|| ¡Misión! || Sonic Movie x lectora || [EDITANDO]

(02) ¡Al fin te encontré!

—No está aquí...

La peli-______ tachó aquel planeta de su mapa con decepción. Habían pasado diez años desde que comenzó su busqueda y hasta ahora no tuvo ningún avance, viajó ya a 15 lugares diferentes, en donde debía buscar algún rastro del héroe o comprobar si al menos el planeta era habitable.

Estaba cansada, sus ganas de seguir buscandolo eran nulas, ni siquiera sabía si él estaba vivo.

—Si yo fuera Garra Larga, ¿a dónde lo enviaría?

Tendría que ser un lugar grande y espacioso, en donde pueda estar oculto durante el día y correr por las noches, lo primero que se le ocurrió fue un bosque; un bosque lleno de verde, luego intento imaginarlo a él, jamas lo había visto, pero le dijeron que era un erizo azul cobalto de ojos verdes como las esmeraldas, ¿sería más alto que ella? Tal vez sí, ¿vivíra en una cueva? ¿En una casa? ¿Habrá encontrado a alguien con quien pasar su tiempo?

—Sólo quiero encontrarte...y protegerte, Sonic The Hedgehog.

Sin más, lanzó el anillo abriendo un portal hacía lo que parecía un bosque, tal como se lo imagino. Entró y caminó durante unos minutos, atenta a su ambiente que no tenía nada llamativo, solo era tierra, plantas y muchos árboles. Debía localizar en qué planeta estaba primero.

—Sonic, te juro que si no estás aquí, me mataré—Sí, ella cumpliría esa promesa.

Sus pensamientos fueron interrumpidos al notar que una especie de robot volador pasó cerca de ella. No perdió tiempo y se escondió entre unos arbustos, donde se quedó unos minutos esperando a que se fuesen, ¿que había pasado? ¿Eso era normal ahí? No lo sabía pero no se quedaría a averigüarlo.

Apenas las máquinas se marcharon, salió de su escondite, pero esta vez corriendo a gran velocidad. Tenía que hallar un lugar seguro, ya mañana en la mañana investigaría que ocurría.

Corrió durante unos minutos, hasta que al fin encontró un lugar para pasar la noche; una cueva, perfecto. Se acercó a esta a paso lento, parecía ser profunda, no sabía cuanto, tomó una gran piedra que era de la mitad de su tamaño y la tiró adentro, espero unos segundos, pero no escuchó nada.

—¡Diablos!

Iba a marcharse de ahí, pero para asegurarse, dejo caer una segunda piedra, esta vez del tamaño de la palma de su mano. Espero unos segundos hasta que oyó un chillido provenir del fondo de la cueva.

—¡Auch!...¡auch!