Punto de partida

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Eran las cinco y media de la mañana cuando el reloj de Maria sonó, advirtiéndole de que otro día empezaba, y que debía levantarse por mucho que quisiera seguir soñando.
Maria abrió los ojos, aún tumbada en la cama y respiró hondo, sin ningún tipo de expresión, y al tercer timbre de la alarma, se incorporó y la apagó. Se quedó sentada en la cama, mirando por la ventana, aún era de noche, se preguntaba cómo sería levantarse por los rayos del sol dándote en la cara, y no por la alarma y siendo aún de noche, pero como era algo que no conocía, se limitó a dejar de imaginarlo. Se puso de pie y comenzó con su rutina de siempre, y cuando digo siempre, es porque Maria hace la misma rutina desde que tiene seis años. Abrió su armario y sacó una camisa blanca y una falda negra, toda su ropa eran literalmente camisas y falsas, menos un par de vestidos oscuros también para ocasiones importantes, también tenía algunas americanas. Se agacho y cogió unos tacones bajos, también negros, y después cerró el armario. Dejó todo sobre la cama y los tacones a los pies de esta. Una vez hecho eso, fue a la cajonera y sacó un conjunto de ropa interior negra también, la cual dejó sobre la cama con el resto de ropa, y se quedó mirando todo. Maria muchas veces había fantaseado con ir de compras con amigas y probarse un montón de ropa de colores y de diferentes tamaños y formas, pero eso nunca sucedió ni sucedería, ya que con la única persona con quien iba de compras era con su madre, a la misma tienda siempre, una de trajes, y no tenía la libertad de probarse lo que quisiera, ya que su padre les dejaba a ambas bien claro con lo que tenían que volver. Y ellas, simplemente acataban. Si se paraba a pensarlo, otra de las razones por las que tampoco podría hacer su fantasía realidad, era porque no tenía amigas, ni amigos, más concretamente nunca se había relacionado con gente de su edad, ya que sus padres le hicieron estudiar en casa con profesores particulares, y nunca le dejaban salir sola, por lo que nunca podía ir a sitios donde hubiera gente de su edad. Finalmente cogió la ropa sobre su cama y se dirigió al baño, tenía exactamente 7 minutos por las mañanas para levantarse, asearse y vestirse, ya que después, tenía que desayunar junto a su familia y acompañar a su madre y hermano hasta el conservatorio (donde este estudiaba) para volver a tiempo para sus clases con su padre de clásico. Maria hacía clásico desde que tenía uso de razón, su padre quería que fuera una bailarina como dios manda, así que la entrenaba desde que apenas empezó a caminar, pero al acabar el bachillerato, las cosas se pusieron más serias, ya que quería que entrara a la mejor academia de baile de la ciudad, donde está la élite de los bailarines, y de donde luego supuestamente sales ya "colocada" en espectáculos de importancia y con contactos en el mundillo.

Maria llegó a casa del conservatorio y fue a su habitación a vestirse con su ya conocido uniforme para las clases de su padre, medias, maillot, falda, pelo recogido en un moño, y sus puntas. Hacía cuatro años que Maria había acabado el bachillerato, y durante estos cuatro años podría haber hecho las pruebas de acceso a la academia, puesto que el dinero para la matrícula lo tenían, pero su padre no consideraba que Maria estuviera lo suficientemente preparada para hacer esas pruebas, y por lo tanto, para que la seleccionaran para entrar a la academia.

Maria bajó ya con las puntas puestas, ya que su padre no soportaba que se sentara en el suelo de la sala a ponérselas. Una vez ahí, se puso a calentar y repasar la coreografía que llevaba ensayando cuatro años, según su padre, hasta que no la hiciese a la perfección, no podría audicionar, y cada fallo que hacía, tenía consecuencias...

Cuando entró su padre en la sala, ella paró en seco y se giró hacia el en primera posición como ya era costumbre. Su padre la examinó de arriba a abajo para confirmar que su ropa estaba como debía estar. Pero paró en sus puntas, y a Maria se le heló la sangre. Su padre se agachó y desató sus cinta para atarlas con más fuerza en su tobillo, y después se incorporó mirando muy serio a Maria.

- Hija, te he dicho mil veces cómo has de ponerte las puntas si no quieres que se te tuerza un tobillo en mitad de la actuación. - dijo su padre mientras cogía la tan conocida regla de madera y volvía a Maria.

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⏰ Última actualización: Jun 20, 2022 ⏰

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𝚂𝔱𝔞𝔫𝔡 𝔟𝕪 𝔪𝔢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora