Capítulo 1.

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Kate Clark.

Tengo un vacío en el pecho, mi mente me atormenta con los recuerdos del chico que me gusta y no puedo tener.

Su recuerdo me rompe por dentro, las risas, las bromas, los besos detrás del instituto o las salidas a pasear al mar o a la librería me terminan de romper, sus frases de amor que terminaron siendo una completa farsa, me lastiman y todo eso me obligó a tomar una decisión precipitada, como lo es salir de New York y viajar a Italia.

Mis ojos se vuelven a cristalizar y ya es común creo, llevo así desde que salí de New York, el vuelo es algo corto para mis vuelos vacacionales, la diferencia aquí es que viajó sola, mis padres están en New York junto a mi hermano mayor Matthew.

Sollozo ante el recuerdo de Laia en el aeropuerto, los abrazos de Diana, los besos de papá y mamá, las preguntas de Matthew sobre el porque de mi repentina decisión y el sin mirarme me están matando, pero a la vez creo que es lo mejor, tampoco quise Vero, evite mirarlo directamente en todo momento, eso era demasiado para mi, iba a ser demasiado doloroso y no hubiese podido controlar mis ganas de llorar y gritarle que es un cobarde.

Levanto la mirada y observo como la azafata me mira preocupada, la pobre no ha dejado de mirarme desde que subí al avión y rompí en llanto, tal vez se le haga raro el ver a alguien llorar tanto o tal vez piense que estoy loca.

- Señorita ¿se encuentra bien? - pregunta con un tono indiferente, me imagino que debe usarlo por su trabajo y aunque su tono sea ese sus ojos me gritan lo preocupada que esta por mi.

El cabello rubio esta amarrado en un moño alto sin dejar una sola hebra de cabello dorado suelto, los ojos azules me analizan por varios instantes y terminó negando.

- Estoy triste por la despedida con mi familia - murmuro y no es mentira, en parte eso también me tiene mal.

Ella mira a los lados en busca de no sé que, pero finalmente suspira - ¿Te molesta que te de un consejo?

Niego - No tengo problema, dime.

- Puedes huir una y mil veces, el dolor no pasará hasta que te enfrentes a eso que te atormenta, huir es de débiles, hacer frente es de valientes.

- No soy débil - respondo cortante.

- No dije que lo fueras, no me lo tomes a mal, pero eres una niña ¿Que edad tienes? ¿Quince, dieciséis años?

- Dieciséis.

-¿Lo ves? Eres joven y tienes toda una vida por delante, te daré un consejo, es asunto tuyo si lo sigues o no. - avisa  - Vive cada instante de tu vida como si fuera el último, no se lo que te pasó, no te conozco de nada, pero puedo decirte que puedes llorar todo lo que quieras, porque no esta mal, lo que esta mal es estancarse y no seguir - me toma la mano y me da un pequeño apretón. - Estas preciosa, vive tu vida y no te detengas - murmura dedicándome una sonrisa antes de alejarse.

- Gracias - murmuro y se gira despacio.

- Es un placer.

Sin más se aleja hacia la cabina trasera.

Clavo mi mirada en la ventana y pienso en lo que haré cuando llegue a Italia.

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La voz del piloto anunciando que estamos apuntó de aterrizar logra despertarme.

Desde que subí al avión no he hecho nada más que atormentarme a mi misma con cosas que no tienen sentido, he pasado de hecharme la culpa, a llorar, a hecharle la culpa a el, a odiarlo, a odiarme y por último termine quedándome dormida con la cabeza pegada a la ventana.

¿TE AMO? (#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora