Prólogo

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Alice y yo hemos sido amigos desde que puedo recordar, todo esto debido a que éramos vecinos, literal vivíamos enfrente del uno del otro, así que no era de esperarse que cuando una pareja con una pequeña niña llegará a la colonia, mi madre me mandará a entregarles un pastel de bienvenida, supongo que era yo el que no esperaba que quien me abriera la puerta fuera una pequeña niña con unos enormes y grandes ojos azules, cuya belleza solamente podía opacar los lentes que usaba, debimos haber tenido 5 años, pero incluso desde ese instante quedé hipnotizado hacia ella, tú solo me observaste preguntándome que buscaba, yo con pena solo recuerdo haberte entregado el pastel y haber salido corriendo, no sabía que me pasaba, jamás me había sucedido, mi cara se encontraba enrojecida y mi corazón latía sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo.

Gracias a que nuestros padres tenían una edad similar, comenzamos a convivir mas, solíamos cenar todos los viernes en la tu casa, debido a que tu madre amaba cocinar y a nosotros nos encantaba comer su comida, algo que admiraba mucho de tus padres era que me dejaban entrar a tu recamara, nunca me prohibieron la entrada a ella a pesar de no ser una chica, así de confianza nos teníamos.

Mientras más crecíamos, solíamos hacer una señal con linternas, para que yo pudiera escaparme desde mi ventana hacia tu cuarto en las noches, al principio a tus padres y a los míos no les molestaba, pero les aterraba que me pudiera caer, pues me cruzaba unos tejados para poder llegar hasta su habitación. Una vez que llegaba a esta tú me esperabas sentada en tu cama con una sonrisa, tal vez debí aprovechar más esos momentos que parecían interminables, pero que terminaron.

Afortunadamente, nuestros padres siempre nos inscribían en las mismas clases, supongo que era su manera de decir que les encantaba nuestra amistad, a pesar de las sospechas de muchos adultos, en realidad no nos separamos al entrar a la escuela, nos sentábamos juntos, desayunábamos juntos, trabajamos en nuestros proyectos juntos, pasamos tanto tiempo juntos que la gente comenzaba a decir que éramos hermanos, a Alice le encantaba que nos dijeran así, decía que era tierno, a pesar que podía ver el parecido, ambos teníamos el cabello de un color muy similar, odiaba que nos dijeran así, yo quería ser algo más, pero a pesar de odiarlo, en realidad dije nada al respecto, pues siempre pensé que estaríamos juntos.

Desafortunadamente a pesar de mis deseos eso no fue así, al entrar a la preparatoria, comenzaste a juntarte con más chicas que probablemente compartían tus mismos intereses y a pesar de mis intentos fallidos de tratar de unirme a ti en tu pequeño grupo, notaba la cara de incomodad de Madeleine y Alexa. Pero me reconfortaba saber que aún podría entrar a tu ventana y pasaríamos horas hablando de todo, supongo que debido a la edad comenzaron las preguntas sobre chicas y por más que hacia mi mejor intento para ignorarlas insistías demasiado

-Es casi imposible que no te guste nadie, ¡Tenemos 15! Me gritaste

-No es imposible, simplemente prefiero enfocarme en mis estudios, además a ti tampoco te gusta nadie y eres normal.

Esperaba que lo negaras, pero solo te sonrojaste, Eso no podía ser bueno, ¿verdad?

Hasta me paré de la cama y la miré fijamente, como odiaba tus ojos azules

- ¿Te gusta algún chico? Pregunte fingiendo la voz lo más que podía

-No afirmaré ni negare nada ok, respondiste.

Quería sacarte mas información, pero tampoco quería actuar celoso, aun no era el momento para decírtelo.

Desde ese día, estuve más atento de como actuabas con los chicos del salón, pero no notaba nada, hasta que por fin llego el día que más me temía

Llegó el a tu vida

Alice & ScottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora