"Querido Noah... A pesar de todo lo que puedan decir de nosotros, tú y yo sabemos que ambos nos quisimos ayudar aunque al final nos estuviéramos hundiendo un poco más."
Las cartas que no mandamos son las que más sentimientos contienen y Clara deber...
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"No es casualidad cuando la vida insiste en cruzarte con algunas personas. Algo quedó por decir, por perdonar, por sentir y por aprender."
- El principito
El sol brillaba en lo alto del cielo mientras que la tenue brisa del viento arrastraba las hojas ya caídas de los árboles.
Ese día me encontraba sentada en las gradas que daban frente a las canchas de rugby donde las chicas del equipo femenino estaban practicando para el partido ya casi próximo del final de la temporada.
Por momentos pasaba mi vista de las canchas hacia el cuaderno de notas que estaba descansando sobre mis piernas esperando a que yo anotara todas las ideas que surgieran de mi mente para la galería de arte. Por fin me había dispuesto a aceptar la propuesta del director Emerson, así que ahora lo único que quedaba era empezar a trabajar en el proyecto.
Por otro lado, Lia había estado muy concentrada en el partido que tendría la próxima semana así que como resultado de que no nos veríamos en estos días había decidido acompañarla a uno de sus entrenamientos.
–¡Clara! –exclamó mientras me saludaba moviendo su mano con diversión desde el centro de las canchas. Yo le respondí haciendo lo mismo.
En ese momento una llamada entró a mi teléfono captando toda mi atención.
Era Noah.
Habíamos estado hablando un poco desde la salida que habíamos tenido hace casi una semana, lo cual había hecho que descubrieramos ciertos gustos en común y pudiéramos conocernos un poco más. Descubrí que él era un año mayor que yo y esa era la razón por la que casi no nos veíamos en el campus.
Aún así, nunca habíamos hecho una llamada. Siempre eran conversaciones cortas, lo cual hizo que mis nervios salieran disparados por todo mi cuerpo. Después de tomarme unos minutos para "tranquilizarme" decidí contestar.
–¿Hola? –pregunté una vez que acepté la llamada.
–Hola chica enojona. –respondió con mucha tranquilidad, lo cual ocasionó que mis mejillas se ruborizaran un poco. Tuve que aclarar mi garganta.
–No vas a dejar de llamarme así ¿verdad?
–Por el momento me gusta así. –No pude evitar reírme un poco–. ¿Te agarro ocupada?
–Para nada, estoy en el campus esperando que Olivia termine de entrenar.
–¿Ella está en el equipo de rugby?
–Sí, deberías ver como está de emocionada por el partido de la próxima semana –bromeé.
–Creo que puedo imaginarlo –dijo a la vez que imaginaba la sonrisa que estaba haciendo.
–¿Tú qué estás haciendo? Creo que es la primera vez que hemos hecho una llamada.
«Claro que sabes que es la primera llamada que hacen, boba»
