⚜️| CAPÍTULO UNO

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Cuando Callie había llegado a su ciudad natal dos días atrás, había esperado tener un par de semanas para descansar y recomponerse tras los últimos viajes de trabajo

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Cuando Callie había llegado a su ciudad natal dos días atrás, había esperado tener un par de semanas para descansar y recomponerse tras los últimos viajes de trabajo. Pero ahí estaba otra vez, en un taxi de camino al aeropuerto...

Acababan de comunicarle que había un congreso de última hora que requería su presencia al día siguiente, y el lugar donde se celebraba no estaba precisamente cerca. Aquello, según las tarotistas que su amiga Brooklyn frecuentaba, sería un signo de que todos los planetas se hubieran alineado para dificultarle la vida. Menos mal que tan sólo eran meras charlatanas...

Al entrar en el aeropuerto pudo observar el movimiento del lugar, algo que sinceramente le encantaba, al igual que viajar. Le recordaba lo rápido que se movía el mundo, lo rápido que pasaba el tiempo… ese tempus fugit tan empleado en la literatura prerrenacentista y renacentista. Quizás por eso disfrutaba tanto con su trabajo, porque le permitía viajar y conocer todas las caras de la humanidad, aunque a veces podía resultar agotador e incluso desesperante.

Se dirigió a facturar su gran maleta. Callie no llevaba demasiado, sólo lo imprescindible: ropa adecuada para los siguientes tres días, objetos de higiene básicos y su portátil junto con sus accesorios. Gracias a la práctica había conseguido no llevar nada más de lo que iba a necesitar, pero al principio necesitaba al menos dos maletas grandes para cuatro días, casi todo por querer ser una previsora obsesiva y contar con demasiadas cosas “por si acaso”. Probablemente aquello derivara de su necesidad de tenerlo todo bajo control.

Al llegar a la cola pudo ver que no era la única en su situación, cientos de personas corrían de un lado al otro del aeropuerto intentando no perder sus vuelos, recuperar sus equipajes olvidados o picotear algo antes de embarcar para poder evitar la terrible comida de los aviones. Sin embargo, le llamó la atención un joven que no llevaba absolutamente nada de equipaje, lo único que llevaba en sus manos era un bolígrafo y jugueteaba con él, a veces parecía incluso que hablaba con este. Esto le pareció extraño a la morena pero tampoco le sorprendió demasiado, había visto cosas más raras que un chico guapo que pretende viajar al extranjero sin ningún bulto.

Entrar por fin en el avión fue un alivio para la chica, le esperaban seis horas de lo que esperaba que fuera un viaje tranquilo. Ocupó su sitio sin mayor inconveniente y cogió el libro que había traído para hojear durante el largo trayecto, El arte de la guerra de Sun Tzu. Era un libro que llevaba tiempo queriendo leer, era un clásico pero a la vez no tan conocido, y por lo que tenía entendido el título engañaba: lo que escondía no eran tácticas bélicas para ganar una guerra, sino que se enfocaba más en la psicología y los tipos de personas en distintas situaciones, incluyendo la guerra.

Las luces que indicaban el uso obligatorio de los cinturones se encendieron, avisando de que el avión despegaría en breves instantes. No obstante, unos segundos antes de que las puertas de acceso se cerrasen, el joven sin maletas entró con una sonrisa deslumbrante y echó un vistazo a los asientos hasta detener su mirada en el próximo a Callie. Se dirigió hasta ella, y se sentó a su lado, dedicándole una sonrisa coqueta. La joven puso los ojos en blanco ante la simpleza del hombre y se dispuso a leer de una vez por todas el libro que tenía entre sus manos. 

𝗙𝗶𝗹𝗼𝘁𝗶𝗺𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora