Prólogo

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Es la realidad conocida por toda la sociedad que ser un Jeon no es para nada bien visto. La persona que se apellidara Jeon era encarcelada e indigna.

Las personas eran temerosas de sus propios destinos que ocultaban sus apellidos o mentían y los cambiaban. La clase baja, por supuesto, era la desdichada y mayormente la única víctima. Ya los sentimientos carecían en las personas y retrocedían mientras querían avanzar. Cualquiera que quisiera amar parecía un descubrimiento histórico ante la sociedad y todos aquellos parecían juzgar lo que parece injuzgable, ¿pero acaso eso ha cambiado alguna vez?

–Querido, mi pequeño Taehyung ya dejó de ser un pequeño, ya es un hombre, ¿cuándo reconocerás eso? –Dijo a su esposo–, ¿Cuándo vas a reconocer que es un hombre astuto? Él respondió que necesitaba más tiempo para una respuesta. –Pues apresúrate porque el después es ya.

El padre de Taehyung sabía que el momento podría llegar, pues él era viejo y adolorido; sin embargo, no sentía que su hijo fuera lo suficientemente bueno para liderar no sólo a un pueblo, sino a un ejercito entero de hombres dispuestos a dar sus vidas por él.

–Padre, escuché que los Hall se fueron del pueblo, ¿acaso fue porque me burlé de su hijo por no poder cargar un arma correctamente? ¡Es un pequeño tonto! –dijo con tono burlón–

–No puedes ir por todos lados tratando a tu prójimo de esa forma, ¿Qué ejemplo es ese?

–Supongo que uno no tan agradable a los ojos de los demás. Pero no lo tomes en serio, padre, sé que no fue esa la razón.

–Bueno, deberíamos salir mañana de cacería y demostrar que tan bueno eres tú con las armas o ¿acaso temes que me burle de ti? –dijo entre dientes–. Tae sonrió y aceptó su invitación.

Taehyung no mantenía la mejor de las relaciones con su padre, pero sabía que tarde o temprano tendría que convivir más con él, ya que él sería el próximo en la corona y escuchar consejos de su padre sería de gran ayuda.

En el pueblo era muy sencillo amar a los Kim, pues ellos habían sido buenas personas siempre, habían liderado de una manera que satisfacía a todos y eran muy religiosos y tradicionales, tal cual la sociedad esperaba que fueran.

–No puede haber mejor día para la caza, tenemos un buen clima y el viento va a nuestro favor, todo perfecto incluida la iluminación. Sólo una cosa nos falla: la puntería –dijo mientras se reía de sí mismo– él sabía que nunca había sido lo suficientemente bueno con las armas, en especial los arcos, pero tuvo que aprender porque sería rey y tenía que saber cómo defenderse ante el ataque de sus enemigos.

Taehyung admiraba a su padre, un buen hombre, que, a pesar de ser rudo, nunca faltaba alguna bobería o chiste malo sobre cualquier cosa cuando se estaba con él.

–No es muy valiente pensar que no puedes – prosiguió – Lo mejor es intentar muchas veces, es imposible que no lo logres al menos una vez.

–Dije que la puntería falla, no que soy malo. ¿Qué tipo de sermón es este? ¿Lo decías para mí o para ti mismo? –dijo riéndose, pues sabía que Taehyung era realmente malo, pero recordaba que era normal y que en algún momento sería muy bueno.

–Bien, toma el arma con cuidado, sostenla bien, no pierdas de vista a la presa.

–Estoy concentrado, sólo me es difícil apuntar a ella– dijo muy seriamente–. Pues apresúrate, amigo mío, que te quedarás sin comida– añadió su padre.

¡Puf!... Se escuchó por todo el bosque, ahuyentando a los pájaros y cualquier otro animal que estuviese cerca.

–¡JÁ! Tenemos uno bueno– dijo el rey– Ahora vamos a ver si de verdad lo mataste–.

Procedieron lentamente asomando sus miradas tras los arbustos, donde se encontraba ya un ciervo con un disparo en la barriga.

–Ahora tú puedes burlarte de mí, hijo mío– dijo con una sonrisa–.

Taehyung había perdido completamente el deseo de decir una sola palabra, con una mirada fija a aquel animal que recién había matado él mismo. Pensaba en lo orgulloso que se sentía de él mismo y que su padre lo había felicitado.

¿Qué otro logro llegará a satisfacer al futuro rey?

Mientras todos concluían con sus actividades del día, los hombres del rey se preparaban para una cacería más desquiciada: la cacería de los Jeon. Aunque el rey había decidido no decirlo , todos sabían que era algo que sucedía cada cierto tiempo. Todos sabían sobre aquella famosa profecía que perseguía a la familia real y Taehyung claramente era uno de tantos. 

La Profecía Jeon | TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora