1er Misterio《Capitulo 2》

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Conociéndonos

ALI

La mujer solo lo mira sin poder creerlo, intentando descifrar que estará tan mal en esa familia cómo para contactar a la agencia de Investigación.

—¿Qué?, —exclama sorprendida al saber lo conocida que es la familia.

—Como lo escuchaste. Ahora tengo que ir a rogarle a la niña esa para que vuelva y acepte el caso.

—¿Crees que lo acepte? —pregunta intrigada acariciándole el pecho sobre la fina tela de su camisa blanca de botones.

—Pues, más le vale y sí, —toma sus cosas y dándole un corto beso en sus coloridos labios termina de salir en busca de Ali.

NELSON

Para muchas personas quizá la vida era mucho más pesada, el aire era escaso al igual que las ganas de vivir. Para Nelson, aunque comparara mil veces su situación con las de otros, decidía ser egoísta y pensar en que quizá la situación de otros sea peor que la suya, pero a él le a tocado vivir ésta, no la de otros. Puede que no fuera igual de complicada, pero si era igual de asfixiante.

—Ahora paso más tiempo en un hospital que en cualquier otro lugar —suspira recostado a la cabecera de su cama—, debería llevar mis cosas y quedar instalado allá de una vez. —suspira mirando a la nada, distraído en sus pensamientos—, estoy cansado de que siempre sea lo mismo y mi estúpida condición no me permite más que respirar, me limita y no puedo ni defender a mi familia, —la impotencia en su voz se ahoga en lágrimas que intenta no dejar salir, pero que terminan cediendo de igual forma.

Limpia las pocas lágrimas que caen con el dorso de su mano e intenta respirar con más calma cuando nota que se le está dificultando un poco.

—Aquí lo único que les importa a todos es el maldito dinero y nada más. Ya no recuerdo lo que es comer comida chatarra, salir a otro lugar, ni siquiera recuerdo como se siente una fresca brisa o la tranquilidad del mar porque siempre me la paso en este estúpido cuarto y postrado en esta ridícula silla, —lágrimas de profunda tristeza siguen cayendo.

Nelson lleva la mano a su pecho cuando se siente más asfixiado debido a la alterado que está emocionalmente. Intenta calmarse y recuerda una de los ejercicios de respiración que le enseñó la Dra. Mónica:

—Respira conmigo, Nelson, vamos, no es tan difícil, —su respiración es tan suave que apenas y se escucha—, no tengas miedo —Nelson retira las lágrimas de sus ojos inundados y su carita roja intentado controlar su respiración.

El pequeño Farias sólo es un niño de 12 años que le ha tocado vivir muchas cosas a tan corta edad, y aunque no quiera contarle nada a la psicóloga, ella sabe que todo esté tiempo, ha habido algo de mejora en su historial médico y lo que ha cayado no lo ahoga tan fácilmente, hay un detonante y eso causo que la llamara a las 3 de la mañana con un fuerte ataque de pánico.

—Nelson, escúchame —vuelve a sonar en la llamada—, quiero que mantengas cada respiración por cinco segundos, —su voz se suaviza lo suficiente como para tranquilizarlo— 1 —innhala —2— exhala y repite el procedimiento.

N-no puedo— susurra entre llantos—, no puedo respirar — No es la primera vez que esto pasa, pero Nelson aún no sabe controlarlo a la perfección.

—Cierra los ojos, Nelson, sé que no quieres confiar en nadie, pero por unos segundos confía en mí. Vamos de nuevo, respira conmigo, —La doctora escucha los intentos de Nelson y aún entre la llamada sonríe, porque sabe que el chico le ha dado esos segundos de confianza—. Así es, pequeño, lo estás haciendo excelente.

Los Tres Misterios de Ali Donde viven las historias. Descúbrelo ahora