Capítulo 2

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Con cada verso, los chicos recordaban a su amiga. Ella había nacido con una deficiencia en los riñones, los médicos habían dicho a sus padres que no viviría más allá de los primeros meses de vida, no obstante, lo hizo, se aferró.

Intentó labrarse una vida normal, asistiendo a la escuela y a sus terapias. Años más tarde se conocieron. Esas clases de música después de la escuela habían sido lo mejor que les había pasado, no tardaron en hacerse amigos, pues la música los unió.

Tristemente, las intervenciones médicas de Cris Summer se hicieron cada vez más frecuentes.

"... la vida te da lecciones, sigue adelante y no te ahogues, date el chance de volver a comenzar..."

Las lágrimas nublaban la vista de Kirara, su maquillaje corrió por su pálida piel. Extrañaba demasiado a su mejor amiga Cris, el llaverito, como solían decirle de cariño por su baja estatura, puesto que se veía adorable al lado de ellos. La pequeña se molestaba, cuando le decían así y les decía que se fueran al diablo, pues a pesar de verse adorable su carácter era fuerte, era una fuerza a tener en cuenta en el escenario. No obstante, hasta sus rabietas eran adorables y se había ganado el corazón de Mika.

Dominic, Mikael y Mauricio también sintieron a su amiga en esa canción.

Los hizo pensar en su último adiós, frente al ataúd blanco con filigranas en plata, rodeado de todas las personas que la apreciaban. Las palabras del padre de Cris aun sonaban en sus mentes como un eco, una fatal premonición:

Desde pequeña teníamos miedo de que este momento llegara y ahora aquí estamos... los padres no deberían enterrar a sus hijos, menos a un ángel como ella comenzó su padre, con lágrimas en sus ojos, al lado de su esposa, quien no emitía palabra, limitándose a asentir a las palabras de su esposo.

Ellos aún no podían creer que había sucedido. Tan solo se despidieron un día, ya que ella se iría a una de sus terapias y estaría fuera un par de días. No pudieron comunicarse con ella, se habían permitido creer que lo lograría, sin embargo, no lo hizo. Jamás volvieron a verla con vida. Los padres de ella fueron los que les avisaron de la noticia.

El dolor, era como un yunque oprimiendo su pecho.

La voz y las notas de la guitarra continuaron, recordándoles esos momentos juntos que ahora no volverían a suceder: no discutirían por tonterías, no reirían más tarde empujándose divertidos por ver quien tenía la razón. Su tiempo en este mundo había sido breve, pero precioso. Una marca indeleble en su mente y su corazón.

La voz se fue apagando y el rasgueo se detuvo.

—Ella quiere que continúen, que no pongan su vida en pausa —expresó Clarisa, mientras Crisalis la miraba desde una esquina, con gratitud en sus ojos avellana.

—Como si fuera tan fácil.

—Tú como lo sabes

—Su ausencia aun duele.

Fueron las respuestas dadas al mismo tiempo.

—Sé que duele, y me gustaría decir que no durará, que con el tiempo se hace más fácil. Pero lo cierto es que no. Sin embargo, ella no se ha ido del todo, vivirá por siempre en sus recuerdos.

—Eso no lo hace más fácil —respondió Mikael, sus ojos negros brillaban con lágrimas no derramadas.

—Tu voz —comenzó Kirara, limpiándose una lágrima que corría por su mejilla. Sus labios rojos como la granada temblaron, al igual que su voz—, es... muy familiar.

Dominic asintió en acuerdo.

—Lo sé, soy la portadora del mensaje de su amiga, mi voz tomó un matiz parecido al de ella por eso.

—Entonces, ¿esa no es tu voz? —cuestionó Dom.

—Algo así —respondió intranquila, sabiendo que le pedirían explicaciones.

Se preparó para el aluvión de preguntas que de seguro tendrían.

—Explícate —demandó el rubio, cruzando los brazos sobre su pecho. Mauricio si ella recordaba el nombre.

—Yo puedo cantar, y... —se debatió un momento, luchando contra la incomodidad y las miradas extrañas que vendrían de ellos—, puedo ver fantasmas —dijo la última parte como si no pudiera creer que al fin lo había dicho, se removió en su lugar bajo el escrutinio—. Algunas veces, ellos me piden que entregue mensajes a sus familias o amigos. Ya saben, una última voluntad o algún mensaje que no alcanzaron a entregar. Cris estaba muy unida a la música y a ustedes. Cuando la conocí hace un par de días, me pidió este favor, cantar para ustedes... su deseo fue tan fuerte que nuestras voces se unieron.

—Era su canción favorita —el tono de tristeza era palpable en Mika, el dolor aun enraizado, estrujando su corazón.

—Creo que por eso escogió esa canción, pero valió la pena —respondió Clari.

Lo que ella no les dijo, es que le tomó un par de días aprender la letra y los acordes, bajo la atenta supervisión de la chica. Había valido la pena.

—Gracias por venir y hacer el esfuerzo. —Kirara luchó contra el impulso de abrazarla.

Tenía la sensación de que de esa manera estaría cerca de su amiga, por ilógico que sonara. Era por eso que creyó sus palabras, y aunque fuera mentira, ella prefería pensar que su amiga aun pensaba en ellos y que no se había ido para siempre.

—Después de todo, no viniste a la audición porque te quisieras unir, ¿o sí? —Inquirió Dom, ya que Kirara no había sido la única que había aceptado esa explicación tan rápido.

—De hecho, no —soltó una exhalación, no había sido tan difícil como pensó.

Al menos le creyeron y no la tacharon de loca, o eso esperaba. Quizás lo harían una vez que ella se marchara.

—Entiendo. Si cambias de opinión y quieres el lugar... es tuyo —comentó Mika, agradecido por el último mensaje de Cris.

—Si, deberías unirte, pronto tendremos una tocada y aun necesitamos cantante —insistió Dom.

—Es cierto que hemos escuchado a varias personas, créeme algunos peores que otros, así que considero que eres la indicada —agregó Mauricio.

—Nunca he estado en una banda, y no sé si quiero estarlo. ¿Puedo pensarlo?

—Te diría que te tomes tu tiempo, sin embargo, necesitamos vocalista a la de ya. No podemos retrasar más los ensayos... Tienes tres días, piénsalo —respondió Mika.

—Bien, yo les aviso —expresó en tono cansino.

¿En cuántos problemas la podía meter un fantasma?, la respuesta era: en muchos.

A veces prefería ignorarlos, no obstante, esa no siempre fue la mejor opción. Ellos hacían lo que fuera para obtener su atención una vez descubrían que podía verlos.

Estuvo la chica que la hizo de reír en plena calle imitando a uno de los vendedores ambulantes con gestos exagerados. No tan mal, solo la tacharon de loca.

 O el que robó dinero de un músico callejero, haciendo que este se enojara con ella acusándola de haberlo hecho, ella alegó que no lo hizo, embargándose en una discusión sin sentido. Al final terminaron en los separos por alterar el orden público.

Se despidió de los chicos, su misión había finalizado.

O eso creía con gran fervor. 

La voz del corazón (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora