Infierno

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- ¡Lo hicimos! Hemos conseguido atrapar a uno de ellos!

- ¿Crees que no escape?

- Primero dí que no morirá en el intento, se encuentra en el infierno, rodeado de "malas energías" que son lo suficientemente tóxicas para él.

- ¿Cómo lograron atraparle sin ser detectados por Dios?

- Morax se encargó de eso, fue sorprendente ver como en un tris ya tenía al ángel en sus manos.

- Dicen que casi obtenían una pareja de Benditos.

- La tonta chica logró percatarse de nosotros antes de poder atraparla, en cambio el varón ni siquiera lo vió venir.

- ¿Y dónde está?

- Abajo, en las celdas, encadenado de pies y manos.

- Sería bueno que nos dejaran jugar con él.

- No quieras pasarte de listo, lo están usando como cebo para acabar de una vez por todas con todos los Benditos, no para ser manchado.

- Buen punto, quieres ir a molestar por ahí?

- Claro! Conozco un lugar, los estúpidos humanos son lo suficientemente divertidos como para gastar nuestro tiempo en ellos.

- ¿Quieres que pregunte por Alatus para que nos acompañe?

- Imposible, Lucifer le ha encargado el cuidado de aquel ángel.

- Me lo veía venir, de todas formas, él es el favorito de nuestro Señor.

Aquellas sombras simplemente se desvanecieron del lugar, el tema de que habían conseguido hacerse con un Ángel era tendencia en el infierno, no era muy común tenerlos ahí debido a lo débiles que se tornaban cuando la esencia del pecado les rodeaba, también porqué desde aquel accidente nadie tenía la valentía de volver a quebrantar la única ley que ahí tenían.

"La Maldad no puede enamorarse de la Bondad y los Demonios no pueden relacionarse con aquellos que acatan la palabra de Dios"

El castigo por intentar ser feliz era la completa perdición para la pareja, si bien los ángeles eran débiles a la aura tóxica del infierno, los demonios tenían como único veneno el enamorarse, sus alas perderían las escamas que tanto le caracterizan tornándose de un blanco tan puro para finalmente convertirse en cenizas, un demonio sin alas, una completa humillación. Por su parte, los ángeles perderían la pureza de sus alas y serían arrojados a la tierra de nadie, perdiendo sus memorias, siendo obligados a reencarnar en el mundo de los humanos, una completa desgracia.

A todo esto ¿Cómo se suponía que mantendrían cautivo al Ángel si ellos no eran capaces de sobrevivir en ese lugar tan lúgubre? Barbatos había mencionado una manera más "humana" y menos cruel para evitar perder aquella carta del triunfo, meterlo en un gran tubo que fuera capaz de emular el Paraíso les bastaría por ahora y así se hizo, la criatura permanecía encerrada, encadenada y cubierta con una venda que cubría sus ojos para evitar que cualquier demonio débil se enamorara a primera vista de él, que trágico destino para tan precioso ser...

- ¿Hay alguien ahí?

No hubo respuesta, si bien el chico de cabellera dorada había percibido movimiento a su alrededor no le bastaba con un "quizás" y necesitaba conocer quien se encontraba a su lado.

- ¿Lumine eres tú?

Nuevamente el lugar permanecía en silencio, la persona o cosa que estuviera a su lado no le respondía, ni siquiera hacía ruido alguno y fue ahí que el precioso ángel perdió por completo sus esperanzas de libertad, se encontraba "enjaulado" como un precioso gorrión en espera de su cruel destino.

𝐼𝑐𝑎𝑟𝑢𝑠 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora