One-shot 💫

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Quien diría que el soukoku no solo se basaba en simples peleas infantiles, misiones peligrosas, matar gente o cometer crímenes que aterraban por los resultados que causaban, había un solo lado que veía la gente, como la Luna en cuarto menguante, e...

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Quien diría que el soukoku no solo se basaba en simples peleas infantiles, misiones peligrosas, matar gente o cometer crímenes que aterraban por los resultados que causaban, había un solo lado que veía la gente, como la Luna en cuarto menguante, ese lado blanco y brilloso que se puede observar a simple vista y maravillarse por su imagen, así era el soukoku, un solo lado que la gente veía, ese lado brilloso donde los reconocían por sus trabajos, por el terror que provocaban.
Podría sonar rara la comparación de la luna, que es un simbolo de belleza o amor para la gente, pero precisamente esa Luna en cuarto menguante podía caracterizar bien al soukoku, por que esa parte oscura que nadie quiere ver, es exclusiva para ellos, esa oscuridad en la que ambos se pueden sumergir y ocultarse del exterior, donde pueden ser ellos mismos, sin importar que pase a su alrededor.

Este día en particular, hace años atrás, cuando Dazai aun estaba en la mafia, ocurría uno de esos momentos, en los que ambos podían estar juntos en paz, donde no había misiones, ataques, peleas o interrupciones que les alterara ese ambiente exclusivo para ellos. Estaban en esa fase lunar donde la oscuridad los invadía por completo, se encerraban en su mundo creado por los dos, nadie más podía entrar y jamás lo harían, ese espacio estaba dedicado el uno para el otro, comenzaron a formar ese mundo conforme se iban conociendo, tal vez su cercanía comenzó por las misiones, la confíanza cuando Chuuya usaba corrupción y Dazai debía detenerlo, se fortalecían mutuamente y sin darse cuenta, ya habían creado su propio mundo, un mundo donde la tranquilidad reinaba en un lugar donde bien se sabía jamás habría paz, vamos, la Mafia no es un juego, menos para dos adolescentes, aun que por sus antecedentes, era claro que estaban "acostumbrados" sin embargo, aun tenían esos pensamientos de adolescentes, donde querían experimentar de todo y que mejor, que hacerlo en ese mundo.
Era difícil de creer que ellos tuvieran esos momentos juntos, con lo mucho que se pelean y se llevan la contraria, era más probable verlos jalandose de la ropa o insultandose sin parar, ellos mismos sabian sobre eso, era ironico, pero divertido para ambos el como pensaban lo mismo, no creían que podían llegar a formar ese tipo de momentos de paz.

Ahora mismo, creaban un recuerdo más juntos. Se encontraban caminando descalzos por la playa, era una tarde de verano, tenían su día libre, sobre todo el castaño, que era su cumpleaños, el pelinaranja se gano ese día libre por cumplir con anticipación muchos trabajos y misiones, ¿Qué si lo hizo con la intención de celebrar con su compañero? Claro que lo hizo, lo odiaba, le irritiba, molestaba y todo, pero eso no le daba razones para no celebrarle o darle un pequeño detalle.

La arena húmeda se colaba entre los pies de ambos chicos, el agua salada del mar llegaba en una pequeña ola hasta deshacerse en espuma a las orillas y mojaba los pies de ambos jóvenes, dando una extraña pero reconfortante sensación. El de vendas caminaba hasta adelante mientras cantaba alegre, el de cabellos naranja le seguía unos pasos atrás viendo divertido al contrario, en su mano llevaba una pequeña caja que seguramente contenía un pastel para celebrarle.

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