Estaba satisfecho. Internamente feliz de que sus hombres, en especial el hijo que consideraba más incompetente, consiguieran traerle el mejor premio de guerra: el líder de la secta Yunmeng Jiang.
Tener la presencia de Fengmian, el poder completo sobre el Muelle de Loto y próximamente la oficina de supervisión instalada en Yunmeng. Fueron tantos premios en solo un día que lo hacía sentirse tan feliz como un pequeño crío, aunque el más importante se concentraba en la presencia de su nueva adquisición; en el hombre que rechazó hace cinco años su petición para formar parte del harén imperial. El orgulloso, pero parsimonioso líder de la secta Yunmeng Jiang se negó y eso lo condenó a donde paró ahora. Después de todo, no orquestó la caída del clan Jiang por nada. Todo estuvo meticulosamente planificado, a excepción de la escapatoria de esos mocosos, los cuales no serían problema alguno.Esperaba que su cautivo le agradeciera por todo lo que estaba comenzando a realizar por y para él. Permitió que viviera, que sus tropas no se atrevieran a tocarlo, que no fuese colocado en una de las celdas de la mazmorra y que en su lugar fuese colocado en una de las recámaras dentro del palacio.
Apenas se enteró de que su hijo menor y los discípulos Wen llegaron con el mayor botín, ordenó con fiereza que se lo llevara a una de las recámaras especializadas para quienes integran el harén y que la puerta fuese cubierta por numerosos talismanes; luego de eso despidió a sus discípulos. No quería interrupciones.
Irrumpió en la habitación donde fue depositado su prisionero y allí lo notó; recostado en la gran cama que estaba repleta de numerosos almohadones tanto de color rojo como de color dorado.—Esta es la guerra que estás perdiendo y tú eres el botín —musitó desde el marco de la puerta al momento en el que abrió la misma.
El simple hecho de ver a Fengmian recostado boca arriba en esa cama, entre las almohadas, con un semblante calmado e inmutable, fue suficiente para que el emperador se adentrara a la recámara, cerrando la puerta tras suyo, y aproximarse hacia el lado derecho de la cama. Tomo asiento con cautela en el lado derecho del borde de la cama, donde allí se dedicó a presenciar el semblante del sujeto que dormitaba. Fijó su mirada en el otro líder de la secta. La apariencia hermosa, el semblante gentil que casi siempre portaba una tenue sonrisa de misma intensidad; seguía siendo el mismo de siempre cuando no estaba abrumado. Demasiado amable, demasiado gentil... Demasiado indiferente. Quería arrancar la sonrisa que siempre portaba el adverso para los demás y solo mantenerla para sí mismo; que Fengmian solo le sonriera a él.
Podía darle todo lo que quisiera, incluso destruir el poder completo de la emperatriz para mantener a la mujer como esposa de día y a él como esposo en la noche.Delicadamente, el dorso de su mano diestra se posó en la mejilla izquierda del líder de la secta Jiang, o mejor dicho, el antiguo líder. Ya no quedaba nada en el Muelle de Loto, solo cadáveres, cenizas, y restos de una brutal guerra. A duras penas cuatro personas escaparon y entre ellos, por su bondad, fue Fengmian.
»Espero que cuando despiertes me agradezcas adecuadamente por mi hospitalidad por tenerte aquí —murmuró Ruohan acariciando con delicadeza la mejilla del antiguo líder.
El semblante de Fengmiang mostró incomodidad ante el toque, pero siguió entregándose al Morfeo.
Ruohan, quien al ver a Fengmian de esa manera, soltó una pequeña risa, la cual cesó al momento en que notó como su cautivo por fin decidía despertar.—¿Dónde estoy? —interrogó al momento en que notó los colores de la recámara; no era su alcoba. Allí notó quien se encontraba a su lado.
Estaba desconcertado del porqué se encontraba en esa habitación y porque estaba acompañado de aquel sujeto mortal.
Jiang FengMian no se molestó en moverse, no se molestó en mirar en su dirección mientras la mano acariciaba su pómulo. Pero a medida que era acariciado, el dique interior de su mente se rompió y todos los eventos de antes inundaron su cerebro, repitiéndose frente a sus retinas. La muerte de Ziyuan, de los demás cultivadores, sus hijos escapando y Lotus Pier incendiado hasta sus cimientos.»Aléjate... —susurró ante la presencia de Ruohan.
Jiang Fengmian estaba disgustado con Wen Ruohan. Por la tiranía, la posesividad, la brutalidad del hombre y la forma en que trató a su pueblo. No quería nada con ese tirano.
—Buenas, dormilón.
—¿Cómo osas a tocarme? —Fengmian apartó su rostro del tacto de la descarada mano, provocando que el líder de la secta Qishan Wen soltara una pequeña risa. Era pequeña, pero portaba una notoria maldad que calaba en sus huesos.
—Feng-er, ¿acaso no entiendes cuál es tu actual posición?
—Lo único que comprendo es que siempre fuiste un ser despreciable.Las palabras de Fengmian fueron suficiente para que Ruohan perdiera la calma que tenía. Un fuerte sonido hizo eco en la habitación. El antiguo líder de la secta Yunmeng Jiang poseía una notoria marca de un manotazo en uno de sus pómulos y su vista desviada hacia un lado. Ruohan lo golpeó.
—Te recomiendo tener cuidado con lo que dices, haces y como actúas. Te encuentras en la Ciudad Sin Noche, en mis tierras, y, por lo tanto, debes ganarte tu posición y respeto si realmente quieres vivir.
—... —Fengmian aguardó silencio y simplemente asintió. Aún le dolía su rostro como para abrir la boca y formular alguna palabra.Wen Ruohan se inclinó lo suficiente para que Jiang Feng Mian pueda sentir la respiración contenida del otro.
—Tienes esta guerra perdida y ahora solo eres el botín. Agradece que te coloqué en una posición alta, como una concubina, un bao er nai.
El estómago de Fengmian formó un nudo al escuchar esas palabras y las nauseas casi brotaron.
»A partir de ahora, te enseñaré personalmente dónde está tu lugar, Jiang FengMian. No olvides que ya no eres un líder de secta aquí.
—No me dejaré denigrar —dijo Fengmian con fiereza.Ruohan no tuvo piedad y tomó los mechones de su adverso, jalando con fuerza de los mismos, obligando a que el sujeto soltara un gemido de dolor.
—Tú decides, Feng-er. Te conviertes en una concubina imperial con todos los lujos y derechos casi como los de mi esposa, o me encargaré de que esos niños no tengan un final feliz. Además, ¿qué valor tendrías ahora? Sin tu núcleo dorado eres igual que un pueblerino.
Las palabras parecían como puñales. Esas últimas poseían toda la verdad del mundo, aunque solo le quedaba su orgullo.
¿Valdría la pena sacrificar el mismo con tal de que Wei Ying, Jiang Cheng y Jiang Yanli estuvieran sanos y salvos? Sí. Valía la pena sacrificar lo último que le quedaba.—Acepto —murmuró Jiang Fengmian cerrando con fuerza sus ojos.
—¿Disculpa? No escuché con claridad lo que dijiste.
—Dije que acepto.
—¿Aceptas qué? —Solo buscaba desgarrar el orgullo de su prisionero.Fengmian pesadamente tragó saliva.
—Acepto convertirme en una de tus concubinas si mantienes lejos a mis hijos de tus asuntos.
—¿Crees que puedes negociar conmigo? —Se burló de su ahora concubina.
—Tomaré todas las opciones que se me coloquen.
—Lo dejaré pasar por esta vez, pero tocará que pases primero por un adoctrinamiento.
—Haré lo que sea, siempre y cuando cumplas tus palabras.
—Los niños escaparon. No los buscaré. Después de todo, los niños no pueden hacerme nada y eso lo sabes a la perfección. Por algo tú y esa mujer los dejaron huir.No los dejó huir, los obligó a huir.
»Te dejaré familiarizarte con tu entorno, con tu nueva ropa, vida y luego emplearás tu cuerpo cuando yo lo decrete —La mirada del emperador examinó a la perfección el rostro de su consorte—. Porque ahora, eres mío.

ESTÁS LEYENDO
Cordura
FanfictionCuando Jiang Fengmian regresó a Lotus Pier en bote para aproximarse a la batalla, siempre tuvo en mente dos cosas: luchar con fervor y morir con honor, pero nunca imaginó que terminaría humillado hasta el punto de no reconocer quien era. Pareja pri...