Capitulo 2: Corre, corre y cuando te quedes sin aliento ¡corre!

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Sin darme cuenta ya estábamos fuera de la cafetería, habíamos salido volando, el hombre que se había presentado como "El Doctor" me había cogido del brazo e impulsado a la salida trasera, abandonando a lo que sea que estaba dentro, esa especie de ¿bola de energía?

—¿Qué está ocurriendo? — Dije sin aliento— porque huimos ¿Qué era eso?

—Dos preguntas Cassie, no pierdes el tiempo— Dijo el Doctor mientras corría al unísono al lado mío por un callejón estrecho— Pero te diré que lo que "hemos dejado atrás" no sé lo que es, no tengo ni la más remota idea, pero nos persigue.

Inmediatamente miré atrás con pánico, pero no había nada, nada nos perseguía, así que frené en seco. El doctor siguió unos metros, pero se dio cuenta de que yo ya no estaba a su lado.

—Cassie, Cassie, Cassie, ¿Qué haces? ¡Corre! —Dijo llegando a mi altura— ¿Qué has entendido por nos-esta-persiguiendo-algo?

—No me voy a mover de aquí, no hay nada detrás de nosotros, además, no se lo que vi, no sé porque te hago caso, porque huyo... quizás solo estallo una toma de corriente ¡yo que se!

El doctor se debatía entre mirarme a mi o al callejón que teníamos detrás, finalmente, respiro, y me miro con una sonrisa nerviosa.

-Cassie, Casiki Cassie, ¿escritora eh? Una toma de corriente... ¡vaya imaginación! Escúchame atentamente porque puede significar que vivas o que mueras y ya tengo la conciencia bastante cargada de muertes para dejar que se sume otra —Me dijo mientras se ajustaba la gabardina— Esto es así, acabamos de ver un sujeto hostil en dirección a nosotros, cuerpo fluctuante, fuente de energía inmensa, y me da en la nariz que no la utiliza para el bien, rodeado de un campo electrificado que va quemando todo a su paso ¡por eso huele a manzana quemada!

—Manzana quemada, pero de que estas... un momento si que huele a manzana quemada, ¡pero que tiene que ver eso con nada!

El doctor volvió a mirar nervioso el callejón, trago saliva y me clavo sus ojos marrones.

—¡Tiene que ver con todo! Si huele a manzana quemada es que está quemando todo lo que toca a su alrededor y por ende se acerca, así que confía simplemente...

Antes de que acabase la frase, la bola de energía apareció de repente a escasos metros de nosotros, quemando como dijo El Doctor todo a su alrededor mientras levitaba. Cuando estábamos a punto de huir, ya con un pie levantado, la bola se paró repentinamente y nos quedamos inmóviles observando el baile de ondas de colores y chapurreos que se generaban en toda la esfera.

—¡Eres hermosa! O hermoso, tampoco quiero limitarte con la elección de dos géneros, no quiero ser vulgar... aunque quizás ya lo he sido... soy El Doctor— Le tendió la mano a la esfera y la recogió enseguida dándose cuentas que no había nada a lo que tenderle la mano— y ella es Cassie, Cassie la escritora. Saluda Cassie —Me dijo entre dientes sin apartar la mirada de la bola de energía.

—Hola... —dije muy torpemente.

De repente El Doctor, sin dejar de sonreír, saco de su gabardina una especie de boli con la punta iluminada de azul y la apuntó de múltiples maneras por la esfera, para finalmente acercarse el boli a la cara.

—¡Ahh no, no, no, no, no! Has sido un sujeto indeterminado muy muy malo, las lecturas me dicen que estas lleno de energía residual humana... ¡¿a cuantos has quemado?! ¡¿eh?! Lo siento mucho pero el planeta tierra esta protegido —El doctor cambio totalmente su semblante a una oscuridad que no esperaba que tuviera una cara como esa— ¡no dejaré que mates a nadie más!

Como si la esfera le entendiera a la perfección comenzó a encenderse se forma furiosa, creciendo unos centímetros más y reanudando su marcha.

—Hay nueve palabras Cassie, nueve palabras que me han salvado de guerras interestelares, planetas desquebrajándose desde su núcleo, e incluso de lentos domingos aburridos.

—¿Qué palabras? ¿de qué hablas?

—Corre, corre y cuando te quedes sin aliento ¡Corre!

Y sin perder el tiempo me empujó callejón abajo mientras la bola de energía parecía cada vez más furiosa detrás nuestra.

—Vamos, vamos ¡funciona! —Decía el doctor mientras corría y alzaba su boli luminoso hacia el cielo, haciendo que sonara unos sonidos extraños —¡Maldita sea!

La bola de energía ya la sentía muy cerca, erizándome los pelos de la nuca.

—Madre mía ¡nos va a quemar!

—¡Si! ósea si todo sale bien ¡no! ¿y va a salir bien verdad? —Le decía El Doctor a su boli luminoso de forma apurada. Lo alzó de nuevo e hizo resonar un pitido más intenso.

Era inminente que la bola de energía nos alcanzase, podía sentir el calor ya casi quemando mi espalda. Por arte de magia, apareció una cabina azul dando tumbos entre los edificios, derrumbando antenas de casas y contenedores de basura en su descenso, hasta finalmente, pararse en el fondo del callejón de manera brusca.

—¡Si!¡esa es mi chica! —Gritó El Doctor mientras nos dirigíamos a la cabina corriendo— No es un aterrizaje muy elegante, pero es un aterrizaje, al fin y al cabo.

—¿Pero qué es eso?

—Algo que vuelve loco a los expertos por sus dimensiones y apasiona a los mundanos...también por sus dimensiones y ahora ¡entra! — me dijo mientras abría la puerta con un chasquido de dedos empujándome dentro de la cabina, cayéndome de espaldas en su interior.

—¡Auhg! —Dije dolorida.

Ya en su interior oscuro, solo podía ver la luz que entraba por la puerta y la silueta del doctor en el marco, sostenía el boli como una varita mágica, mientras el pelo revuelto se le movía de forma heroica con el viento. No podía molar más.

—Soy el Doctor, soy un señor del tiempo, soy del planeta Gallifrey en la constelación de Kasterborous, tengo 903 años, este planeta está protegido por la proclamación de las sombras y por mi, así que dime ¿Qué eres? ¿Por qué estas matando humanos? ¿y a donde narices se han ido las letras?

La bola de energía, sin importarle mucho el discurso se abalanzo sobre la cabina de forma violenta, haciendo que El Doctor cerrara la puerta de golpe apoyando su espalda en ella, mirándome con pánico, perdiendo todo lo heroico que había sido hace unos segundos.

—He derrocado imperios con mis discursos, pero hoy creo que estoy oxidado —Dijo mientras se acercaba a mí rascándose la cabeza. Chasqueo los dedos y se encendió toda una sala enorme con un panel en el centro, parecía el decorado de una serie de ciencia ficción de principios del 2000.

—Pero...pero... ¡pero! —Alcance a decir. Que elocuente yo.

—Tres "peros" yo había apostado por dos... pero que se le va a hacer...

De repente se sacudió toda la sala y caímos al suelo.

—¡No! ¡No! ¡No! ¡Ene-o! —El doctor se movía pulsando palancas en el panel del centro como un loco, mientras la sala seguía moviéndose. Cogió una especie de pantalla y se la puso enfrente — Nos ha retenido, está intentando entrar pero ¡eso es imposible! nada entra en la Tardis, a menos que...

—¿A menos que?... —Dije con absoluta curiosidad.

—A menos que haya conseguido de forma inverosímil eliminar todas las palabras de la tierra dejando a la Tardis sin sistemas de protección, ya que funcionan con palabras claves susurradas en el núcleo y como no hay palabras —Corrió El Doctor a la puerta y la bloqueo con su cuerpo — ¡No hay protección!

El Doctor empujaba la puerta con su cuerpo para que no se abriera, mientras agitaba su boli mágico por la cerradura.

Volvió a notarse otro impacto, dejando Al Doctor sentado de culo con la espalda apoyada en la puerta.

—Va a entrar y no se como pararlo... espero que tengas unas últimas palabras muy chulas que decir, porque puede que sea el final.

—¡¿La cabina es más grande por dentro?!

—¡A buena hora!

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⏰ Última actualización: Jun 20, 2022 ⏰

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