Capítulo 21

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----------Narra Brody----------
Me despertaron unos infernales toquidos en la puerta que sonaron más fuertes de lo que pretendían. El problema cuando tienes jaqueca es que todo suena más fuerte de lo que es en realidad, ¿sabes?
Hundí la cabeza bajo las mantas, esperando que quien fuera se marchara. Después de tres toquidos, y algunos timbrazos, se me ocurrió que tal vez mi madre se había dejado las llaves dentro, y bajé de mala gana.
Antes de ir a la puerta, me eché un vistazo en el espejo del baño, (porque vanidad). Me veía terrible: mis ojos estaban enrojecidos, tenía ojeras, estaba despeinado y más pálido de lo usual.
Me acerqué a la puerta caminando como zombie y abrí.

-Madre, ya te he dicho que...-alcé la mirada.

No. No era mi madre. De haber tenido fuerzas para enrojecer, lo habría hecho.

-Lo siento, Brody. No soy tu madre.-Carrie rió suavemente.

-¿Carrie?-pregunté, sin poder ocultar la sorpresa. -¿No deberías estar en el colegio?

-Sí, en efecto debería. Pero he decidido venir aquí y cuidar de mi novio. Escuché por ahí que habías pescado un resfrío...

-Jaqueca.-aclaré.-Pero ya estoy mejor, gra...

Y como sólo yo puedo tener tan mala suerte, comencé a sentir unas punzadas impresionantes en la cabeza. Una vez más.

Me apoyé contra la puerta, gritando como histérico. Okay, tal vez exageré. Pero en el fondo, no me molestaría que Carrie se quedara aquí y cuidara de mí.
Se acercó a mí y me tomó del hombro.

-¡Brody!-exclamó, asustada.

Nos quedamos ahí unos segundos, hasta que pasó. La cabeza aún me daba vueltas cuando me hizo entrar a la casa. Me tumbé en el sofá, y ella fue a la cocina. Me dijo algo, pero no alcancé a entender qué.
Algo sobre un remedio casero. A Susie le encantaban esas cosas... el sólo imaginarla hizo que me doliera más.

Desde donde estaba tumbado, podía ver las piernas de Carrie. Las movía suavemente mientras preparaba su remedio. Incluso, tarareaba un poco. Su tranquilidad me hizo sonreír.

Entró en la sala con una taza en la mano, y me pescó así, sonriéndole como idiota. Esbozó una sonrisa torcida también.

-¿Por qué me miras así?-preguntó extrañada.

-Porque eres hermosa.-sonreí aún más.

No veía con claridad, la imagen se hacía borrosa, pero Carrie parecía un ángel. Un ángel de cabello largo y sonrisa teñida de rojo que había venido cuando sentía que me moría (literalmente).
Enarcó una ceja.

-¿Tan mal estás?-preguntó.

-Es en serio, Carrie.-respondí, indignado.-Carrie... tienes un bonito nombre...-sentí cómo comenzaba a perder la voz.

-Vale, escucha, Brody, debo llevarte a tu cama, aquí abajo hace frío.

Pretextos, duh. Estiró el brazo hacia mí y me sujeté. Haha. Me llevaría a mi cama. Cómico. Se me ocurrió un centenar de cosas que podríamos hacer ahí y ninguna involucraba beberse un té. Entonces, las imágenes de lo que habíamos hecho la noche anterior salieron disparatadas hacia mi mente, y sentí una punzada más fuerte.
¿En verdad fue real? ¿En verdad tuve tanta suerte de que el ángel de labios rojos fuera la primera?

Tiró de mí mientras subíamos las escaleras. Hice lo que pude para ayudar, pero todo mi cuerpo hormigueaba.

Me dejó caer sobre la cama, y se apoyó en la mesilla de noche para recuperar el aliento.
Volví a sonreír.

-Gracias, Carrie.-me miró, y sonrió de vuelta.-En serio.

Acercó los dedos a mi mejilla y la acarició.

-Descansa, Brody.

Se dirigió hacia la puerta, y se detuvo ahí. Se volvió hacia mí.

-Brody, sobre la otra noche...

-¿En verdad ocurrió?-comenzaba a sentir que se me cerraban los párpados.

Carrie se mordió el labio.

-Sí. Sólo quería decirte... que fue especial. Y fue mágico.-escuchaba sus palabras como si estuviera bajo el agua.-Tú fuiste el primero.

Lo último lo dijo tan suave que por poco y no lo escucho. Sonreí débilmente.

-Debo estar muy mal si no puedo recordarlo, ángel.-en este punto, ya no pensaba lo que decía.

Carrie me miró con expresión de cierta lástima. Se acercó y se sentó junto a mí en la cama. Me tomó la mano entre las suyas. Sus manos eran tibias.

-En ese caso, me quedaré, amor.-dijo.

¿Amor? ¿Me había llamado amor? La palabra era tan dulce saliendo de sus labios. Sonreí. Debía tener un aspecto terrible. Y ella era hermosa. Y ella me amaba. Y yo la amaba a ella.
Y estaba comenzando a perderme.

Lentamente, me deslicé hasta quedar con la cabeza apoyada en su regazo. Cerré los ojos. La sentí apoyar los labios sobre mi mejilla.
Olían al té de limón que acababa de preparar.
Los probé un instante antes de quedar completamente inconsciente.

No es sólo un hermano♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora