Capítulo Único

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No es ser malo, es solo saber lo que se quiere. Y yo quiero tener todo de ti, incluso tu vida.

Por favor ven a visitarme en luna llena, es mucho mejor cuando veo tu mirada sobre mi rostro porque sé que me temes así como yo a este sentimiento que crece en mi pecho.







Se quedó paralizado al observar un muro de piedra obstaculizar su camino. Sus uñas empezaron a brotar gotas de sangre al verse golpeabas con las frías piedras, ensuciadas de tierra reflejando la desesperación que tenia de brincar ese muro de tres metros adornado por arboles grandes y raíces espinadas.

Las sombras que se reflejaron en el suelo lo alarmo. El insistente sonido del aire golpear las hojas se detuvo al igual que sus intentos de seguir escalando sin ningún tipo de resultados, al notar que las nubes grises se alejaron de la luna e iluminaron todo el bosque.

-No eres muy bueno escondiéndote pequeñín.

Un hombre alto y lleno de cicatrices en los brazos alerto sus sentidos. Esos ojos se veían como dos piedras sin pulir. Dos hermosos rubíes, lleno de hambre. Unas largas uñas negras rozaron su mejilla. Y cuando al fin pudo ver en totalidad su rostro, se dejó manipular por la belleza de este ser, con expresiones duras y piel lechosa dejo que doblara su cuello a su antojo.

Los lobos aullaron y las ardillas se escondieron al sentir el fuerte aroma de hierro seguido de un grito adormecedor.

Chorradas de sangre caían al suelo y manchaban de rojo las margaritas que crecían cerca de los pinabetes. El sonido de carne ser destrozada era lo único que se oía por largos segundos hasta que los grillos hicieron su propia música para tranquilizar a los demás animales, y un cuerpo sin nada de piel en la área torácica fue el alimento de un oso pardo que rodeaba el área.

Más allá del denominado "Muro de los deseos" se encontraba un lago con aguas cristalinas que estaba siendo teñido de un color rojo. Gracias a la bestia. Acaricio sus cicatrices con una mueca de satisfacción. Si seguía así pronto todo su cuerpo se hundiría en escalofriantes pensamientos, no quiso prestar atención a las pequeñas que se estaban dibujando en sus pies pero admiro como unos pequeños peces nadaban cerca de sus pies. Eso logro que su mente dejara de controlar su cuerpo y solo así pudo dejar que sus ojos volvieran a su café oscuro habitual y aparentemente normal.

Temía al mañana y aún más al notar la luna iluminar su camino. Para esto estaba hecho y si así quiso la luna él lo obedecería, aunque eso fuera asesinar a todo ser preciado para él. Como lo fue el chico de hace uno segundos. Su "Mejor amigo" ahora ya sería cena de animales salvajes. Tenía muchas ganas de ver cómo era devorado, porque para eso lo dejo agonizando para que el mismo viera como sus intestinos eran arrancados uno por uno.

Hundiéndose en el agua observo con miedo la gran luna llena de mediados de Mayo. Le confeso sus pecados y la insulto con odio, mientras se hundía más y más hasta que todo se volvió negro y dejo que su cuerpo muerto nadara a través de las corrientes extrañamente fuertes de ese lago que embarcaba en el Océano.

Su cuerpo recorrió kilómetros de agua salada, llego a lugares inimaginables y fue alimento de tiburones, pero su piel rápidamente era reconstruida y los tiburones morían al probar el primer bocado. Así paso días y días, sumergido en el océano hasta que para él fue suficiente y llego a tierra firme.

Estaba huyendo de sus demonios, pero el rápidamente lo iban a encontrar al reconocer donde estaba.

Salió del agua y siguió sus instintos, el sol era molesto, pero no le hacia ningún tipo de daño. Las calles eran adornadas por mujeres con grandes vestidos y hombres con porte imponente, debía de admitir que se sintió una basura, con las algas, sal y tierra en todo su cuerpo, pero dejo de importarle al percibir un esquito olor a fresas.

Sed CarnalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora