CAPÍTULO 5

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一Espero que esto sea una broma 一le digo a Chester mientras me cruzo de brazos.

一No te pongas a la defensiva 一me descruzo los brazos instantáneamente. Mi padre siempre dice que hacerlo es una forma inconsciente de protección, de anteponer los brazos en los órganos vitales, algo de lenguaje corporal que no entiendo y que tampoco me interesa.

一¿Y eso qué tiene que ver?

一No hagas tanto escándalo por nada, recién llego de trabajar, estoy cansado y no tuve un gran día.

Respiro hondo, no quiero estallar pero estoy cansado de siempre ser yo el que agacha la cabeza. Ya no quiero aceptar todo porque constantemente me consume la culpa de todo lo que pasó. Tuve que trabajar demasiado este sentimiento y aun me cuesta hacerlo.

一Claro olvidé que esas son siempre tus formas, ignorar todo, quizás así podamos hacer como que las cosas no existieron. Quizás si no hablamos de mamá, nunca existió, ¿no?

一Esto que estás haciendo no es justo, quiero que lo sepas 一su cara se transforma cuando la menciono. Una cucharada de azúcar. El té siempre lo toma con una cucharada.

一Hace cinco años que no hablo con él ¿por qué hablas de mí? Es un traidor, él también se fue 一quisiera sonar más convencido pero se me achica la voz a medida que hablo.

一Matheo también es mi hijo al igual que tú y yo siempre estaré para los dos. Nada de lo que hagan hará que cambie de parecer. Así como estuve para ti en los peores momentos también estaré para él, para lo que sea que necesite, no eres el único que ha sufrido a lo largo de estos años.

一No quiero que le hables sobre mi, ¿y cómo se da el gusto de hablar de mis cosas con nuestra tía?

一Yo no le hablo, él me pregunta cosas y lo de tu tía no lo sé...

***

Hace 5 años...

Me despierto. Un trueno muy fuerte me separa de mis sueños. En el techo se escucha cómo la lluvia cae con gran intensidad. Las gotas golpean la ventana con mucha fuerza y el viento la mueve, se combina el ruido de la madera con el del viento. Es una gran tormenta. En algún lugar se filtran las gotas a través del techo y caen una a una en el suelo.

En la misma habitación, en la cama contigua está durmiendo Matheo tapado hasta la cabeza con cuatro mantas, el ruido no lo inmuta. El reloj del celular marca las 3:24 a.m., me levanto de la cama con lentitud y me dirijo hacia el pasillo con los pies descalzos, en bóxers y con la camiseta puesta.

Desde abajo se escucha el ruido del televisor encendido y los ronquidos de papá provenientes desde el sillón, se mezclan con los de la lluvia.

Me dirijo a su habitación, abro la puerta y la bisagra chirría. Voy hacia su armario, corro las camisas hacia los lados y sobre una tabla encuentro una pequeña caja. La abro, revuelvo algunas cosas de su interior y tomo la llave.

Tiro la caja dentro del armario y con paso lento me acerco hasta la cómoda. El último cajón está cerrado bajo llave, siempre estuvo así.

Inserto la llave que calza perfectamente y abro el cajón. Vi cómo mi padre la había guardado una vez. La tomo. El frío metal hace contraste con mis manos calientes y sudorosas.

Camino hasta nuestra habitación nuevamente. Otro trueno más. Me paro en el umbral y miro a mi hermano por unos minutos y luego me acerco hasta el borde de su cama. Está durmiendo boca arriba y con la boca semi abierta.

Levanto el brazo y le apunto con el arma, directo a la cabeza. No sé cuánto tiempo estoy así pero me empieza a pesar el brazo. Amartillo la pistola, y ese ruido lo despierta.

Estudiante por accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora