capítulo tres.

3 2 0
                                    

Es sorprendente la facilidad con la que nuestro corazón, suele abrirse ante eventos o personas que eventualmente, van a destrozarlo vil y cruelmente, es justo como la acción de escuchar mil veces esa canción solo porque amas la melodía, pero que sus letras son como garras arrancando tus entrañas... Todo esto al fin del día, es un absurdo ciclo de clichés que se repiten hasta tal punto, que llamar a esa barbaridad de actos "amor", que no es mas que una ordinaries.  Dejar que tales sentimientos se hayan permitido nublar el juicio del intelecto, es solo una absurda muestra, de que el cerebro humano es más propenso a caer en las redes del engaño ilusionista del amor, y no a sucumbir a los encantos maravillosos que la lógica interpreta.

Esa era la razón en gran manera, por la que sus rizos desparramados en la blanca sábana de su pequeña cama, se mantenían cubriendo su rostro para así, mantener confinada esa expresión de inédita confusión impreso en su rostro, Elenor, había sido siempre, una muchacha segura de sus sentimientos, porque todo lo que en su vida había sentido, siempre fue tan claro como aquellos cristales que habían estado adornando sus ojos durante tanto tiempo. El amarillento pergamino aplastado bajo su mano, aun dejaba ver los trazos de tinta que finalizaban la carta que habían intentado leer sin éxito desde que su madre con gran excitación le había pasado.

- Es de Roberth, buenas noticias espero. - había enfatizado.

Pero para Elenor, la emoción de leer aquella maltratada caligrafía, no representó la emocion que había esperado con ansias desde que se había mudado, pues en aquel preciso momento, lord Henry ocupaba el cien por ciento de sus pensamientos, aquella manera tan singular de hablar y su exquisito léxico(sin sonar como un espantoso anciano prepotente y alcanzativo, ni como un campesino mal educado) en conjunto con la perfecta manera de tratar con su persona, y la impecable personalidad que lo manejaba, le habían cautivado al grado de que su atención hacia él, se había vuelto una enfermiza manera de idolatrarle.

- ¿Qué fantásticas noticias hay del joven Roberth? ¿Ha preguntado por mi? - interrumpió su madre por tercera vez.

- Deja de sisifearme madre, llevas con lo mismo desde la mañana, estaba apenas por leerle.

- No te me exhasperes Azúcar, He de confesar que mi entusiasta actitud es sin duda, una muestra de lo mucho que tu felicidad me hace bien, creí que la primera carta de tu afortunado novio, te haría leerle lo más pronto posible!.

- Lo sé madre, y estoy emocionada, solo han sido ocho días desde que me despedí de el, y, esta mañana he estado con la mente divagando en asuntos tan absurdos como el recuento memoral de estos ultimos días, no me he dado cuenta de que por más que intento leer, mi cabeza no logra bajar de las nubes, y te culpo en gran parte a tí, despertaste ese día en mí, la curiosidad de conocer a nuestro singular vecino, lord Henry Lockley.

- Hay... Hay una confusión en mi cabeza ahora mismo.

- Lo sé, no me mal entiendas, pues la razón de mis pensamientos abrumados, no es si no el pensamiento absurdo de lo rápido que lord Henry y yo, hemos llegado a formar un estrecho vínculo, pasamos de completos desconocidos a excelentes amigos en cuestión de días, y cuando menos lo espero, me encuentro visitándole todas las tardes a su despacho, que de pronto es raro que él ya sepa tanto de mí, y yo no sé absolutamente nada de él, exceptuando, claro, el hecho de que su puntualidad es un atentado en contra de mi ansioso ser. Es una frustrante cosa que me atormenta, el hecho de que el sepa investigarme completamente mientras jugamos ajedrez, y que nuestras divertidas tardes se conviertan en las mejores de mi vida, con sólo escucharle reír de vez en cuando, y yo contarle a él acerca de mí. No es como si yo quisiera que el lo sepa, es mas como si su don no fuese la comunicación, y mate esa timidez de manera tan inteligente, haciendo que toda la charla me la cargue yo sola... Disfrazando una aburrida tarde silenciosa suya, con una amena tarde de exquisitas risillas y parloteos tontos por mi parte, no, no madre, no me mires de esa manera, mis sentimientos hacia el son más como pequeños lazos fraternales que me obligan a creerle y confiarle, te aseguro que en mi consciente moral, solo hay lugar para el cariño... ¿como llamas al cariño hacia tu pareja?

Novena Sinfonía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora