Capítulo 4

4.3K 603 271
                                    

No lo hizo.

Sukuna es un ser complejo. Alguien orgulloso. Una maldición impredecible que puede estar bien, pero al segundo siguiente puede tener su katana en tu cuello. Alguien que puede tener un rostro inexpresivo, libre de cualquier tipo de emoción, sin embargo, si te atreves a hacer un comentario inofensivo, pero que para él fue tan ofensivo, obtienes su ceño fruncido y una mirada fulminante que llegas a desear estar tres metros bajo tierra antes de siquiera recibir un castigo de su parte.

No sabes en lo que está pensado. A veces puede tener su mirada perdida en la nada, quizás no tenga nada en mente, simplemente está observando, pero aún así te encuentras mirándolo con intensidad, tratando de descubrir que es lo que oculta dentro de su cerebro.

Sukuna es una maldición, el rey de las maldiciones para ser más específicos. Alguien sin corazón. Un ser egoísta que solo se tiene en mente a él mismo y nadie más. Alguien malvado que se alimenta del sufrimiento de aquellos que considera patéticos y débiles.

Eso es lo que creías. Antes de conocer a Sukuna pensabas que el rey de las maldiciones lo único que hacía era causar sufrimiento a los demás, pero en tus años de matrimonio te diste cuenta de cuán erróneos estaban tus pensamientos. No lo vas a negar, Sukuna es malvado cuando quiere serlo, no puedes hacer mucho al respecto, pero hay una parte de él que sigue siendo humana, al menos eso quieres pensar.

Sukuna fue el primer humano, en la historia de la hechicería, que fue convertido en una maldición, lo que te hace preguntarte... ¿su corazón seguirá intacto? ¿Su corazón seguirá siendo como el de un humano o es el de una maldición? ¿Su corazón palpitaba como un loco con cada cálido afecto que tratabas de brindarle en cada tacto? ¿O quizás su corazón ya fue ennegrecido a causa de su sangre maldita?

¿Su corazón algún día se entrelazará con el tuyo?

Hay rayos de esperanzas y no quieres que se apaguen. Quieres ser positiva, porque la parte optimista de ti es la única que te mantiene de pie ante este posible amor no correspondido.

Y con esos pensamientos, te dirigiste hacia donde tu esposo seguramente te estaba esperando para desayunar juntos. La suela de tus zapatos chocaban contra el suelo, cada paso te acercaba a él, y jamás estuviste tan impaciente por verlo, porque después de dejarlo plantado la noche anterior, no sabes si habrá consecuencias por desobedecerlo o simplemente lo dejará pasar.

Pero quieres ver su rostro, ver si pasó una noche buena sin ti. Ver si hay reproche en sus ojos por no obedecerlo, aunque la verdad de todo, es que te encuentras buscando anhelo en sus fríos ojos, y en lo profundo de tu alma, deseas que te haya extrañado aunque sea por una noche.

Sin embargo, cuando llegaste a la sala, que se encontraba en un rincón de aquel gran templo, deseaste no haber salido de tu habitación para evitar esta vista que dejó tu corazón en el suelo.

No estaba solo. Había alguien extra y entre todas las personas, jamás te esperaste que Hana les haría compañía esta mañana.

Te detuviste en la puerta antes de entrar. Ninguno reconoció tu presencia y te diste cuenta que estaban tan ensimismados en la conversación que estaban teniendo que no se dieron cuenta de tu llegada.

No sabes si viste mal, pero juraste que por un momento pudiste notar calidez en los ojos de Sukuna, algo que nunca antes habías visto, o al menos nunca te ha mirado a ti de esa manera.

Y en ese momento te diste cuenta que no lo hizo; no extrañó tu calidez.

Y antes de que la presión en tu pecho siguiera aumentando, te acercaste a ellos. Si bien estaban hablando de quien sabe quién, solo ellos lo saben, pueden seguir haciéndolo en tu presencia, ¿no?

WINTER | Sukuna x Lectora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora