◇◆ Matrimonio Arreglado ◇◆

Capitulo 10

Tom presionó el cuello de Hari hacia abajo mientras la penetraba por detrás. Su cabeza se inclinó hacia atrás en éxtasis y dejó escapar un suave gemido, apretando su agarre alrededor de su garganta.

Los gemidos de Hari eran más fuertes y libres que los suyos. Miró hacia abajo para ver su rostro volviéndose de un rojo intenso y soltó su agarre. No la inquietó en lo más mínimo, excepto que gimió más fuerte cuando alcanzó su clímax.

La folló a través de su orgasmo, hasta que alcanzó el suyo. Colapsando junto a ella, su respiración pesada coincidía con la de ella y se quedó preguntándose si el sexo siempre había sido tan bueno o si era solo porque esta vez su pareja llevaba un pedazo de su alma.

Tom pasó sus dedos fríos por los brazos calientes de Hari hasta que llegó a su cabeza y los enredó en su cabello. Sus párpados se separaron para revelar los iris verdes brillantes de los que no podía tener suficiente. Luego hizo algo que él no esperaba: se inclinó hacia adelante y presionó un ligero beso en sus labios. Él frunció el ceño hacia ella, lo que solo la hizo reír y mirar hacia otro lado.

No era estúpido. Sabía que los pequeños gestos como ese a menudo eran más íntimos que el sexo descarado que tienen constantemente. Tom solo se sorprendió de que ella los iniciara.

Envolviendo sus brazos alrededor de ella, tiró de su espalda hacia a ras contra su pecho, encerrándola por otra noche en su cama.

No, el sexo nunca se había sentido tan bien.

Nunca participó en el sexo tanto como lo harían otros hombres de su poder y popularidad. La razón simple de eso era porque no le gustaba la gente. Los odiaba específicamente por su necesidad emocional.

Nunca hubo escasez de personas que lo acostaran, así que en su juventud, cuando sintió curiosidad, le dio una oportunidad. Sus compañeros de dormitorio siempre habían hablado una y otra vez sobre lo maravilloso que era el sexo, pero se quedó menos que impresionado después de su primera vez y solo lo inició cuando vio un resultado prometedor.

Luego hubo un tiempo durante la Primera Guerra. Estaba en el apogeo de su poder y solo se hacía más fuerte cada día. La influencia de Lord Voldemort se había extendido y Tom Riddle había desaparecido por completo. Había una nueva generación de mentes en las que influir, tenía algunas de las brujas y magos más hábiles trabajando para él, y era tan temido que la gente ni siquiera pronunciaría su nombre. Estaba borracho de poder.

Bellatrix se unió a sus filas entonces, absolutamente cautivado con él. La obsesión que albergaba estaba lejos de ser molesta en ese entonces. Todo lo contrario, le divirtió mucho. Le gustaba tener el poder de encadenarla y algunas veces le concedió permiso para acostarse con él.

Ella era salvaje en la cama, pero también era salvaje fuera de la cama, así que no fue tan sorprendente. Se aburrió rápidamente.

Luego fue derrotado por la chica que actualmente estaba en sus brazos, convirtiéndolo en un espíritu maligno en el mejor de los casos hasta que regresó a su cuerpo. Nunca volvió a pensar en la idea del sexo. Estaba demasiado ocupado reconstruyendo su ejército y demasiado enojado por el hecho de que perdió tantos años y seguidores como para siquiera considerar la idea. No consintió a Bellatrix ni una sola vez desde que fue liberada de Azkaban, aunque estaba empezando a creer que apretar los dientes y superarlo para saciarla valía la pena. La mujer era desvergonzada con su coqueteo y demasiado pegajosa. No se acerca en nada a la mujer más sofisticada que podría ser antes de Azkaban.

Pero fue entonces cuando apareció Hari. La propuesta de matrimonio seguramente había resuelto varios de sus problemas a la vez. Tenía a la mujer destinada a ser su perdición en su casa bajo su control, y por lo tanto su Horrocrux final estaba a salvo. La mejor parte fue que arrebató al preciado soldado de Dumbledore de justo debajo de sus narices antes de que pudiera usarla contra él. O más bien, ella fue entregada a él, según su propia solicitud.