Dios me odia.

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Era mi cumpleaños. Mamá abrió la puerta de mi cuarto, se sentó a un lado mío y me despertó -Cielo ¿sabes que día es hoy? Levántate vamos- me dijo con su voz suave y alegre. Mi madre era la mejor, siempre me despertaba todas las mañanas sentada junto a mi, acariciándome la cabeza y dándome alguno que otro beso en la mejilla para poder despertar. Su voz era tan linda que no me molestaba en absoluto, de hecho era mi parte favorita del día. Todas las noches me acostaba esperando que amanecería solo para poder escuchar su dulce voz diciéndome -Cielo, levántate, ya a amanecido, será un día increíble vamos.-
Giré mi cabeza y entonces la vi, la luz del día iluminaba su bello rostro y su pelo negro oscuro, podía ver su sonrisa mientras ella me veía con ojos de amor, como si le encantara al igual que yo, venir desde temprano y levantarme. Me senté en la cama y entonces la abracé -¡Es mi cumpleaños!- expresé con felicidad y una sonrisa en mi rostro, mi madre me devolvió el abrazo y entonces me dio un beso en la frente, se levantó de la cama y levantó un poco más las cortinas para que la luz iluminara lo que faltaba del cuarto. Podía ver a mi madre, alta y delgada, su cabello era corto, le llegaba a los hombros, y su piel, su piel era suave y blanca. Sus ojos marrones eran tan lindos, me gustaba mirarlos, me hacían sentir querida, esos ojos me decían lo mucho que mi madre me amaba incluso si ella no lo mencionaba algunas veces en el día.
Por fin me levante de mi cama, me puse mis pantuflas afelpadas de color rosa pastel y caminé hacia la puerta -Vamos mami, hay que ir con papá para desayunar- estaba realmente feliz, mis cumpleaños me encantaban. Me encantaba recibir el amor de mis padres, me hacía sentir muy especial. Todas las noches que mis padres me arropaban para dormir, solíamos rezar y pedir por nosotros, yo le agradecía a Dios por haberme dado unos padres tan maravillosos los cuales me llenaban de amor.
Mamá me tomo de la mano con una sonrisa en su rostro y bajamos las escaleras. Me gustaba bajar saltando de una en una, era divertido aunque a mi madre le preocupaba que pudiera caer y lastimarme.
Llegamos a la planta baja de la casa, mamá se dirigió a la cocina por los platos y la comida para desayunar, unos pocos minutos después papá salió de su oficina en el cuarto de abajo a la derecha y fue corriendo hacia mi, me abrazo y después me cargo en sus brazos mientras giraba. Estaba realmente feliz.
-¿Quién cumple años hoy?- pregunto con una sonrisa en su cara
-Yo, yo!- respondí con emoción mientras me ponía devuelta en el suelo y brincaba de felicidad.
-Oh mi pequeña princesa, te amo tanto, feliz cumpleaños- se dirigió de nuevo a su oficina y después salió con sus manos hacia atrás, escondiendo algo. Un regalo
-Te he comprado un obsequio, espero te guste princesa- dejo de esconder sus manos y me enseño aquel obsequio
Ese obsequio fue algo hermoso para mi. Era una muñeca de porcelana igual a mi. Tenía el pelo negro, largo y con rulos. Sus ojos cafés, grandes y brillantes, igual que los míos, su piel, blanca y suave, algo fría, y una sonrisa que expresaba felicidad. Mi felicidad. Vestía un hermoso vestido negro de seda con encaje blanco en la parte del cuello y unos zapatos negros que hacían juego con este.
-¡Soy yo en muñeca! ¡Es realmente bonita!- la tomé entre mis manos y la observé con tanto amor y emoción hasta que finalmente abrase a mi papá y le sonreí.
Mamá salió de la cocina y también sonreía, abrazo a papá y le dio un pequeño beso, después me miro con tanto amor que me era difícil no sentirme tan emocionada y feliz. Me abrazo y después mi papá nos tomó a las dos y nos dio un fuerte abrazo
-Las amo tanto mis bellas princesas- expresó mientras nos miraba y sonreía.
Nos dirigimos a la mesa y después comenzamos a desayunar, mamá había hecho waffles con frutos rojos y crema batida, unos emparedados de queso, huevos estrellados y tocino, con un rico jugo de naranja. Siempre me apresuraba a acabar todo lo antes posible para saborear el dulce sabor de aquellos waffles, a mamá siempre le quedaban increíbles y deliciosos, era difícil no querer comer uno.
-Bien ¿qué tal si hoy salimos de compras a algún lugar?- Mamá tomo la mano de papá y volteo su miraba hacia mi
-Si!, será muy divertido, por favor, por favor- mire a mi papa emocionada, esperando a que su respuesta fuera si
-De acuerdo, de acuerdo, si ambas me lo piden como podría negarme- papa nos tomo a ambas de las manos y sonrío
Tomé un baño y después mamá escogió alguna ropa linda para ponerme. Me cambie y después mamá me ayudo a peinarme, no me gustaba del todo tener mi pelo recogido, los chongos hacían que mi cabeza me doliera, además me gustaba que mis pequeños rizos del pelo se hicieran notar, así que mamá me hacía dos trenzas y las amarraba hacia atrás para dejarme el pelo suelto. Bajamos las escaleras y papá nos esperaba en la sala.
Tenía puesto un traje de tres piezas, un saco, un chaleco y un pantalón de vestir, todas las piezas excepto el chaleco, eran de color negro, el chaleco era de un tono gris algo oscuro y llevaba puesta una camisa de vestir blanca acompañada de una corbata negra. Tomo su sombrero negro del perchero y le dio un beso a mamá
-Te ves muy linda cielo- su cara expresaba tanto amor hacia mi mamá, se veía tan enamorado.
-¿Y yo? ¿También me veo linda papi?- pregunte mientras me acercaba a él y lo abrazaba
Me cargo entre sus brazos y me dio un beso en la frente -Te ves preciosa, princesa-
Abrió la puerta y mamá y yo salimos de la casa, después abrió la puerta del coche a mamá y a mi y luego subió el. Me gustaba mirar por la ventana del auto, a veces me gustaba sentir el viento tocando mi piel. El clima normalmente era algo fresco y de vez en cuando hacía algo de calor, el sol salía e ilumina algunas partes de la ciudad.
Llegamos a la plaza comercial, papá abrió la puerta de mamá y la mía y bajamos del auto, yo estaba muy emocionada, tal vez podía comprar algo que me gustara mucho y quedármelo por siempre, mamá me tomo de la mano y papá la tomo de la cintura. Caminamos hacia la entraba y tomamos el elevador que llevaba a la planta alta. Mamá compro algo de maquillaje y algunas blusas de diferente color y estilo, se veían tan frescas y elegantes, tan bonitas y ligeras, realmente encajan con el estilo de mamá, papá compro un reloj de mano, ya tenía bastantes pero le encantaban y no podía evitar comprar uno cuando lo veía.
Papá me compro un par de zapatos rosas con blanco, eran muy lindos y encajaban perfecto conmigo, también me compro dos vestidos uno rosa y otro morado. Estaba feliz, tenía ropa nueva para usar cuando saliéramos de nuevo, mientras caminaba tomada de la mano de mamá vi una tienda de peluches y pude notar un oso de felpa, blanco y enorme, no pude evitar sentir tal emoción por ese oso, me encantaba, era simplemente increíble y no podía dejar de imaginarme durmiendo con él mientras lo apapachaba, se veía tan suave y esponjoso. Papá noto mi emoción así que decidió comprármelo como un regalo más de su parte por mi cumpleaños. Estaba tan emocionada, tendría a alguien que me hiciera compañía todas las noches mientras dormía, y como dije antes, era realmente suave que no podía evitar dejar de acurrucarme en el. Salimos del centro comercial y subimos al auto. Papá pago el estacionamiento y condujo hacia nuestra casa, ya era algo de noche, para ser exacta recuerdo que eran las 10:00 p.m. Me gustaba la noche, durante ella podía ver las luces que iluminaban la ciudad, me parecía algo muy hermoso.
Llegamos a casa y papá bajo del auto, abrió la puerta de mamá y la mía y ambas bajamos, yo no podía dejar de acurrucarme en mi oso de peluche, estaba tan concentrada en el que le pedí a mama que me arropara para dormir y poder acariciarlo más. Subí las escaleras con cuidado y me fui a cambiar mi ropa, me puse mi pijama de cuadros rosa con negro y me fui a la cama, mamá llego unos minutos después y se recostó a un lado mío
-¿Te gusta tu oso cariño?- pregunto mientras me arropaba
-Es muy suave y lindo, amo mucho al señor Yogi- abrase a mi oso de peluche y sonreí.
-Bueno, espero que el señor Yogi te haga compañía todas las noches y puedas tener muy bonitos sueños junto a él- mamá me acaricio la cabeza y me dio un beso en la frente. Después encendió mi luz de noche y apago el foco de la habitación, cerró la puerta y bajo las escaleras.
Escuche algo que parecía ser alguien llorando y me desperté, me levante de mi cama y salí descalza de mi habitación, abrí la puerta con cuidado, me dirigí a la habitación de mis padres pero no estaban ahí, así que con cuidado baje las escaleras mientras trataba de acercarme al ruido que parecía más una persona llorando y sollozando. Me asomé por una de las rejillas de la escaleras y entonces pude ver algo, pude a ver a mi madre hincada en un rincón, mientras lloraba con una expresión de desesperación y después a mi padre saliendo de su oficina mientras llevaba cosas en las manos, detrás de él había un hombre armado, tenía una capucha negra y ropa de igual color, después de la habitación de la izquierda salió otra persona, tenía un arma y al igual que el otro hombre, vestía ropa negra y tenía puesta capucha que cubría su rostro excepto los ojos.
Papá les dio las cosas a aquellos sujetos mientras las metía un una bolsa grande de color negro y se hincaba al lado de mamá.
Baje un escalón más para poder ver un poco más de lo que sucedía, los hombres estaban colocando todo lo que tenía valor dentro de la bolsa, en un momento mamá volteo un poco su miraba y logro verme, quise moverme y bajar e ir con ella pero antes de que lo hiciera ella solo giro lentamente su cabeza, como si tratara de decirme -No lo hagas cariño, mami está bien ¿okey?
Yo solo me quede inmóvil en esta pequeña esquina mientras miraba por la abertura del barandal. Los hombres se distrajeron un poco mientras guardaban las cosas que faltaban. Papá trato de levantarse con cuidado y tomar algo con lo que defenderse de aquellas personas, mamá solo estaba asustada de que algo peor pudiera pasar. De pronto, de un momento a otro, papá tomo una barra de metal que estaba tirada en el suelo no muy lejos de él, aquel objeto con el que los hombres habían forzado la puerta trasera de la casa, corrío hacia uno de los hombres y lo golpeó en la cabeza, este cayó al suelo, se veía algo aturdido y se quejaba un poco del dolor.
-hijo de perra- expresaba entre quejidos y molestias mientras tocaba su cabeza y la apretaba.
El otro hombre salió y corrió hacia mi papá, forcejearon un par de minutos y entonces papá logro golpearlo de nuevo solo que ahora en el estómago, este cayó al suelo con algo de molestia y después papá lo golpeó en la cabeza con la barra. El hombre simplemente calló completamente al suelo, inconsciente.
Tomo su celular lo más pronto posible y llamo a la policía.
-Hola, si. Alguien puede escucharme, por favor necesito que manden ayuda, han entrado a mi casa dos hombres armados, mi hija esta dormida arriba y mi estaba está asustada, por favor necesito que vengan lo más pronto posible-
Después de dar la dirección de la casa y hablar unos pocos minutos más, colgó el teléfono y miro a mamá. Ella seguía llorando, estaba muy asustada, papá trato de calmarla pero en un instante mama grito y cuando papá volteo su miraba uno de los hombres lo golpeó en la cara, papá cayó al suelo algo aturdido y trato de levantarse lo más rápido que pudiera. No temía por el, temía por lo que le pasara a su amada esposa y sobre todo, a su única y amada hija.
El hombre siguió golpeando a papá mientras lo insultaba. Mamá se paró en un instante de adrenalina por el miedo que sentía. Trato de detener al hombre pero este la empujó y ella cayó al suelo, papá aún seguía algo consiente, aprovecho el momento en el que el hombre se distrajo con mamá para golpearlo, pero entonces alguien lo apuñalo por detrás. Era el otro hombre que había caído inconsciente después de ser golpeado dos veces por papá, se había levantado y habría aprovechado el momento en que mi padre se distrajo para poder atacarlo. Mi padre solo soltó un quejido y mi madre trato de gritar pero se llevó las manos a la boca mientras entraba en desesperación y lloraba en silencio. Yo estaba asustada, realmente asustaba, tenía mis manos en la boca para no hacer ruido, si me pasaba algo a mi, mamá estaría aún más destrozada y lloraría más, no me gustaba verla llorar. Mis lagrimas caían al suelo de la escalera, mis ojos comenzaban a ponerse llorosos y la vista se veía borrosa debido al agua que los cubría, mis manos estaban temblando y mi cabeza estaba hecha un lío, no podía hacer nada, solo era una niña, su fuerza me superaba y estaba realmente aterrada.
Papá cayó al suelo, estaba de cuclillas y tenía su mano puesta en la herida que aquella persona había causado.
-Esta bien cariño...n-No llores...yo...estoy bien...okey- sólo podía escuchar a papá decirle aquellas palabras a mamá mientras él cada vez sangraba más.
-No es bueno mentirle a tu esposa lo sabias- uno de los hombres hablo y de pronto en un instante disparó el arma.
Papá cayó al suelo y solo pude ver un charco de sangre salir de su cabeza. Estaba tirado en el suelo, manchado de sangre y completamente...completamente... muerto. Papá había muerto.
Mamá solo lloro, apartó sus manos de su boca y soltó un grito de dolor tan desesperante que no podía salir su voz. Su dulce voz ahora no se escuchaba, en su lugar se escuchaba una voz quebrada y llenar de desesperación y dolor. Sus ojos brillantes ahora eran rojos debido a que no paraba de llorar.
-oh, no llore linda mujer, verá a su esposo en poco tiempo, en realidad justo ahora- el hombre disparó de un momento a otro, pero esta vez disparó al pecho de mamá. Ella soltó un quejido de dolor mientras tocaba su pecho con preocupación y miraba su mano manchada de sangre, volteo su miraba hacia la esquina de la escalera en donde yo estaba y de nuevo volteo su miraba al cuerpo ensangrentado de mi papá.
El hombre volvió a disparar por segunda vez pero esta vez fue a la cabeza de mi mamá. Ella cayó el suelo y la sangre comenzó a salir de su cabeza al igual que de su pecho.
Los hombres tomaron las cosas y se marcharon lo más rápido que pudieron. Me quede en la escalera, sentada mientras seguía mirando los cuerpos de mis padres, tirados en el suelo, cubiertos de sangre. No podía llorar, a pesar de que vi como mi madre era asesinada por dos hombres armados y recibía dos disparos, mis lágrimas no salían, mi cara estaba manchada por mis lagrimas secas, mis ojos estaban rojos pero mis lagrimas no salían mas, mi cabeza estaba hecha un lió, dolía, mi pecho dolía, mis ojos me ardían, pero no pude llorar. Me paré y baje de escalón en escalón mientras seguía con la mirada fija en mis padres, me acerqué a ellos y entonces lo vi. Mis padres ya no estaban, ellos me habían dejado y no por voluntad, mi madre... sus ojos no brillaban más. Su piel ahora era totalmente pálida, su cabello lacio estaba enmarañado y cubierto de sangre. Ahora sus ojos solo me decían que ella había muerto, que ya no la vería más, que no podría volver a escuchar su voz suave y dulce levantándome todas las mañanas y diciéndome Te amo. Sus ojos estaban apagados, ya no podía ver si me amaba o no, porque ya no estaba aquí.
Mis piernas dejaron de funcionar y caí al piso, no reaccioné, solo me quede mirando segundo tras segundo a mis padres, en el suelo, mi cuerpo no se movía, no respondía, mi cerebro no pensaba, no reaccionaba.
-Mamá...¿ahora quien me arropará todas las noches?- dije mientras estaba tirada en el suelo, de cuclillas y sin moverme
Estuve así un par de minutos hasta que la policía llegó, abrió la puerta con un forcejeo y entonces me vieron. Sentada en el suelo, observando.
-Pequeña ¿te encuentras bien? ¿Estas herida?- pregunto tras pregunta las cuales no logré responder, en realidad no lograba escuchar nada, solo voces lejanas que no lograba comprender.
Llegue a la estación de policía, en realidad no logro recordar como fue que llegue, tampoco me importo, mis papás habían muerto, no tenía una casa a la cual volver, y aunque así fuera, no sería lo mismo, mis papás eran especiales para mi, eran lo que más quería en el mundo, ellos eran mi casa, ahora que no estaban, ya no tenía un lugar para ser amada.
-Por favor, dígame que está bien, se lo ruego- a lo lejos, una voz se escuchó, era una mujer, estaba desesperada
-Ella...se encuentra bien, no tiene heridas, pero no a respondido ni hablado desde que la encontramos en el lugar, tal vez usted pueda hacer algo- otra persona más hablo, abrió la puerta y entonces la mujer entró
-Oh por Dios, mi dulce y bella niña- comenzó a llorar y luego me abrazo
No pude reaccionar, mi cuerpo seguía sin moverse, no podía negar o aceptar aquel abrazo, tampoco pude llorar.
-¿Quién eres?- pregunte yo, mi voz salió, sin ningún ánimo o sentimiento alguno.
-cielo...soy...soy yo, tu tía Emily ¿no me reconoces?- la mujer cambió su tono a uno de preocupación y su miraba expresaba tristeza
-Si, te recuerdo- la mujer me tomo de la mano
-Te llevaré a casa cariño, está todo bien ¿okey?- la mujer trato de sonreír pero su cara aún expresaba tristeza, sus ojos estaban llorosos y su voz se quebraba de momentos.
Casa...no tenía casa, no volvería a tener casa.
La mujer abrió la puerta, el lugar era algo grande y espacioso, muy luminoso. Me tomo de la mano y me llevo hacia la habitación de arriba, abrió la puerta del cuarto y entonces me dejo un momento en la entrada para tomar a aquel oso de peluche blanco al que nombre Yogi.
-Estoy segura que el señor Yogi te hará sentir mejor- la mujer sonrió y lo acerco a mi esperando que lo tomara entre mis brazos.
Tomé al oso y lo abrase sin sentimiento alguno, aunque era suave, no podía sentirlo.
-Tía...¿acaso este es mi castigo...?- de mis ojos, las lagrimas comenzaron a salir, pero mi cuerpo seguía inerte, y mi voz y ojos no expresaban sentimiento alguno.
-Castigó...no...no cielo, de que hablas- la mujer cambio de nuevo su rostro a uno de preocupación y me tomo de los brazos mientras trataba de no llorar.
-Siempre...fui una buena niña...siempre hice caso a mis papás...¿nunca hice nada malo verdad?-abrase aún más a mi oso de peluche
-No cielo...tu...tu no haz hecho ningún mal, eres una buena niña- acarició mi cara y comenzó a llorar -una muy buena niña-
-Si soy una buena niña entonces porque mis padres murieron... porque me dejaron...porque me los quitaron...quiero a mi mamá, quiero que me arrope de nuevo en las noches y me levante cada mañana, quiero a mi papá, que me abrase fuerte y me haga girar por el aire, que me sonría y me bese la frente otra vez-
-¿Dios...dios me odia y por eso me ha arrebatado a mis maravillosos padres?- mis ojos seguían llorosos y mis lagrimas no dejaban de caer al suelo y mojar mi cara
-No...no cielo- la mujer comenzó a llorar más y entonces me abrazo lo más fuerte que pudo, como si sintiera al igual que yo, la desesperación y el dolor de haberme queda huérfana, sola, sin amor de mis padres, y con la culpa de haber hecho algún mal para merecer esto. -Dios...dios no te odia- me beso la frente y continuó abrazándome.
Si dios no me odiaba entonces porque me había arrebatado a mis padres, porque me había dejado huérfana, siempre fui una buena niña, siempre amé a mis padres tanto como ellos me amaban a mi, nunca le hice daño a nadie, nunca fui una niña mala y aun así estaba recibiendo un castigo que no sabía si merecía o no. Tal vez esa noche pude no haberme acostado temprano, pude haberme quedado con mis padres y morir junto con ellos, sentiría el dolor que ellos sufrieron, sentiría la desesperación que ellos sintieron, pero al menos no estaría sola, estaría con ellos en algún lugar lejano, en algún lugar después de la muerte, siendo amada por la eternidad. Si, yo debería haber muerto con ellos, pero ahora este era mi castigo, el castigo de saber que nunca mas sentiría aquel cálido amor que mis padres me daban.
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-Mami...papi...¿pueden abrazarme de nuevo? Yo...aún los necesito, por favor, prometo ser una niña buena esta vez-

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⏰ Última actualización: Jun 16, 2022 ⏰

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