-Viniste de vacaciones, supongo...
-Sí, masomenos.
La húngara sabía que no había llegado a Santorini solo para descansar. Las Islas griegas le daban una inmensa paz, como lo había hecho Heracles en su momento.
-Sabes que eres bienvenida en mi casa cuando me...digo...lo desees-le dijo el muchacho contemplándola con esos ojos verdes que lo caracterizaban, pero luego dirigió su mirada al mar. El griego no era muy sutil a la hora de decir lo que pasaba por su cabeza, pues prácticamente vivía para la reflexión, pero no siempre pensaba antes de hablar.
-Muy gracioso, te conozco y se bien que tus comentarios incomodos son a propósito- le dijo la muchacha, ya no era una joven como antaño, su largo cabello castaño ondeaba al viento mientras miraban el atardecer en el horizonte. Había pocas cosas tan hermosas como esa Isla a dicha hora del día.
-Qué maravilla...- susurro Elizabeta al ver al sol poniéndose en el mar. Era todo un espectáculo natural, Apolo concluía su viaje de la forma más mágica posible.
-Lo sé, por eso me gusta venir aquí.- Le respondió el chico.
-Siempre que vengo me siento relajada, es el aire que se respira en tu tierra- volvió a mirar al griego, y le sonrió. El muchacho le devolvió la sonrisa levemente y la contemplo un rato.
Elizabeta era ahora una mujer madura, casada con Austria y muy enamorada de él. Lejos habían quedado los amoríos que habían tenido con Karpusi en el pasado, y si bien cada tanto tenían pequeños ¨deslices¨, como ella los llamaba, la mayor parte del tiempo estaban separados. Pero cuando la dama iba de visita y lo miraba con esos hermosos cristales que tenía por ojos, algo en el griego parecía resurgir.
-... ¿te quedaras mucho tiempo más?-le pregunto Heracles
-Quería venir a despedirme...definitivamente.
Supuso por su forma de hablarle que ya no quería vivir en cosas del pasado, el joven lo entendió, de hecho, ya lo esperaba hace tiempo.
-Es tu decisión, yo no tengo derecho a prohibirte nada- dijo mientras seguía mirando el ocaso, ¿era una señal divina quizás?- pero quisiera preguntarte algo antes...
La joven miro a su acompañante un momento, quería escuchar lo que tenía para decirle
-Por más que nos alejemos, ¿piensas que algo cambiará?- Le pregunto Karpusi sin despegar la vista del mar.
La mirada sorprendida de Elizabeta se posó sobre él, entonces comenzó a repasar la cuestión en su mente, a imaginarse el después. Lo que ellos compartían, de alguna forma había sobrevivido con el paso de los siglos, incluso sus propios hijos se llevaban muy bien. De verdad... ¿algo en sus corazones podría llegar a modificarse si no se volvían a ver?
Un silencio incomodo los invadió.
-No- respondió ella, bajando la mirada.
-No somos humanos, Liz- le respondió- Somos eternos, por más que Roderich sea tu esposo, tu mereces disfrutar de tu tiempo a pleno, porque sino te arrepentirás el día que desaparezcas. Pero, como dije, es tu decisión.
Esas palabras rebotaron dentro de Hungría en profundidad, sabía que Grecia podía ser un vago y un inconsciente a veces, pero también sabía que el motivo de su forma de ser era que fue forjado bajo mucho dolor. Eso, sumado a su herencia y educación, lo convirtieron en alguien muy sabio, alguien que solo quería tranquilidad, la tranquilidad que de más joven nunca tuvo.
-... ¿qué propones?-le dijo Liz al de pelo castaño y ojos jade.
-Yo no propongo nada, solo observa dentro de ti. ¿Qué propones tú?- finalmente volteo a verla a la cara- ¿Sientes paz?- como si de un viejo código se tratara aquella frase- ¿La quieres?
El gesto de ella se congeló un rato. Luego de mirar a la nada unos minutos y moldear una respuesta, finalmente le dijo frente a frente...
-Sí, te quiero.
Ambos se dedicaron pequeñas sonrisas.
Entonces la noche cayo, mas no la luz del lugar.
La iluminación de los humanos hizo lo suyo, pero ni eso contenía las intenciones de aquella acorazada unión. El escudo de tela fue más fuerte, y los suspiros inundaron la penumbra. En aquella pequeña casa que el griego ocupaba en la isla, volvieron a encender una llama que nunca se apagó, al menos no en la verdad de sí mismos.
Pues ambas naciones se amaron como la primera vez.
Fin
Fanfic basado en una partida de Rol hecho junto a GalateaDNegro, en esta se halla la historia trasfondo sobre como Hungría y Grecia crecieron y se enamoraron durante la época del imperio Otomano, mientras vivían en casa del actual Turquía.
Gracias por leer n-n
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Historias Random y Head Cannons de Hetalia
FanficOneshots y boludeces que nacen de mini ideas sobre la trama de Hetalia, no mucho mas. Gracias @galateaDNegro por meterme a este universo sin retorno(?) y por impulsarme a subir este lio.