Capítulo 2

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— ¿Cuándo era humano? — no salías de tu aturdimiento, porque entre todas las cosas, jamás esperaste escuchar eso.

Ella asintió pensando que no le creías.

— Después de que él desapareció de mi vida, jamás pensé que nos volveríamos a encontrar de esta manera... — dijo. Y te molestó un poco el hecho de que ya esté segura de que va a tener un encuentro con tu esposo, aunque lo más probable es que eso suceda.

— ¿Uraume, dónde está él? — miraste a la destinataria de tu pregunta quien después de estar analizando a Hana por un buen rato, como si no confiara en ella, te miró.

— En sus aposentos. Ya sabe que es lo que hace cuando llega de sus viajes.

Claro que lo sabes; tomar un baño, y la persona que siempre le ayuda está aquí, hablando con una desconocida que no es tan desconocida para tu esposo.

— Me iré a encargar de él — te pusiste de pies y miraste a Hana — Descansa, le diré a alguien que te dé de comer  y quizás podamos seguir con nuestra conversación más tarde.

Después de esas palabras, saliste de la habitación con Uraume detrás de ti. Sabes que nadie le ha informado a Sukuna sobre Hana, o sino ya se encontraría irrumpiendo en la habitación de ella para ver a la persona que entró a su templo sin su autorización.

— Mi señora... con sinceridad, esa persona no me da muy buena espina — reveló Uraume mientras caminaban por los pasillos.

Lo cierto es que cuando Uraume conoce a una persona por primera vez, siempre desconfía de ella. Lo mismo ocurrió contigo la primera vez que pisaste este lugar. Uraume siempre mantenía cierta distancia hasta que lograste ganar cercanía con ella, y esperas que algo de cariño también. Y es por eso que no le tomas tanto peso a sus palabras, pero aún así las tomas en cuenta.

— Que alguien la mantenga vigilada — le pediste dandole un breve vistazo y luego se detuvieron en la puerta de la gran habitación de tu esposo — Yo hablaré con Sukuna sobre esto.

Asintió y después de una leve reverencia, se alejó para seguir tus órdenes. Soltaste un suspiro que podría confundirse con cansancio. Esperas que esa chica no sea un gran problema.

Giraste tu cuerpo para mirar la puerta. Te preparaste mentalmente y una vez que te sentías lista para volver a ver a tu esposo, abriste las puertas para después cerrarlas detrás de ti.

El ambiente cambió. Si bien el templo ya era un lugar algo escalofriante para cualquier persona que no pertenezca al mundo de la hechicería, la habitación de tu esposo era su reflejo. Y a diferencia del templo, solo tu y Sukuna pueden entrar a este espacio privado.

No lo viste por ningún rincón de la habitación, por lo que supones que se debe encontrar en el baño, esperándote. Guiando tus pies hacia allá, lo encontraste dentro de la bañera; con sus brazos fuera de ella y su cabeza hacia atrás, apoyandola en el borde superior de la bañera. Sus ojos cerrados como si hubiese tenido un viaje muy agotador.

Incluso desnudo en una bañera, en esa posición, luce como el auténtico rey de las maldiciones. Y no es solo su gran cuerpo e intimidante mirada, sino que la gran energía maliciosa que sale de él le hace saber a cualquiera que hay un solo rey de las maldiciones, y ese es Sukuna Ryomen.

— No te quedes ahí, acércate.

La autoridad en su tono de voz después de que reconoció tu presencia, provocó que tus piernas se muevan incluso antes de pensarlo. Te acercaste a la bañera, te pusiste de cuclillas y luego tomaste una esponja para comenzar a limpiar su cuerpo.

— ¿Cómo estuvo el viaje? — le preguntaste para iniciar un tema de conversación. Aunque su cuerpo te desconcentra, por dentro estabas pensando en cómo soltarías la bomba de que una antigua conocida para él se encuentra en este lugar.

WINTER | Sukuna x Lectora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora