CAP I: Dark Angel

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Me sentía mareada y aturdida

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Me sentía mareada y aturdida. ¿Dónde estaba? ¿A dónde me habían llevado esos hombres? Irrumpieron en casa y me tomaron por la fuerza, me subieron a un vehículo, no tenía idea de donde estaba ahora. Escuchaba voces a lo lejos, como en un sueño, pero no podía verlos, mis ojos estaban cubiertos con un pañuelo oscuro, mis manos atadas con una cuerda, tan fuerte que el más mínimo movimiento me hacía daño.

—Esta perra no está nada mal, tal vez debería probarla primero— escuché una voz cerca a mí. Mi cuerpo se estremeció en pánico.

—Shhh, apresúrate— dijo otra voz más suave y ambos se alejaron discutiendo.

Alguien se acercó a mí, me tomó por la espalda y me empujó hacia una habitación.

Una vez dentro me retiraron el pañuelo de los ojos y me encontré enceguecida por las fuertes luces. Tuve que parpadear varias veces para adaptarme a la luz. Estaba en una especie de sala de juegos. Había una mesa de billar al centro donde cuatro hombres muy altos e impecablemente vestidos jugaban despreocupadamente.

—Bien, a pedido de Sanzu aquí están las chicas. Antes de subastarlas al público en general pueden tomarlas o lo que sea, no me importa. Sólo háganlo rápido—dijo la persona que me trajo hasta la habitación, era un hombre de estatura media, ojos de serpiente y largos cabellos blancos.

Las miradas de los hombres de la mesa de billar pasaron sobre nosotras, conté unas cuatro chicas más paradas a mi costado. ¿Qué iban a hacernos? Pronto el hombre de cabello rosa habló.

—Ya tengo a mi favorita desde hace un buen rato. Esta noche voy a divertirme— dijo para luego relamerse los labios en gesto lascivo mientras me miraba fijamente. Noté que tenía dos cicatrices como arlequín a ambos lados de la boca ¿Qué le había pasado? Mi cuerpo se estremeció otra vez al reconocer su voz, fue quien me llamó perra cuando estuve fuera de la habitación.

Mis ojos recorrieron a los otros hombres en busca de ayuda, mis pupilas pedían clemencia, mi interior suplicaba porque alguien me sacara de allí y me mantuviera lejos del hombre de pelo rosa. El hombre de la gran cicatriz como rayo en la mitad de la cara no se inmutó, pasó la mirada por nosotras con desgano y continuó jugando. Por su parte el chico del mullet morado y rosa nos miraba con expresión aburrida de una en una.

—Ran es tu turno. ¡Ran, es tu turno!—gritó el hombre de la cicatriz de rayo.

Mis ojos cayeron en el tal Ran y me di cuenta que me estaba mirando fijamente. Había algo en su mirada, algo diferente al desinterés o la lujuria de los otros, sus labios estaban entreabiertos y su cuerpo quieto en posición sobre la mesa de billar. Como si hubiera visto un fantasma.

—¿Qué sucede Ran?—preguntó en tono suave el chico del mullet morado.

—La tomaré a ella—dijo Ran finalmente mirándome.

—¿Qué carajos dices Ran? ¡Yo la vi primero! —se quejó pelo rosa.

—Koko, estoy dispuesto a pagar por ella—dijo el hombre llamado Ran.

Reverb - Hermanos Haitani - EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora