32 llamadas perdidas y 46 mensajes de texto era mi noche resumida. Mi madre, mi padre, mi hermano y hasta creo que Dylan O'Brien me ha llamado para saber donde estaba. No estaba segura en donde, pero tampoco quería contestar. Fue la primera vez que me di cuenta que hora era, mi celular marcaba las 4:56 de la madrugada, pero ni siquiera me alarme mientras caminaba de la mano de Shawn al auto. Había salido de casa a las 6:24 P.M y desde esa hora no había regresado, me estaba metiendo en graves problemas pero a su lado nada me importaba. Subimos al auto, nos quedamos en silencio un rato, asimilando lo que estábamos haciendo hasta que Shawn rompió el silencio con su risita.
- Creo que voy a vomitar.
- Por favor, no lo hagas en el auto.
- ¿Podrías sostenerme el cabello mientras lo hago?-Se giro a mi, con una preciosa y gigante ebria sonrisa.
- Por supuesto, ahora sal del auto.
Al momento que el chico logro salio del auto, las arcadas se escucharon en el frío silencio y no pude evitar soltar una risa cruel, posiblemente había sido su primera borrachera, como la mía. Ambos teníamos dieciséis y el se estaba comportando como alguien de su edad, a pesar de que estuviera vomitando a mitad de la calle me encantaba. Cuando regreso, a pesar de estar temblando de pies a cabeza, se río conmigo.
- Llévame a comer algo, tengo hambre.
- Me debes como treinta dolar, por ser tu chofer esta noche.
- Te pagaré con algo mejor que dinero, hermosa. -Me guiño un ojo. Oh- Oh. Si que estaba borracho, me lo hubiera creído si no se estuviera riendo como estúpido en el asiento aun quejándose de haber vomitado a la mitad de la calle. Mientras conducía por las solitarias calles el tarareaba Air, como si fuese otra canción y no suya. Me admiraba como aun no notaba que no estaba en su "habitar" natural, quiero decir, el no estaba en su bus, ni con su manager, viajando otra vez, haciendo y deshaciendo maletas, conociendo nuevas caras, él se estaba comportando como cualquier otro chico.
- Esto es mejor que eso.-Dijo de la nada, mirando al frente perdido, como si me hubiera leído la mente, prosiguió- Viajar,ganar dinero, tener fama, tenerlo todo; no sé compara con el sentimiento de ser feliz.
- ¿Eres feliz?-Pregunté en voz baja. Sentí su mirada en la penumbra del auto.
- Ahora si.