Capítulo 1: Un sol conoce a una tormenta.

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"Nos aferramos a los recuerdos, porque es lo único que no cambia cuando todo parece estar cambiando

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"Nos aferramos a los recuerdos, porque es lo único que no cambia cuando todo parece estar cambiando."

Clara.

Siempre he sido buena contando historias de otros.

Cuando era niña mis padres solían mandarme a campamentos de verano. Recuerdo que las niñas siempre hacían grupos para contar historias de terror alrededor de las fogatas o en dentro de las cabañas, y yo amaba compartir las historias que me aprendía especialmente para esas ocasiones.

Sin embargo, cuando se trata de historias de mi autoría, las palabras no parecen salir con facilidad.

–¿Alguien que estaba roto te rompió a ti?– preguntó la Dra. Archer regresándome a la consulta que estábamos teniendo.

–Sí o al menos eso creo...– respondí con cierta duda en mis palabras.

–¿Quieres explicarme por qué?

–La verdad no sé por dónde empezar– hice una pausa para encontrar las palabras adecuadas–. Hablar sobre mi vida o emociones nunca se me ha hecho fácil.

–Puedes empezar por contarme sobre esa persona rota– sugirió con mucha tranquilidad en su voz.

–Bueno...– tomé un gran aliento y continúe–. Todo comenzó una tarde de Octubre...

Octubre siempre ha sido mi mes favorito. Es de esos meses en los que no hace ni mucho calor, ni mucho frío.

Hay un perfecto equilibrio entre el clima y el paisaje que nos rodea. Yo, al menos encuentro hermoso el color que puede adquirir la naturaleza cuando se prepara para el invierno.

El día que lo conocí no fue la excepción.

Era una tarde nublada y un poco fría en el campus escolar. Algunos estudiantes (entre ellos yo) se quedaban a horarios extendidos para tomar los cursos que impartía la escuela; estaban los talleres de atletismo, teatro, rugby, literatura, música y arte.

Yo había entrado al grupo de arte desde que había comenzado el primer semestre, así que ya era una costumbre para mí el hecho de ir y venir por los largos pasillos del instituto.

–¡Clara!– anunció el profesor Brown, rompiendo mi concentración en el dibujo que estaba trazando–.Creo que me he olvidado otra vez mi portafolio en mi casillero ¿podrías ser tan amable de ir por él y traérmelo?

–Claro– alcé mis manos como era costumbre para que pudiese lanzarme las llaves de su casillero–. ¡Tiro libre del profesor Brown en tres, dos, uno...!– las llaves aterrizaron justo en mis manos y me dispuse a empezar mi trayecto.

–Gracias de nuevo Clara, prometo fijarme la próxima vez– me eché a reír.

–Si no mal recuerdo, eso dijo las últimas dos veces que me mandó a su casillero– algunos de los estudiantes que estaban presentes también empezaron a reír.

Cartas a todo lo que fuimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora