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A pesar de estar pasando un buen rato con la chica preciosa que tenía al frente la culpa lo estaba carcomiendo. Él estaba en algo con Jimin, ¿Qué mierda hacía en una cita con su ex? Y si, se besaron, se extrañaron tanto que no lo pudieron evitar, pero él no era así; no quería fallarle al bonito de ojos miel, o eso quería creer.

El sonido de su aparato interrumpió la charla que tenía con Dahyun.

—Hey linda, tengo que ir a contestar, ¿Me esperas?—Dijo con rapidez.

—Si si, claro.—Asintió.

Sin más se paro de la mesa y salió fuera de la cafetería. El nombre del rubio brillaba en la pantalla.

—¿Hola?

—Hola Jinnie, ¿Cómo estás?—Preguntó Jimin con emoción y claro interés en su voz.

—Hey Minnie, bien ¿y tú?

Estaba muy nervioso y el tono en su voz se encontraba delatándolo de a poco.

—¡Perfecto! Te llamaba para preguntarte si querías venir a verme para ver algunas películas.— Río tiernamente.—Te extraño un poquito.

—Eh, ahora no puedo, estoy ocupado.—Habló secamente descolocando al menor.

—Oh, está bien, bye.

Y cortó, sabía que se había enfadado, aunque no por que haya estado ocupado, sino por el tono realmente cortante de su voz y de sus palabras. Demasiado tajante cómo a lo que acostumbraba hablarle a Jimin.

Tuvo que volver con Dahyun y seguir con la cita de la que ahora estaba un poco arrepentido.

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(...)

Asomó la cabeza a través de su ventana y el cuerpo de Jungkook estaba parado cómo si nada frente a su puerta, ¿Quién se creía para venir y continuar acelerando su corazón? Por Dios y todos los santos en los que no creía, ¡Estaba con SeokJin!

—¡Jungkook!—Gritó bajito.—¿Qué mierda haces aquí?

—Vine a verte.—Sonrió.—Por cierto, te ves precioso con tu cabello revuelto, nunca te lo dije. ¿Me abres?

Exclamó sonriéndole y moviendo su cabello hacia atrás, maldito fuckboy sexy; pensaba Jimin. No obstante, Jungkook en el fondo era muy sensible y para nada lo que aparentaba.

—No voy a abrirte, vete que está Sooyoung en casa.—Exclamó susurrando.

Estaba apunto de cerrar su ventana en el momento en que el mayor volvió a hablar.

—¡Jimin! Por favor, sólo quiero hablar contigo, no importa si es la última vez—Le miró con ojitos de cachorrito causando que Jimin cayera una vez más.—Si deseas nunca más volverás a verme.

—Está bien.—Gruñó en sus adentros.—Quédate ahí, ya bajo.

Jungkook hizo un mini baile de celebración esperando a su queridísimo Jimin.

—Dime ya que quieres.

Levantó su cabeza y frente a sus narices vió a un hermoso chico rubio, con una cinturita pequeña y unas pantuflas de pollito mirándole con los labios fruncidos, nunca había analizado al más bajo conscientemente y vaya que se arrepentía, era perfecto.

—Estás tan lindo.—Tomó su mano.

Pero el contrario se soltó a la velocidad de la luz.

—Basta.

—Me encantas, me gustas y hace poco me di cuenta de ello, hace poco me di cuenta de cómo me mirabas y cómo comprendías hasta la mayor estupidez que salía de mi boca. Vi cómo me tocabas y me arrepiento tanto de no atesorarte como debía. Me arrepiento de no dejar a tu hermana a tiempo y de convertirme en un cobarde.—Suspiró.—Lo siento, de verdad.

Jimin lo miró fijo en completo silencio.

—Jungkook esto no es tan fácil, mi hermana estaba enamorada de ti y no sé si puedo confiar en lo que dices, siempre me demostraste que eras un maldito que lo único que era relevante en su vida era el sexo, hasta parecías de esos idiotas de las películas clichés.—Rieron.—Me trataste varias veces como si sólo fuera un objeto y me dañó.

–Y lo siento en serio.—Agarró su cintura y juntó sus frentes.—Dame una oportunidad y te juro que te demostraré que no soy tan mal partido como parece.

Las manos del rubio subieron a su pecho en un intento de quitárselo de encima, aún así no fue capaz.

—No lo sé, eso significaría que estaríamos siempre a escondidas porque eres un cobarde que no acepta que es gay.—Reclamó.

—Estoy trabajando en eso, créeme, eres lo que necesito, eres un sueño. ¿Sabías que si no estás con el amor de tu vida tu perrito muere?—Articuló gracioso.

Jimin lo observó serio.

—Mentira, pero dame una chance, solo una. Caminemos en esto juntos.

—Entonces no puedes volver a comer mis galletas de chispitas de chocolate otra vez sin mi permiso.—Sonrío en grande rodeando el cuello del más alto.

—Pediré tu permiso para comerlas.—Acercó sus rostros.—¿Puedo besarte?

—Puedes.

Su belfos se encontraron en un beso delicado y pasional, con muchos sentimientos entre medio y mucho anhelo.
Necesitaban aclarar muchas cosas entre ellos y con otras personas, pero ya sería después, ahora eran sólo ambos probando sus labios como si fuera la primera vez, con un espectador que ninguno notó.

Era dudoso si esto saldría bien, pero hay que arriesgarse ¿No?

let's play 🏹 kookmin; au Donde viven las historias. Descúbrelo ahora