〔 𝐥𝐚 𝐩𝐫𝐢𝐧𝐜𝐞𝐬𝐚 𝐲 𝐞𝐥 𝐬𝐚𝐩𝐨 〕

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#uzuzen
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Dicen que para cada roto hay un descosido. Y que para cada escorpio hay un virgo.

Zenitsu Agatsuma era una persona muy dependiente, y Tengen (su prometido) lo sabía bien, sin embargo no le molestaba en absoluto, le gustaba que su pequeño rubio quiebra tímpanos lo necesitara día y noche.

Por su lado Tengen Uzui era como una estrella, y no una estrella metafórica, si no que LITERALMENTE una estrella, de esas que están en el espacio consumiendo millones de millones de toneladas de hidrógeno.
Bueno, en este caso Zenitsu le da hidrógeno a la estrella que es Uzui, y así es como Tengen sigue brillando. Sin Zenitsu para hacerlo brillar su existencia no tendría sentido, su rubio le da todo el significado.

Lo supieron desde el primer momento en que se vieron, y desde la primera discusión.

"─ ¡Oye! ¡No te adelantes en la fila!─ chilló un Zenitsu muerto de hambre. Había formado fila en la cafetería de la universidad por casi una hora y aparecía un tipo de la nada a robarle su sitio.

─ Lo siento, la belleza antes que el tiempo─ dijo Uzui dándole la espalda.

─ ¡Muévete o te pateo!

─ ¿"Patearme"?

Tengen, que se había adelantado por inercia sin fijarse de a quién perjudicaría, volteó y como que se le olvidó cómo respirar al muy estúpido.

Si eso iba a patearlo él se dejaría patear con gusto.

─ Hola hermoso, ¿vienes siempre por aquí?

De un momento al otro la actitud borde del mayor cambió a una coqueta. Zenitsu, que no entendía qué pasaba, no permitió que eso lo manipulara y lo empujó lo mejor (y más fuerte) que pudo para obtener de nuevo su sitio.

─ ¡A un lado, gigantón! ¡Este era MI sitio!

─ Tendrás que quitármelo, precioso.

Atrevido y seguro de sí mismo, Tengen desafió a Zenitsu y éste sufrió un tic en el ojo. Odiaba a la gente guapa, y más aún a la gente que se cree mejor por ser guapa.

En conclusión, ya odiaba a Uzui.

─ ¡Cierra el pico! ¡No soy "precioso" ni te permito acercarte! ¡Este era MI sitio y me lo quitaste! ¡Así que MUEVETE!

─ Perdón pero si una cosita tan linda quiere que me mueva tendrá que ser con un buen incentivo. ¿Te parece una cita?

¿De veras tendría que darle una cita para que se moviera?
Zenitsu intentó otra vez correrle y ni al caso, el sujeto era tan alto, musculoso y por ende pesado que Zenitsu y su cuerpecito de 1.64 no lo moverían ni de casualidad.

─ Muerto antes que salir contigo.

─ Me gustan los retos.

En efecto, Tengen Uzui amaba que se hicieran los difíciles (en el caso de Zenitsu no se "estaba haciendo", realmente no quería salir con él), siempre obtenía todo tan fácil que tomar el camino difícil era un deleite. Y ¡carajo!, el rubiecito enfrente suyo era un hueso duro de roer, lo observaba como si quisiera matarlo y no cedía a sus encantos.

Debía tenerlo, necesitaba tenerlo.

─ Reto será tu abuela, antes que salir contigo me amputo la cabeza.

Inamovible, estoico, terco como mula. Sí, así le gustaban los chicos (y chicas) a Tengen: personas que no temieran de ser ellos mismos y tuvieran la ferocidad de una tormenta. Sin perder la ternura y delicadeza, claro.

─ Ya lo veremos."

¿"Verlo"?
De formas que Zenitsu jamás acabó por comprender, Tengen lo convenció para salir a una cita, para cuando se dio cuenta ya estaban enamorados y encamados, noviaron al cabo de unos meses y (sin que Tengen supiera) ya había un mini Uzui en camino.

Bah, fue más complicado que eso, literalmente Tengen se ha comido más de cien cachetazos, patadas y mordiscos de Zenitsu en el proceso, el rubio no fue fácil de conquistar y seguía (sutilmente) resistiéndose a ser amado.

Terco, bien terco, como todo virgo.

Y como todo virgo Zenitsu amaba ser incondicionalmente deseado por Tengen, que él nunca se rindiera y le demostrara de maneras extravagantes su cariño estrafalario e irrepetible de escorpiano.

Por ejemplo, viajando a Disney.

─ ¿Disculpa?

─ Sí, vayamos a Disney de luna de miel.

─ ¿Porqué Disney?

─ ¿Porqué no?

Tengen era como un niño en determinados aspectos, dicho así era Zenitsu quien llevaba las riendas de la relación. Afuera de la cama.

─ Tengen, después de lo que cuesta la boda nuestra cartera estará en negativo. Da gracias que viviremos en mi casa con mi abuelo y su jubilación dada por el gobierno.

─ Pero-.

─ Oye, suena bien, pero tú y yo no podemos darnos esos lujos.

Mucho menos ahora con un niño en camino.

─ Vaya, y yo que me estaba ilusionando...

El menor no quería romperle la burbuja a su futuro marido, sin embargo era la verdad, Tengen tenía su empleo de profesor de secundaria alta (muy mediocre por cierto) y Zenitsu era empleado de medio tiempo en la panadería Kamado. Ni por asomo podrían pagarse una estadía de mínimo un fin de semana en el autodenominado "el lugar más feliz de la tierra", si es que la felicidad tiene precio porque ese lugar de mierda sí que cuesta.

─ Está bien, algún día podremos ir, tal vez con nuestros hijos. Eso estaría bien, ¿no?

La mirada tranquila de Zenitsu reconfortó a Uzui.

─ Por supuesto─ y su pichón le acarició la mejilla robándole una pequeña risa.

Era difícil para ellos imaginar un futuro sin dinero pero iban a esforzarse, en aquella casa no se permitían derrotistas, Jigoro Kuwajima no crió a un flan mal cocido para que se desmorone al mínimo temblorcito.

Sabía que Zenitsu iba a echarle ganas a su matrimonio, que sacaría adelante junto a Tengen a sus hijos, que el bisnieto que traía en su vientre nacería en una casa llena de amor y que él, como su abuelo, apoyaría al 100 a Zenitsu.

─ Zenitsu.

─ ¿Hum?

─ ¿Estás más gordo?

¡PLAF!

─ ¡¿Y ESO PORQUÉ?!

─ ¡TÚ SABES PORQUÉ!

─ ¡AGH, NI FUE PARA TANTO!

A Zenitsu y al estúpido de su futuro esposo.

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