del menor para luego levantarlo con delicadeza, dejándolo sobre la cama, ya vería como eliminar a esa cría de su vida.

Pasaron un par de horas y el menor seguía sin responder, causándole una pequeña preocupación al mayor quién decidió que era mejor llamar un médico. Al parecer no era nada grave, solo dejaría medicamento para el dolor y una que otra cosa más.

Horas más tarde, el menor despertó un tanto asustado, miró su vientre y soltó un pequeño sollozo. Podía sentir a su lobo llorar, definitivamente... Había perdido al cachorro.

Las fresas con chocolate no son para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora