LATIDOS

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La noche fue extrañamente calurosa, Wei Ying apenas y pudo conciliar el sueño, sentía su piel afiebrada y su cabeza le dolía ligeramente.

Se despertó en la madrugada, parpadeando en repetidas ocasiones para que sus ojos se adaptarán a la obscuridad de la habitación.

Era demasiado temprano para levantarse, pero se sentía algo ansioso por lo que sabía que no podría conciliar el sueño de nuevo.

Un extraño malestar en su vientre bajo no le dejaba acomodarse, giro una y otra vez sobre su cama hasta que con un bufido apartó sus sábanas poniéndose de pie.

- Es inútil- murmuró muy bajo para no despertar a su compañero.

Lan Wangji dormía plácidamente, se veía tan encantador, como un ser celestial con esa hermosa e inmaculada piel, sus finos y negros cabellos que parecían seda y sus labios delgados y suaves. Era un deleite para los ojos mirarlo.

El Omega sonrió acercándose tan lento y cuidadoso como pudo hasta estar hincado a centímetros del jade, reprimió su deseo de tocar sus mejillas pero le fue imposible apartarse o dejar de ver al joven durmiente.

Le sorprendía como había cambiado su amigo, ese joven que había conocido años atrás era distante y hasta frío con él, pero extrañamente eso solía alegrarle en lugar de disgustarle. Su semblante serio y estoico le generaba unas ganas de incomodarlo pero desde que volvió se dio cuenta que hiciera lo que hiciera, el segundo jade no se molestaba con el.

- ¿Cómo cambiaste tanto? ¿Por qué? – dijo en un susurro para no alterar el tranquilo descanso del Lan. Se quedó mirándolo, pero estaba perdido en su memoria, en cada momento compartido con él apuesto joven frente a él y sin notarlo una deslumbrante sonrisa se fue asomando por la comisura de sus labios.

Lan Zhan siempre le hacía sonreír.

Los minutos avanzaron y el sueño comenzó a ganarle por lo que busco una posición más cómoda recostándose al lado de la cama de Lan Wangji.

A pesar de no estar recostado en una cómoda cama le fue mucho más sencillo conciliar el sueño al sentir la cercana presencia del jade que siempre le tranquilizaba.

Desde que había vuelto tendía a tener pesadillas recordando algunos fragmentos de su pasado y eso solía causarle que despertará a mitad de la noche. Detalle que compartía con el segundo maestro Lan.

Solo que en caso del jade las pesadillas siempre tenían de protagonista al patriarca de Yiling, aquel noble hombre que no pudo proteger, ver su dolor, su muerte una y otra vez sin que él pudiera salvarlo era la constante pesadilla que le asustaba hasta la médula.

Así que como tantas noches el joven Lan Wangji despertó sobresaltado, con su frente llena de sudor y su respiración agitada. -...... - intentó recuperar el aliento y para calmarse giro su vista a la cama de al lado, esperando ver al joven Omega.

Sus ojos no llegaron hasta ella ya que frente a él estaba el delicado cuerpo de Wuxian levemente encorvado, abrazándose a sí mismo, a una corta distancia de el.

-Wei Ying – murmuró en un tono casi inaudible y con delicadeza se estiró para acariciar el bello rostro frente a él.

En cuanto sus dedos rozaron esa pálida piel un escalofrió le recorrió desde su cuello hasta los dedos de sus pies, sabía lo que significaba, sabía perfectamente lo que aquel desvergonzado joven generaba en él. Lo supo desde hace años y ahora que volvía a tener la oportunidad de estar a su lado no la desperdiciaría, tenía pensado pasar el resto de sus días con ese pequeño Omega del que estaba enamorado.

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