Judd una joven adulta que se consideraba a sí misma normal (como generalmente se ven las mujeres a sí mismas, menos hermosas de lo que son), no era exuberante, sin embargo su belleza era diferente, dondequiera que llegaba siempre había alguien que le pregunta de dónde era; podía fácilmente hacerse pasar por una escandinava, italiana, e incluso francesa, pero ninguna de estas nacionalidades era la suya, ya ni siquiera recordaba cuál era la suya.Ninguno de sus rasgos le hace justicia a la belleza de su interior, aunque rota, Judd era la persona más afable, afectuosa y prudente, amaba trabajar como au pair de los Barnes en Londres, los cuales siempre la hicieron sentir parte de su familia; ella era una apasionada de la lectura y la música, aunque también tenía dones pasteleros que no ejercía muy a menudo.
Se fue a Londres cuando tenía 18 años, luego de que su madre muriera en un accidente de avión, aunque seguramente hace mucho que ella ya no formaba parte de su vida. Su madre era su único familiar conocido, siempre se consideró un "alma libre", viajaba por todo el mundo solamente con un bolso y unos cuantos cambios de ropa, así que nunca le dio mucha información sobre su origen o historia.
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En los últimos años de su madre, se asentaron en las costas de Portugal, donde Judd aprendió a hablar portugués y conoció a Margie una amiga de la juventud de su madre. Todas vivían en una casa cerca de Praia do Amado, donde siempre habían tanto lugareños como turistas surfeando. Aunque Judd tenía la vida soñada de cualquier adolescente, se sentía vacía, sin raíces, cada vez que pensaba que podrían establecerse, su madre emprendía una ruta nueva.
Una vez fue encontrado y cremado el cuerpo de su madre, Margie le entregó una carta a Judd, en el frente tenía escrito: para mi pequeña colibrí, a la chica se le hizo peculiar que su madre la llamara así después de tanto tiempo; sin embargo la tomó y la dejó sobre el tocador. ¿Qué querría decirle su madre en esa carta?
A la mañana siguiente Judd se levantó temprano y bajó a la cocina, allí estaba Margie haciendo haciendo café, la joven la abrazó y se acercó al refrigerador, tomó yogurt natural con fresas, caminó hacia la isla y se sentó a comerlo.
—Oye, come algo salado también.— dijo Margie ofreciéndole tostadas y jamón.
—Gracias...— respondió Judd, antes de morder un trozo de pan.
—¿Leíste la carta Judy?
—Aún no, supongo que si ella hubiera querido decir algo, lo hubiera hecho antes de morir, ¿no crees?— la chica se frotó un ojo y continuó comiendo.
—Para ella tampoco fue fácil, ella...
—Lo sé.— interrumpió Judd. —Simplemente me hubiera gustado entenderla mejor.
—Yo también Judy. Tu madre era la mujer más extraña e impresionante que pude conocer. Hay muchas cosas que no te contó, tal vez puedas encontrar respuestas en esa carta.— Judd suspiró.— Sabes que te amo como a una hija Judy y que tu madre fue la mejor amiga que pude tener. Sólo quiero que tengas las ideas más claras.
Judd sólo pensaba en el hecho de que si leía la carta de su madre, entonces estaría verdaderamente muerta.
—Está bien Margie, sólo quiero estar sola y pensar antes de leerla.
—Muy bien, descansa, o sal a caminar un rato; yo iré a atender la tienda, si necesitas algo llámame.— Margie tomó la taza de café y la puso en la isla frente a Judd; besó su frente y luego se fue.
No había nada claro en la mente de Judd, su madre nunca dijo nada de su pasado, en su mente pasaban muchas preguntas, ¿por qué escribiría una carta para que se la entregaran luego de su muerte? ¿Cómo podría saberlo? ¿Habría alguna otra explicación? Incluso después de todas esas interrogantes, decidió no abrirla todavía.
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Heridas
Roman d'amourUna vida oculta, una madre que aunque estuviera allí, siempre estaba ausente; viajes y más viajes, hicieron de Judd una caja de oro, que aunque hermosa, estaba vacía. Ella emprende una búsqueda luego de tener revelaciones por medio de una carta, qui...