CAPÍTULO 1

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Los personajes de Mai Hime pertenecen a Sunrise, la historia narrada es mía.

Como este es uno de mis fics más viejos, pero a la vez, uno de mis preferidos, antes de resubirlo aquí lo he editado un poco, nada que afecte la trama ni la historia en general.

Ojalá disfruten la lectura.


LOBA CASTAÑA
CAPÍTULO 1

Nos persiguen hasta prácticamente llevarnos al borde del exterminio; inventan mil y un formas de difamar nuestros nombres y sangre; convierten todo lo ajeno a ustedes, en historias y cuentos narrados a los niños para asustarles.

Díganme entonces... ¿son reales o paranoias de una mente? Porque por mi parte puedo decir que soy completamente real, tan real como el constante latir que les mantiene con vida.

El pelaje que recubre mis poros es igual de verdadero que la carne sobre sus huesos; las garras de mis dedos son inocentes al lado de las armas que empuñan para atacarme; los colmillos nacientes en mi dentadura no son más letales que la ponzoña habitante en su lengua.

A mí no me quieran engañar, tampoco intenten desaparecerme mediante palabras, pues, sin importar cuanta ignorancia produzcan, aquí seguiremos, aquí seguiré.

Vivo por querer vivir.

Vives por mera obligación.

Ocultar a los niños de nosotros por contar con colmillos y garras...

O...

¿Ocultarlos de ustedes? Por poseer mentiras y artimañas.

Vuelvan a pensar en lo que dije antes y contesten

¿Aún me consideran irreal?


Caminaba teniendo un panorama borroso, mis ojos ya no me ofrecían una visión confiable ni mis pies pasos seguros, mis rodillas trastabillaban al intentar coordinar adecuadamente mis piernas; sí, definitivamente, el amargo fin tocaba a mi puerta decidido a que le abriera. El camino pedregoso que pisaba, de un momento a otro, sin darme cuenta, se convirtió en la tierra mojada de un jardín; al ir sin calzado el lodo se metió entre mis dedos y se entremezcló con la sangre que iba bajando por mis tobillos.

Al respirar bajo la lluvia gélida podría haber jurado que vi mi vida escapar, cuando vi mi aliento contra las millones de gotas, subiendo como un débil vapor blanquecino, mientras mi cabello totalmente empapado se pegaba a mi espalda descubierta y herida, podía sentir como pulsaba mi carne magullada y deseaba no tener que ver como la sangre se coagularía.

Sencillamente, dar otro paso en tales condiciones habría sido un milagro, uno que no llegaría. Paré, dando lugar a que mis dedos se enterrasen en el lodo de ese solitario patio, en el cual, los dueños tendrían la desagradable sorpresa de encontrar mi cuerpo inerte. Volteé la mirada al manto nocturno, buscando poder avistar a mi bella luna que esa noche hubo de abandonarme a mi suerte. Quise sonreír amargamente pero mis facciones estaban demasiado agotadas para eso, también quise tomar una bocanada de aire, algo que, de igual forma, tampoco pude hacer, por la gravedad de mi estado. Al menos, pensé, sería una muerte sin delirios de por medio, por lo que el marcharme con dignidad aún era posible.

Apreté los dientes cuando ya no soporté estar de pie y caí incapaz de protegerme del golpe, incapaz de cuidarme, de consolarme, de cualquier cosa. Para mi desgracia, el terminar de desangrarme aun sería un proceso tardado siendo que solo deseaba todo terminase en ese mismo momento.

Contra el lodo, aplastada por la lluvia mientras temblaba, cerré los ojos, solo me quedaba fuerza para eso. De forma incierta para mis sentidos, pareciendo así algo más próximo a un delirio de último momento, escuché los pasos de alguien encaminándose en mi dirección, pensé con enojo: ¿Querían asegurarse de mi muerte? Pues bien por ellos, estaban a punto de contemplarle en primera fila.

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