Capítulo 04: Terciopelo rojo, algodón blanco y amargo humo.

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Las luces cegadoras, la música retumbante en sus oídos, los cuerpos sudados bailando pegados, el alcohol en sus venas, todos esos factores combinados aumentaban la adrenalina en su sangre y el sentimiento de éxtasis sólo crecía como si se lo hubiera inyectado. Bailando, saltando, y cantando al son de su canción favorita mientras las luces nublaban su vista, la música aturdía sus oídos y disfrutaba de la sensación de suave ebriedad, Kelly pensó que no podía sentir más placer... Hasta que su cuello fue tomado por una gran mano desde detrás de ella, obligándola a voltearse, para encontrarse con los labios de Nabil Huening en un intenso beso que la hizo sentir todo el placer que Kai nunca logró. Aunque tal vez sólo era por el contexto.

Sus piernas flaquearon y sintió que caería, pero él fue más rápido y la sostuvo por la cintura, pegándola a su cuerpo. Kelly no estaba segura de que lo que estaba haciendo era correcto, pero el placer que sentía la incitaba a seguir... Y la posibilidad de que alguien los descubriera mientras se iban a una habitación entre húmedos besos y jadeos, les despertaba un deseo prohibido que no les permitía parar.

Al llegar al cuarto de Nabil en el piso de arriba, éste abrió la puerta con una llavecita en su mano derecha, mientras que con la izquierda sostenía y acariciaba la cintura de Kelly, sin romper el beso.

Una vez dentro, él no se molestó en cerrar la puerta con seguro. Lanzó lejos la llavecita y estampó el pequeño cuerpo de Kelly contra la pared una vez más, besándola con necesidad. Sus labios se envolvían mutuamente disfrutando de su calor, el sonido que hacían estos al despegarse, y sus respiraciones agitadas los "entusiasmaban" por decirlo de alguna sutil manera... Aunque no había nada de sutil entre estos dos.

—No creo que esto sea una buena idea, señor Huening. —Kelly logró separarse por medio segundo para pronunciar la voz de la lógica.

—No, no lo es. —Respondió él, para luego volver a unir su boca con la de la joven con una necesidad latente, como si su vida dependiese de sus besos.

Separó sus muslos y en un rápido movimiento la levantó, enredando sus piernas en la propia cintura. Kelly jadeó al sentir un bulto creciente rozar con su centro. Él sabía que estaba mal, que ella tenía la edad para ser su hija, pero el corazón quiere lo que el corazón quiere (o bien, el pantalón). Y ella no ponía resistencia, al contrario, se dejaba llevar por la corriente de placer... y de lo prohibido.

Entre besos y jadeos necesitados, se guiaron mutuamente a la cama, volcando el cuerpo de la rubia en el terciopelo rojo que envolvía ésta.

Su imagen era maravillosa.

Los pequeños ojos negros que portaba brillaban con lujuria, y sus finos labios entreabiertos soltaban suaves quejidos de placer mientras el hombre que la había visto crecer devoraba su cuello con húmedos besos y mordidas que dejarían marcas rosadas en su blanca piel.

—¿Qué tan lejos me dejarás llegar? —Pronunció Nabil con la voz ronca y la respiración levemente agitada, mientras que deslizaba su mano por la cremallera en la espalda del vestido de Kelly.

—Tan lejos como usted quiera, señor.

Y sólo eso se necesitó para que él quitara ese molesto vestido que le impedía ver el cuerpo desnudo de la rubia, cuerpo que ahora sólo estaba cubierto por un conjunto de algodón blanco y tenía la apariencia de ser tan suave como su blanca piel.

Ella sintió que la diferencia de prendas no era justa, así que con sus ágiles manos comenzó a desabrochar la camisa azul de Nabil, maravillándolo con su imagen semidesnuda deseosa de quitarle la ropa... Y en cuanto llegó a su pantalón, no pudo hacer otra cosa que no sea relamerse los labios. Kelly quitó su cinturón, sintiendo encima la mirada del hombre que la observaba con deseo, como si fuese un pedazo de carne y él un salvaje animal.

somebody's watching me ; hwang hyunjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora