Introducción.

74 9 1
                                    

Te advierto algo, lector. Quizá quieras dejar de leer este libro ahora mismo, y es más que entendible. Estás a punto de leer la historia más aburrida que te pudiste haber topado, sobre la protagonista más aburrida en la historia de las protagonistas, donde hasta un personaje secundario tendría más relevancia que Kelly Sanchez. ¿Qué digo? Tal vez hasta un extra sería más interesante de leer (y narrar).

Así que, adelante, no pierdas tiempo. Ve a leer algo que no te aburra al instante de comenzar. Te invito a abandonar este libro e irte. Te prometo que no te perderás de nada.

¿De verdad te quedarás? Bien, quédate bajo tu propio riesgo, yo te lo advertí, y no dudo que te irás en cualquier momento. Y está bien. La historia de Kelly nunca fue hecha para encantar.
Nunca destacó en nada, nunca fue especial... Ni siquiera era invisible, porque eso la haría destacar de algún modo; era simplemente... Normal. Común y corriente.

Nunca logró nada destacable, su promedio en el colegio era eso, promedio. Tampoco fue a la universidad porque realmente nada le apasionaba como para estudiarlo a fondo, y además, no le hizo falta, pues consiguió un empleo de medio tiempo como secretaria en una empresa ni muy grande ni muy pequeña, simplemente... Normal. Luego ese empleo de medio tiempo se transformó en uno de jornada completa, de 9 a.m a 5 p.m.
Cualquiera pensaría "¡Kelly, es una locura! ¡¿Cómo trabajas tantas horas por la paga mínima?! ¡No tienes tiempo para ti y tus cosas!" Y esa era la cuestión... Kelly no necesitaba tiempo para sí y sus "cosas", pues, no tenía "cosas". Y estaba bien con eso.

Algunas personas bailan, otras cantan, dibujan, pintan, escuchan música, cocinan... A Kelly le gustaba mirar reality shows por TV, de esos completamente sosos que no aportan nada a la vida.

Tampoco era que le "gustaban", era sólo que desde las 6 p.m que llegaba a casa hasta las 12 a.m que tenía que dormir para trabajar al otro día, había bastante tiempo que matar... Y realmente no le apasionaba otra (o ninguna) cosa como para ocupar tiempo en ella (y tampoco era algo que le quitara el sueño), además, ver cómo gente rica peleaba por cosas totalmente sin sentido era más interesante que sentarse a mirar las paredes (lo cual, más de una vez ha hecho).

Amistades tenía, pero muy pocas, no porque fuese asocial o algo por el estilo... Simplemente no era la clase de persona que interesaba a todo el mundo como para formar una amistad, las pocas que tenía se habían hecho por casualidad. Y estaba bien con eso.

¿Novio? Pf, sí claro. Nunca tuvo novio, ya que no tenía nada que llamara la atención de los chicos como para que decidan salir con ella. Tampoco era una completa mojigata, tenía algo de experiencia en cuanto a lo sexual, pues, no estaba tan fea. Aunque tampoco era algo que se moría por conseguir... Así como ella no llamaba la atención de ningún chico, a ella no le llamaba la atención ninguno, y estaba bien así.

Hasta que llegó él.

Un metro ochenta, cabello semi-largo y bien cuidado de color negro, ojos rasgados, y un rostro sacado de la portada de una revista. Malditamente exquisito.

Una vez se lo cruzó de casualidad haciendo las compras (no exactamente, estaba en una bodega de vinos, pero digámoslo así para no dejar tan mal parada a nuestra protagonista. Ya demasiado mal lo tiene en la vida), y se enamoró de inmediato. Lo que ella no sabía era que a partir de ahí, su monótona vida daría un giro 180.

—Cuidado —pronunció con diversión una delicada voz masculina con un adorable acento que denotaba que el inglés no era su primer idioma.

—¡Oh, cómo lo siento! —Se disculpó Kelly, puesto que había chocado con un hombre en la bodega, logrando que éste tire al suelo su botella de vino tinto y se haga mil pedazos— ¿Se ha lastimado, señor?

—No, no te preocupes. ¿Tú estás bien?

Los intensos ojos felinos del hombre la intimidaban de una buena manera. Kelly comenzó a sentir cómo sus blancas mejillas se teñían de rojo poco a poco.

—S-sí... Estoy bien. No se preocupe por su vino, yo se lo pago.

El hombre rió.

—No creo que puedas pagarlo. Está bien, de verdad.

En ese momento Kelly miró al suelo, lo único que no se había roto era la etiqueta de la marca del vino: AurumRed. Tragó saliva.
Ese vino costaba más de 300.000 euros en España... Ella estaba en California, por lo que calculando el traslado, impuestos y demás le debería alrededor de 500.000 euros al desconocido.

Mierda.

—L-lo siento tanto... Déjeme recompensarlo.

Realmente no tenía ni la menor idea de cómo diablos haría eso.

Allí fue cuando el pelinegro sonrió, y todo el mundo se puso de cabeza.

—Ya me lo recompensas siendo la belleza que eres —pronunció suavemente, casi en un susurro, logrando estremecer a Kelly desde la punta de los pies hasta la coronilla.

Y simplemente se marchó, dejándola con el corazón escapando por la boca.

Y esa fue la primera vez que Kelly vio a HyunJin... Pero no fue la primera vez que HyunJin vio a Kelly.

O eso es lo que ella cree.

Una historia aburrida, como cualquier otra.

somebody's watching me ; hwang hyunjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora