Eternal nights | KookV

01| El omega descarado

Aquel viernes parecía que aquel bar escondido entre calles y oscuridad contrastaba su fachada en su iluminado interior. Había gente, mucha para ser el bar Eternal. Las risas, música y el olor a alcohol derramado ocultaban los aromas entremezclados de alfas y omegas, el rugir de sus lobos y las tensiones en el aire.

Rondaban las una y cuarto am, cuando un alfa de gran porte y aroma a roble llegó con sus amigos a aquel bar, venían de una fiesta que decidió cerrar sus puertas temprano. Sin embargo eso no significaba que la diversión terminaría temprano.

El grupo de alfas llegó algo eúforico, directo a la pista de baile. Mas aún con la sangre caliente, deseaban un poco más de alcohol que les hiciera conservar la sensación toda la noche. Después de todo, el alfa más joven del grupo había obtenido su título universitario.

Pero más allá de que fuera el celebrado, seguía siendo el menor, así que el grupo no dudó en enviarlo a él por la nueva ronda.

El joven de cabello castaño oscuro negó para sus adentros con una sonrisa en el rostro, si él estaba feliz sus amigos lo estaban el triple. Finalmente tenía su título y podría lanzar su carrera de director con el prestigio que le correspondía. Tenía grandes espectativas. Todos la tenían. Era un alfa realmente prometedor. Inclusive respectivo a su vida amorosa, con aquel porte, su increíble atractivo y su sex appel, no dudaban que encontraría a algún omega perfecto.

Llegó a la barra con un aspecto desinteresado, tratando de concentrarse en el pedido de sus amigos, cuando cierto aroma sútil le llamó, distrayéndole de su misión. Y, por más que intentó concentrarse, aquel aroma a miel le hizo salir de su mente para mirar a su alrededor con el ceño fruncido. Hasta que su mirada se detuvo en un alto chico sentado a dos asientos a su derecha.

Deshizo su ceño en un segundo, con el interés invadiendo su cuerpo al notar lo guapo que era. Era alto, de cabello negro, hombros anchos y cintura pequeña. Reposaba su cabeza delicadamente en su mano, mientras el codo cargaba el peso en la mesa y sus largas pestañas cubrían sus ojos en un hermoso perfil donde se veía su alta, fina y redondeada nariz. A su lado, un whisky de miel casi vacío acompañándole.

Su porte era encantadormanete elegante; como si no lo intentase y, aún así, lucía completamente atractivo, una obra de arte.

El alfa miró su vestimenta. Aquellos pantalones encajaban perfecto en su cintura, contorneando sus curvas bajas, si que tenía buen trasero. Arriba usaba una camisa de seda, pero no fue hasta que el chico alzó su barbilla en busca del barman, que la camisa se deslizó sobre su cuello. Mostrando la marca en la parte baja de este.

Era un omega. Un omega bastante guapo. Marcado, pero eso no quitaba su belleza. Mas en el fondo aquello si decepcionó un poco a su lobo.

El omega había llegado hace hora y media al bar. Su cita falló, le habían dado plantón. El único motivo por el que no movía su lindo culo a la puerta era que no tenía más planes, pero tampoco ánimos de irse a su hogar. Decidido de tomarse unos cuantos tragos antes de irse, iba por su segundo vaso de whisky cuando sintió la presencia de un alfa en uno de los asientos cerca de él. Sintió la mirada cazadora en su cuerpo, y sin mirar captó el aroma: roble. Le gustaba el aroma a bosque. Con el alcohol en su cuerpo ayúdandole, decidió mirar esperando que no fuera un viejo desagradable. Y para su suerte, ni era un viejo, ni era desagradable. Estaba como para deleitar al mundo con su belleza.

Al deslizar su mirada lentamente hasta parar en los ojos del contrario, el alfa quedó helado; aquellos ojos cafés razgados analizándole bajo sus largas pestañas, su nariz respingada y redondeada, complementando su símetrico rostro con unos labios rojos en forma de corazón que formaron una sonrisa coqueta en cuánto notó su mirada en ellos.