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COMPRENSIÓN TOTAL DE LA EXTRAORDINARIA DOCTRINA DE SUBODHI.LA DESTRUCCIÓN DE MARÁ Y LA VUELTA A LOS ORÍGENES CONDUCEN A LA UNIDAD DEL ESPÍRITU.

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En cuanto hubo recibido su nuevo nombre, el hermoso rey de los monos se puso a saltar, loco de alegría, inclinándose repetidas veces ante Subodhi en señal de agradecimiento. El patriarca ordenó a los allí reunidos que sacaran a Sun Wu-Kung y le enseñaran a humedecer con agua y tierra y el polvo, a hablar con propiedad y a comportarse con la cortesía exigida en un lugar como aquél, El grupo de inmortales hizo cuanto se les había pedido y Sun Wu-Kung se inclinó ante sus respetables condiscípulos, que sin perdida de tiempo le adecentaron un lugar en el corredero para que pudiera dormir. A la mañana siguiente empezó a aprender las artes del lenguaje y la etiqueta, a memorizar escritos sagrados, a discutir sobre aspectos doctrinales, a practicar caligrafía y a quemar incienso.

A esto se reducía su rutina diaria. Cuando se lo permitían sus obligaciones, barría los suelos, limpiaba de maleza el jardín, plantaba flores, podaba árboles, recogía madera, hacía fuego, iba en busca de agua y servía de beber a quienes con él vivían, No carecía absolutamente de nada y, así, sin que él mismo se diera cuenta, transcurrieron seis o siete años, Un día el patriarca subió al estrado, tomó asiento, llamó a su alrededor a todos los inmortales y empezó a instruirlos en los principios de la gran doctrina, Sus palabras estaban cargadas de elocuencia que inmediatamente brotaron de la tierra lotos de oro.

Con extraordinaria sutileza expuso la doctrina de los tres medios, sin omitir el más mínimo detalle. Con indescriptible elegancia movía a derecha e izquierda su abanico de rabo de ciervo , mientras su portentosa voz alcanzaba la altura del Noveno Cielo, A ratos disertaba sobre el Tao, para hacerlo a continuación sobre el Zen. Para él era absolutamente natural armonizar los principios de las tres escuelas. Desentrañas el sentido exacto de una sola palabra podía conducir a una vida más intensa y a un conocimiento infinitamente más profundo.

Wu-Kong, que había acudido también a escuchar las enseñanzas del maestro, se sentía tan emocionado por lo que oía que empezó a rascarse la oreja y a manosearse la cara. Una sonrisa de satisfacción la cruzaba de oreja a oreja. Sin poderse contener, se puso a bailar a cuatro patas, pero el patriarca lo vio y, levantando la voz, le preguntó de pronto:

-¿Se puede saber por qué estás saltando y bailando como un loco, en vez de escuchar lo que estoy diciendo?-.

-Os juro que vuestro discípulo estaba atendiéndoos respetuosamente- explicó Wu-Kong -pero, al oír cosas tan maravillosas como las que salían de vuestra boca, me ha sido imposibles contener la alegría y he empezado a saltar y a bailar sin darme cuenta. Humildemente solicito su perdón, maestro-.

-Quisiera saber - replicó el Patriarca - si de verdad has entendido lo que acabo de exponer. ¿Cuánto tiempo llevas en esta cueva?-.

-Vuestro discípulo - respondió Wu-Kung - posee una memoria muy débil y no recuerda el número de estaciones que lleva aquí. A decir verdad, tampoco me interesa mucho. Sin embargo, puedo deciros que, cuando el fuego expira en la estufa, suelo ir a una montaña a recoger leña. Es un espléndido lugar cubierto de melocotoneros y siempre que he ido me he hartado de sus dorados frutos. Creo que en total han sido siete las veces que he hincado mis dientes en un melocotón-.

the journey to the westDonde viven las historias. Descúbrelo ahora