DÍA 1: DÍA EN LA PLAYA

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Eran las 4 de la mañana y Shoyo Hinata estaba despierto, era su cuarto día en Brasil

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Eran las 4 de la mañana y Shoyo Hinata estaba despierto, era su cuarto día en Brasil. Su cuerpo aún no se acostumbraba al nuevo horario y no dudaba en hacérselo saber.

Suspiró, se sentó en su cama, luego estiró su pie para empujar un poco la cortina y así poder ver cómo estaba el clima afuera en la playa. La ribera del mar estaba tenuemente iluminada con el sol que nacía por el oriente, pronto amanecería.

Shoyo se sentó con la espalda apoyada contra la pared mientras abrazaba sus piernas, se mordió los labios, tratando de contener sus lágrimas.

Cerró los ojos y respiró profundo, a espera de que el sentimiento de vacío, incertidumbre y soledad pasara, a espera de poder controlarse como había estado haciendo a lo largo de esos últimos 4 días.

Shoyo había pasado la mayor parte de su vida procurando mantenerse alegre y dispuesto frente a todas las cosas pero esta situación en particular lo estaba sobrepasando.

Estar solo en un país que no conocía, con nadie a quien amara era una experiencia que superaba con creces a cualquier cosa que le haya tocado vivir antes.

Se aseguró de tomar respiraciones profundas en las que fuera consciente de su inhalación y exhalación pero nada le estaba ayudando. En ese momento, notó que no podría liberarse de esos sentimientos hasta que decidiera sentirlos atravesando su cuerpo por completo.

Por primera vez desde que Shoyo había pisado Brasil, se permitió abrazar la incertidumbre, el miedo y la soledad. Comenzó a llorar mientras pensaba en que se sentía solo y ligeramente perdido, en que extrañaba a su hermana, a sus padres y a sus amigos, en que no tenía a nadie con quien compartir su tiempo ni sus comidas.

A las 5 de la mañana, Shoyo volvió a dormir, el señor Lucio le había dicho que podía tomarse ese día libre; había comenzado con entusiasmo, pero como si supiera qué iba a sentir, le propuso que descansara ese viernes.

Contrario a sus costumbres habituales, se despertó a las 10 de la mañana. Se había propuesto empezar a tener hábitos más saludables, entre ellos el levantarse a la misma hora que lo hacía en casa. Ya había fallado en su primera meta del día, pero se recordó a sí mismo que el día en sí no había terminado, así que tenía más oportunidades.

Se duchó, tomó un desayuno decente y se preparó para ir en dirección a la playa, otra cosa que quería empezar a hacer era meditar.

Sí, todos estos eran hábitos que había desarrollado hasta cierto punto en casa, en Japón; pero por más preparación que haya tenido, existía una diferencia clara entre decirlo y hacerlo.

A eso del mediodía, Shoyo Hinata se encontraba sintiendo la arena en sus pies, aún no terminaba de acostumbrarse a que la playa se encontrara tan cerca de casa.

Al llegar a una zona despejada, se sentó en posición de yoga en la arena y programó su temporizador para que sonara dentro de 30 minutos.

Cuando comenzó con su sesión de meditación, se preparó para enfrentar todas sus emociones nuevamente; no tardó mucho en sentir a la impotencia, la incertidumbre y la impaciencia hospedándose en su cuerpo, por unos momentos pudo percibir las lágrimas acumulándose alrededor de sus ojos; pero no le duró demasiado tiempo.

SHOYO WEEK 2022 (#ShoyoWeek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora