¿Muerto?

27 1 3
                                    

El mundo se cubrió de oscuridad.

Su último recuerdo era la voz de su acompañante gritarle por precaución, después de eso no había nada más. Todo se cubrió de negro, no había sonido alguno a su alrededor.

No podía mover su cuerpo, sentía pesadas sus extremidades. Estaba completamente entumecimiento y eso era desesperante. No había voz, no había vista, mucho menos algo para oír; solo la vaga sensación de soledad e impotencia.

Era una asquerosidad.

¿Así se sentía la muerte? ¿Un conjunto de sensaciones vagas de impotencia, soledad y desesperanza? Aún podía escuchar a alguien decirle sobre esto, sobre como la muerte era algo desconocido y que podría no ser tan liberador como algunos mencionaban.

¡Qué jodida razón tenía!

No sabía cuánto tiempo llevaba ahí, el lugar era lo suficientemente extraño y oscuro como para siquiera considerar el paso del tiempo. Pero sí había algo que sabía, era que sus extremidades parecían alivianarse como una pluma con el pasar de los segundos.

¿Ya estaba delirando? Quizás, pero la sensación de pesadez había desaparecido y con ella la rigidez de sus miembros.

Pronto, pudo mover los dedos de sus manos y flexionar sus rodillas un poco.

Con la movilidad recuperada quizás buscar una salida a ese espacio sería fácil, si tan solo no fuera un abismo tan seco de colores. No importaba dónde posara su mirada, solo un color dominaba... El negro.

Hasta que ya no lo hubo.

A la distancia y demasiado alejado para su gusto, un halo de luz apareció; era tan pequeño que parecía un solo punto blanco. Fuera de su previsión, sus piernas se movieron en aquella dirección, sin un comando real suyo, solo por instinto.

Parecía que la luz lo atraía hacia sí, con cada paso que daba, aunque no parecía haber una superficie como tal en aquel abismo, se acercaba más y más a la luz. De esa manera notó que no era solo un punto luminoso: ¡Eran cinco de ellos!

Verde, negro, rojo, blanco y amarillo.

Una combinación peculiar si le preguntabas.

Tal cual sus piernas, su mano se extendió en la dirección de aquellas luces, insinuando que iba a tocarlas sin él haber deseado ejecutar esa acción. La punta de sus dedos acariciaron ligeramente la esfera de color negro, el frío invadió su cuerpo repentinamente, pero no fue una sensación desagradable.

Al contrario, pareció darle un poco de consuelo dentro de aquel lugar.

Estas esferas de luz de distintos colores se mantuvieron en un círculo, suspendidas frente a él, como si esperaran por algo desconocido; de alguna manera sabía que ellas esperaban.

Recuperó su mano de dónde estaba posada, preguntándose la razón de la aparición de estás desconocidas y curiosas esferas de luz y sobre que aguardaban con tanta paciencia.

¡Gong!

El sonido se expandió por todo el lugar, llenándose por completó de él, atacando sus oídos que hasta ese momento se encontraban incapaces de percibir otro tipo de ruido. La luces parecían haber hecho tiempo para aquello, ya que desaparecieron inmediatamente después de que el gong sonó.

Sus esperanzas también parecían haberse esfumado con ellas, comenzaba a darse a la idea de que jamás saldría de ahí.

Hasta que hubo un escozor agudo en su mejilla derecha y pronto...

Volvió a respirar.

La tragedia hace la felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora