Tristeza.

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¿En qué momento la tristeza había invadido su mirada? Eso se preguntaba Takemichi observando el reflejo melancólico de su rostro contra la ventana del balcón. Kisaki le mantenía cautivo, cuidándolo como si se tratará de una muñequita de porcelana, bañándolo, vistiéndolo, perfumándolo, incluso disfrutaba de darle de comer como si se tratará de un bebé. mientras Takemichi se hundía en su depresión, no escuchó la llegada de la mano derecha de Tetta, Hanma; Hanma era un sujeto alto con un rostro jalado que ocultaba la locura en su cabeza, no era tan astuto como Kisaki, pero su inteligencia en combate iba más allá de cualquier otra vista, era como ver a un dios de la guerra, combatiendo a diestra y siniestra o al menos eso escuchaba en los pasillos de voz de los demás subordinados de Kisaki, sin embargo Takemichi reconocía a Hanma de otra parte, solía ser el tipo que atendía la tiendita de conveniencia a pocas cuadras de su hogar, hogar que ahora se sentía lejano.

- Kisaki te espera - comenta el grandulón ayudando al más joven a levantarse, Takemichi está tan débil que a duras penas puede con su existencia.

no pronuncia palabra alguna durante el camino de la habitación a la oficina del sujeto que le ha privado de toda libertad, es un pasillo angosto sus paredes están forradas de papel gris con franjas negras, el piso es de cerámica negra y todo es tan oscuro que le ha gracia pensar que justo así de sombría luce su cabeza. La oficina de Kisaki no es diferente a pesar de tener un inmenso ventanal detrás de sus espaldas, el sol brilla en toda la habitación pero Takemichi tiene a mirada opaca y todo se ve en tonos sepia, tan triste, tan monótono pero no hay reacción alguna del joven, está acostumbrado. Kisaki sale de una puerta al fondo de la habitación, acomodándose el rubio cabello mientras se arremanga la blanca camisa, Hanma deja a Takemichi sobre una silla de madera frente al escritorio y el de piel bronceada le sonríe con dulzura al pobre muchacho en la silla.

- Hanma, quiero que vayas a encargarte del problema de la mañana - le ordena el de lentes y Hanma asiente con una sonrisa despidiéndose de su jefe.

Vacilante cuál potro recién nacido, Takemichi observa al piso, dejando que Kisaki se encargue de cepillar su cabello con un bonito cepillo que sacó de una gabeta del escritorio.

- ¿estás bien?- le pregunta tímido, aun no sabe como tratar a kisaki, hace mucho que dejó de ser ese niño tierno y temé a hacer o decir algo que le moleste.

Pero para sorpresa de Takemichi, el corazón de Kisaki se agita violentamente al escuchar la pregunta del ojiazul ¡se está preocupando! su bello tesorito de sol se preocupa por él y eso le hace tan pleno que no puede evitar correr al frente de la silla y acuclillarse frente al mayor para tomarle del rostro y llenarle el rostro de tiernos y húmedos besitos.

- La verdad está mañana ha sido complicada- el bronceado le envuelve en sus brazos y Takemichi que a duras penas puede respirar, solo puede intentar rodearle el cuello con sus brazos- pero ya me encuentro más calmado, gracias a tí.

Kisaki se recuesta en el pecho del mayor y aspira su dulce aroma cuál adictiva droga.

- Yo, Kisaki ¿puedo ayudarte en algo? - le cuestiona Takemichi y los grisaceos ojos de Tetta brillan emocionados, vuelve a tomarlo del rostro y le besa tanto que parece querer asfixiarlo.

- quédate conmigo Takemichi, permanece a mi lado por la eternidad y me harás pleno toda la vida.

Entonces quizá sea cierto que su lugar es al lado de Kisaki.

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