UNA TARDE DE CRUCIGRAMAS, GATOS Y TÉ HELADO - ventum_fulgur

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Era una perfecta tarde de verano, la brisa corría por entre las hojas del parrón y el hielo tintineaba en la jarra de té helado

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Era una perfecta tarde de verano, la brisa corría por entre las hojas del parrón y el hielo tintineaba en la jarra de té helado. En el jardín que daba a la calle había tres ancianas tomando el sol mientras charlaban, acariciaban a los gatos del puerto y resolvían de esos juegos que siempre se encuentran al final del periódico.

—¿Palabra de siete letras que signifique "moho que se forma en la ropa húmeda que no se tiende o ventila"?

—No sé, cielo, solamente sé que cuando eso pasaba era todo un leseo lavar la ropa otra vez. Sobre todo cuando no había lavadoras eléctricas —respondió Ester mientras subía un gato a su regazo.

—Según internet, eso que dices es veragua —dijo Sandrita mientras alejaba un poco el teléfono y entrecerraba los ojos—. ¿Es para tu crucigrama, Vero?

—Efectivamente, pero estas cosas están cada vez más complicadas... ¡Veragua! En mi vida había escuchado esa palabra. Y vaya que uno escucha cada palabra extraña siendo maestra.

Entonces cada una volvió a su mundo: Ester siguió acariciando al gato, mientras la exprofesora se enfrascaba en su juego y Sandra iba por las galletas de zanahoria y cúrcuma que se estaban enfriando en la cocina. A los pocos minutos regresó al jardín desde el que se vislumbraban los barcos a lo lejos. Aquel puerto siempre había sido muy transitado, desde que era niña, pero una parte nostálgica dentro de ella extrañaba ver los veleros y barcos de vapor navegar por el océano iridiscente al atardecer.

—¿Quién quiere probar las galletas de zanahoria y cúrcuma? —preguntó emocionada mientras les acercaba la bandeja.

Habían sido amigas con Vero desde que tenía memoria, sus casas estaban a una calle de distancia y siempre fueron compañeras de colegio. A Ester la conocieron más adelante, cuando Vero entró a la universidad, pues resultó estar estudiando matemáticas en la misma institución. Pero habían transcurrido tantos años desde entonces, que ni siquiera la playa era la misma, mas su amistad seguía intacta, y todos los jueves sin falta se reunían a pasar la tarde juntas.

—¿Volviste a dártelas de cocinera experimental, Sandrita? Apuesto que viste la receta en internet, como siempre, y nos usas a nosotras de conejillo de indias.

—No puedo negártelo Vero, si sabemos las tres que es verdad —rio atrapada, la mujer de canas grises—, pero también leí por ahí que la cúrcuma sirve para las articulaciones... lo cual a nuestra edad siempre sirve —acabó muy convencida encogiendo los hombros.

—¿Saben? —dijo entonces Ester—. Hablando de los beneficios de ciertas sustancias, mi nieta Lucía me comentó el otro día por teléfono que está tomando melatonina para el sueño. Yo ni sabía qué era, pero si le ayuda a dormir: qué bueno. Porque la pobre, ahora, no pega ojo con la universidad.

Las otras dos ancianas asintieron dándole la razón, y entonces el trío de amigas procedió a seguir resolviendo crucigramas, acariciar mininos, tomar té helado y comer galletas con combinaciones extrañas aquella tarde de verano.

Las otras dos ancianas asintieron dándole la razón, y entonces el trío de amigas procedió a seguir resolviendo crucigramas, acariciar mininos, tomar té helado y comer galletas con combinaciones extrañas aquella tarde de verano

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Texto: Ventum_Fulgur

Aesthetics: AntologiaLight

Antología: 4 EstacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora