2. Dolorosas verdades

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[16-Junio-2022]

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“La codicia el mal siempre atraerá, pero un mundo sin amor, es como a la muerte nuestra vida entregar.”

—⟨Loto Carmesí⟩

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‹Lo siento, y

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‹Lo siento, y . . . Gracias›

Esas fueron las últimas palabras que le dedicó Wen Qing con una sonrisa rota, pero con un brillo lleno de determinación por tomar un destino tan cruel como era una muerte atróz con la intención de poder protegerlo a él y a los remanentes Wen.

Las expresiones llenas de tristeza, agradecimiento y dolor en las miradas de los hermanos Wen habían removido hasta lo más profundo de sus entrañas, estrujandolas en un intento de hacerlo reaccionar y obligándolo a sentirse miserable tras haberle gritado a Wen Ning por lo que sucedió en el camino Qiongqi.

Nunca podrá olvidar sus caras llenas de una tristeza tan indescriptible, así como de un agradecimiento tan silencioso, pero a la vez plasmado en una sonrisa tan genuina y especial que tan solo perforaban su ya fragmentado corazón.

Incluso por más que intento gritar, llamarlos, levantarse y correr hacia ellos, no pudo debido a la aguja que yacia en su espalda y le impedía moverse, haciéndolo sentir inútil, así como nacía una gran impotencia por no haber logrado hacer más.

Se lamenta por no ponerse de rodillas, pedirle perdón al joven de personalidad tímida y suplicar que se quedaran con él, pedirles que no se fueran y que haría lo que estuviera en sus manos para poder solucionar el problema y así salvarlos de un destino que no merecían. Ahora solo se encontraba allí, tendido en lo que no podría llamar "cama", sumergido en una oscuridad eterna, donde el dolor de la perdida, la culpa y las risas estruendosas de la energía resentida hacían añicos un poco más su estabilidad y arrimandolo a la locura.

No sabe cuánto tiempo pasó inconsciente, pero en cuanto pudo abrir sus ojos, se sintió perdido, cansado y vacío. La sensación perduró allí incluso cuando se sentó con cuidado y su cuerpo exigía un poco más de lentitud debido a que estaba entumesido, pero una vez que los recuerdos de una despedida tan cruel martillaban su corazón, no hubo tiempo de pensar o armar un plan cuando sus piernas ya habían empezado a correr en dirección a Laling.

Ni los gritos de la abuela, del tío 4 o del pequeño A-Yuan lo detuvieron, tan solo pasó de largo y corrió, corrió con todas sus fuerzas hacia su destino, importando poco si lo esperaban con armas listas, importando poco si sentía como sus piernas flaqueaban, no importaba si su cuerpo se tambaleaba o sentía que en cualquier momento caería, no importó nada, tan solo poder llegar, con la esperanza de poder cambiar las cosas y evitar lo que ya estaba escrito.

En Otra Vida Será [AU MDZS] || EN HIATUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora