12 | cheater.

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chapter twelve.

irl!

一 ¡No! ¡No puedes hacerme esto!

Suspiró cuando la escuchó.

Realmente esperaba esa reacción.

一 Sí puedo, de hecho. ¿Puedes soltarme?

Ella aún intentaba aferrarse a su brazo, y sinceramente, comenzaba a doler.

Terminar una relación nunca fue de sus cosas favoritas.

Desde que era un adolescente, nunca pudo hacerlo. Se sentía mal.

Porque era conciente de que la otra persona también tenía sentimientos, que también podía sentirse mal y que también sufriría un duelo.

Pero cuando en este caso ella no parecía preocuparse por lo sentimientos de él, quizás no se sintió tan mal.

Cuando logró zafarse de su agarre, salió de la casa de ella aún escuchando los insultos que le daba junto con un “¡me da igual, no me interesas, nunca lo hiciste!”.

Tragó saliva cuando lo escuchó. ¿De verdad tenía que decir eso?

Recuerda la primera vez. Oh, sí, la recuerda perfectamente.

La primera vez que se sintió utilizado. Jodidamente utilizado.

Recuerda, hace unos meses, cuando fue a dejarla a su casa. En ese tiempo, tenía un vehículo, aunque no lo utilizara mucho.

Hace memoria y todavía puede sentir los labios de ella sobre los suyos, solo que con amargura.

Ahí. Ahí fue.

Ahí cayó en cuenta de su actitud totalmente extraña. De repente era cariñosa y casi empalagosa, que tampoco es que le disgustara, pero lo que le hacía sentirse confundido era que salía una noche y se volvía más secante.

‘No te necesito, ¿Por qué me esperas?’

Se sintió... Diferente cuando la besó.

Y claro, lo confirmó cuando, casualmente, la vió con otra persona.

No le molestó en ese momento.

Me confundí, me confundí, me confundí”

Hasta que ella se dio la vuelta, y pudo darse cuenta de sus rasgos. Sus ojos característicos y su cabello castaño batiéndose con el aire de la medianoche.

La segunda vez fue más extraña, ella lo admitió.

Estaban comiendo, tranquilamente cuando dijo “Ayer estuve con Iván, como a las once” sin darse cuenta.

El mensaje que le había llegado a él decía que estaba llena de trabajo y que el jefe era un desgraciado por no dejarla ir con él.

El jefe era ese tal Iván. O bueno, eso recuerda.

Pero lo dejó pasar también.

La tercera vez... Sí, la tercera, fue más descarada.

Mucho más descarada.

Es más, como si le diera igual si se daba cuenta con quién cenaba en las noches que ella no llegaba a su casa.

Ese día llegó a su oficina, ni siquiera puede recordar con exactitud el motivo pero lo que si sabe es ella le llamó. Entró a su lugar de trabajo y pudo ver un post it en el escritorio. Un número de celular.

Hasta el día de hoy no sabe de quién era, porque decidió ignorarlo.

Y justo como si fuera de una película dramática, una rosa. En un jarrón.

Una rosa que claramente, él no le había dado.

En ese momento, ya no le importó. Eso decía su cabeza, pero no pudo evitar sentir una pequeña, pequeñísima pinchada en el pecho.

Porque en este punto, ya casi se había obligado a no sentir nada por ella. Solo manteniendo una relación, sin saber porqué.

¿No era suficiente?

Solo esperó pacientemente, hasta que ella llegó. Se pasó hablándole unos veinte minutos, hasta que no pudo evitar abrir la boca gracias a su incertidumbre.

‘一 ¿De quién es la flor?

一 Ah... de Iván, que lindo es, ¿No?’

Y sí, probablemente era lindo.

Se quedó un momento fuera, en la acera, intentando organizar todo lo que estaba en su cabeza, hasta que escuchó un “¡no vuelvas a acercarte!”. Lo cual, era irónico al saber que hace menos de cinco minutos le estaba rogando que no se fuera.

Suspiró, de nuevo.

Ni siquiera le importaba, podría regresar a su hogar caminando sin problema alguno.

Podía ver la luna menguante, como las farolas iluminaban el suelo de concreto de la calle y como la silueta de su cuerpo formaba una sombra.

Es como si una pequeña preocupación hubiera dejado su cuerpo. Se sentía un poco feliz, aunque también se sentía mal por sentirse feliz.

¿Por qué?

Si se supone que se había librado de lo que lo encadenaba, su sentido común y moral quizá.

Estaba por llamar a algún servicio de taxis cuando su teléfono sonó. Una notificación. O bueno, dos.

“cinco millones (i hope so)” junto con una carita feliz en el título del stream.

Luego, la notificación del mensaje directo en Twitter.

“¿quieres unirte? como agradecimiento por ayudarme con mi ensayo ;)”

Sonrió sin poder evitarlo.

Tal vez debería apresurarse para llegar a casa.

Tal vez debería apresurarse para llegar a casa

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holu

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¡ wuu !

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